Odio y Locura

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Desperté de una larga siesta. Al levantar mi cabeza y mirar por la ventana, noté que ya era de noche. "El día pasó rápido", pensé. Sentía mi estómago vacío, pero creo que no era hambre, sino de un sentimiento de ausencia. Como si necesitara algo. Es cómico porque siempre que hago una siesta por la tarde  y despierto de noche, este sentimiento brota de mis tripas, pero nunca sé cómo combatirlo, cómo contrarrestarlo.
Al notarlo, siempre me quedo postrado en mi cama pensando en el pasado, sin embargo, esta vez fue diferente.
Decidí levantarme de mi sucio nido, y de manera extraña... sentí algo más que solo vacío. Tenía ganas de hacer algo, de gastar mis energías en alguna actividad... ¿y si salgo? ¿Por qué no? Puedo hacer lo que quiera, al fin y al cabo, vivo solo. No tengo a mis padres que me obliguen a cumplir normas generadas por la costumbre como 'no salgas de noche', 'te puede suceder algo' y bla bla bla. Es cierto, pero en ese momento no me interesaba.
Divisé algo que llamaba mi atención: una campera. Ok, no es algo extraordinario, no hacía frío afuera, estamos en primavera, no obstante, soplaba un viento que me ponía la piel de gallina; además tenía buena... ¿para qué cuento esto? Qué aburrida vida.
Salí de mi casa y caminé por las calles. No sabía si sentir miedo a causa de un robo que entraba en mis posibilidades, aunque no importaba, no tenía nada que perder. ¿Un celular? ¿Algo de dinero? ¿La vida?
El cielo era tan bello, se veían las estrellas, no es que sean brillantes, pero estaban ahí... no brillaban, pero estaban ahí... ja, como las personas.
"¿A dónde voy?", me preguntaba. Ni idea. Es una pregunta que todo ser humano se hace para saber el objetivo de su existencia pero... me refiero que a qué lugar me dirigía.
"Ya sé. ¿Si voy a un boliche? ¿Una discoteca?", pensaba. Bueno, a esos lugares donde concurre la gente por la noche.
Caminé, caminé y caminé. No soy de concurrir a ese tipo de lugares, prefiero estar encerrado, me disgusta estar entre las personas. Aunque es irónico que las necesite para subsistir dentro de la sociedad.
Llegué a un boliche, "Central Entretquéchingados Deluxe", nombres de porquería que le ponen a estas cosas.
Había una fila... no tan larga, pero tendría que esperar para entrar.
Había varios grupos de amigos. Cada uno hablando sobre qué iban a hacer: "vamos a comernos a todas", "esta noche la rompemos", "hoy debuto", "selfieee". Y en esa "selfie" salí yo en el fondo. Al parecer esos chicos vieron de cerca la foto y notaron que los estaba viendo con molestia, entonces me dijeron "eh, calma cumpa, venite con nosotros que la vamos a pasar re piola, hoy nos la pegamos en la pera". "¿En la qué?", preguntaba en mi interior, repugnado. No sé por qué, pero se me hacía tan irritante su vocabulario. Tenía tantas ganas de entrar y reventarle la cabeza contra la barra. No respondí nada así que me quedaron mirando por unos segundos y voltearon a seguir con sus idioteces.
¿Estaba odioso?. Sí, demasiado, ¿y qué? Tenía ganas de matar a alguien, o como contraparte, que alguien me asesine, estaba cansado de esta pendeja vida, así que cualquiera de las dos estaba bien.
Este mundo es una porquería.
Cuando por fin llegué a la entrada, luego de una fila no larga, pero torturadora, me dominó un impulso de salvajismo, como si mi odio hubiera tomado posesión no solo de mis pensamientos, sino también de mis acciones físicas. Así que golpeé al patovica frente a mí. De su boca fluía sangre destinada a caer en el piso, a lo que él respondió dándome un golpe aún más fuerte contra mi rostro. Me tomó de la campera y me levantó en el aire.
-¿¡Estás chiflado!? ¡Pedazo de mierda! ¡Te voy a matar!
Al escuchar eso sentí mi cuerpo más liviano, mi sangre hervía, mi odio se mezclaba con el júbilo de ser asesinado.
-¡Sí, sí! ¡Vamos! ¿Vas a matarme? ¡Hazlo ya mismo, maldito! ¡Destrózame! ¡Aniquílame! ¡Destrípame! ¡Destrúyeme! ¡Hazme trizas! ¡Qué quede irreconocible ante las autoridades! ¡Haz que deje de respirar de la manera más dolorosa posible; de la manera más inhumana y salvaje! ¡¡Ya!!
-¿¡Qu-qué te sucede!? ¡Realmente estás loco!
-¿Loco? ¿¡Yo!? ¡Estoy mucho más cuerdo que vos! ¿Acaso te da miedo que vayas preso? No te preocupes por eso, al fin y al cabo esto es Argentina; unos días en la comisaría y salís limpio.
-¿Por qué no vas a que te mate un chorro (ladrón)?
-Son totalmente indignos para brindarme el fin. Son los restos de la mediocre educación que se brinda en el país, lo cual, además, lleva al trabajo precario, y, como eslabón final, la pobreza. Es una porquería el sistema donde los políticos tienen tantos autos y el trabajador se esfuerza por tomar el colectivo. Estamos en crisis. Los sueldos son más bajos que la inflación. Agh, aborrezco todo. Por esto quiero acabar con el ciclo estable de mi vida. ¿Qué decidís? ¿Llevar a cabo mi agradable suplicio doloroso o satisfacer mi deseo de acabar con la vida de otro?
El patovica tenía plasmada una cara de horror, como si hubiera tenido un intercambio de palabras con la locura misma, la cual poseía un macizo interior repleto de odio y frenetismo realista.
Entonces... sentí un fuerte puñetazo de su parte, además de un choque contra el piso.
Cuando desperté no sabía ni dónde me encontraba, pero lo que sí sabía era que el hijo de perra no aceptó ninguna de mis dos proposiciones. "Al final solo obtuve muchos golpes y dolor sin muerte alguna", me decía mientras caminaba por los pasillos del barrio irreconocible para mí.
"¡Carajos! ¿No hay alguien que pueda ayudarme con mi desdicha?", gritaba.
Hasta que escuché algo moviéndose.
-Hey, ¿qué te pasa? Hace rato estoy escuchando gritos y gritos.
-... ¿podrías ayudarme?
-¿Con qué?
-Primero debo contarte la historia desde que desperté por la noche para que entiendas...

-Lo haré, te haré el favor. Prepárate.
-¿Podrías decirme por qué vas a cumplir mi deseo?
-... porque te comprendo. Hace años vivo en la calle como indigente a causa de la situación actual del país, así que me sentí identificado al oír el diálogo que tuviste con el patovica. Entiendo tu sentimiento. Quisiera que algún día alguien también me haga el favor como yo te lo hago a vos.
Una última pregunta, ¿podría escribir sobre esto? Quisiera relatar todo lo que has sufrido en tu último día de vida, quiero que el mundo conozca tu situación antes de ser muerte.
-Por supuesto, si así lo quieres, saldaré mi gran deuda de esa manera...
Adiós y muchas gracias, hermano del infortunio.

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