Había una vez una comadreja llamadaque soñaba con comer queso alemán, nunca lo había probado, pero sabía que lo adoraría.
Vivía en México y como era una comadreja no podía comprar queso alemán porque los humanos no le entendían y no tenía forma de conseguir dinero.
Durante las noches tenía que conformarse con quesillo que robaba de algún puesto o que tomaba de la basura en que habitaba.
En ocasiones tomaba un pequeño pedazo de tela lo pintaba de colores, lo ataba a un palo viejo para colocarlo sobre su queso imaginando que era la bandera de Alemania soñando con su preciado queso alemán.
Leía recetas en ocasiones de comida alemana desde que un libro de cocina llegó a la basura, prestando especial atención a aquellas que contenían queso entre sus ingredientes, las conocía de memoria todas, estaba listo para cuando poseyera aquel queso alemán.
Las había preparado antes con mucha variedad de quesos, pero nunca le parecía suficiente y aunque sus platillos eran muy populares entre los demás animales del callejón estaba seguro que no eran tan buenas sin ese queso.
Con los años el barrio así como su popularidad aumentaron, los ingredientes que conseguía eran mejores y debido a su experiencia en la cocina comenzó a crear sus propias recetas, pensadas en igualar el sabor que tanto añoraba, normalmente las nuevas superaban a las antiguas y pronto las primeras recetas de aquel libro le parecieron insignificantes en comparación con lo que había creado, pero no era suficiente por falta de ese queso.
El respeto y fama que había adquirido no eran nada, no las merecía, no sin ese queso, así que salió decidido a encontrar queso alemán sin importar el tiempo o sacrificios que conllevara.
Viajo un día y una noche enteras, hasta que llegó a una pequeña ciudad donde exhausto decidió descansar, al día siguiente, en esa ciudad encontró una tienda especializada en queso alemán, su sueño se había cumplido, así entró y rápidamente salió con un trozo enorme de queso alemán, pronto prepararo varios platillos con el.
Pero al probarlos notó que no le gustaba el queso alemán
