Capitulo 3;17

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"Lo único que está entre tu meta y tú, es la historia que te sigues contando a ti mismo de por qué no puedes lograrla" —El lobo de Wall Street.

Capítulo 3;17


Un largo tiempo después:

—¿Y qué pasó después de eso? —pregunto uno de mis alumnos al final del salón— ¿Tuvieron sus bebés?

Sonreí a medias dándome cuenta de que me preguntó por mi familia y no por mi esposo. —Por supuesto.

—¿Y eso que tiene que ver con su pintura? —pregunto una chica al costado del alumno anterior, se veía interesaba en mi arte; sus ojitos brillaban como los de Ryuk cuando nacieron mis pequeños, sí, mis pequeños.

Observe la pintura a mi lado siendo expuesta ante los demás y me demostré a mí misma el talento y capacidad que tengo al ver reflejados en un paisaje común y corriendo a todas las personas que han cruzado por mi vida, pero ellos no parecían encontrar las caras ocultas en todos los lugares posibles ni la manifestación de sentimientos en sus rostros; cada árbol pintado contenía una persona en su interior, tal vez, no pintaba sobre la pintura ni tampoco marcando una muestra tan explícita, pero ahí estaban. Cada árbol, nube, charco de agua e incluso en la pequeña casa dibujada atrás, en una colina.

Ahí se encontraba Taehyung y mis hijos esperando por mí.

—Si no puedes verlo —dije—, no puedes entenderlo, y de no entenderlo, ¿cómo vas a lograr ver?

—¿Qué quiere decir? —preguntó la misma chica.

—Que necesitas mirar primero a tu alrededor para saber exactamente qué es lo que más anhelas en esta vida; el experimentar que es la vida desde todos sus puntos posibles, sean malos y buenos, te hará entender que de una u otra forma encuentras paz, ya sea en un paisaje o en las personas, por eso necesitas no solo ver, sino también sentir para comprender.

—Yo no veo personas ahí —volvió a hablar la curiosa joven a la que invité a pararse y acercarse a la pintura, una vez cerca le confesé lo que muchos no han visto.

“Mira dentro de la casa”.

En ese lugar, en ese pedazo de tela manchada con pintura, la joven se decidió mirar y con una sonrisa entendió lo que decía; el paisaje no era mi paz, sino lo que contenía. Logró ver cómo dentro de la casa reflejaba personas y como sus emociones estaban plasmados en cada una de las maderas pintadas fuera de ellos, así como yo, tan intensa que todo mi interior se confunde con lo exterior.

—Ya lo entendí —susurro cerca de mí—, no es el paisaje, no son los árboles ni tampoco los colores, son las personas.

Sonreí ampliamente cuando volvió a su puesto con una sonrisa y todos los demás mirándola con cierta molestia por no haber sido ellos los que entendían mi pintura.

De pronto, impidiendo silencio en el salón, otro chico levantó la mano y pregunto hace cuánto había pasado lo que les había contado como en una historia breve, el cómo pase a enamorarme por primera vez, como me rompieron el corazón por primera vez, como me sentí sola y después acompañada de las mismas personas que creí haberme abandonado, como sufrí las consecuencias de mis malos actos en el secuestro de uno de mis bebés y como salí adelanté con quién me había roto el corazón, aunque claro, les dije que él se había esforzado y habíamos formado una familia, pero no que habíamos estado follando como conejos.

—Empezó hace unos seis años y termino aproximadamente unos tres años —informé.

De pronto, algunas personas comenzaron a reír ante la idea de que, yo, la mujer vestida con jeans, una camisa blanca llena de manchas de pintura y el cabello desordenado, había conseguido el corazón de alguien que, en estos momentos, era una artista reconocida en todo el mundo. No dije su nombre, pero sí que todos los presentes tenían conocimiento de él.

Mi Lindo Niñero | K;thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora