Capítulo Dos

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     Mientras espero las maletas, activo el plan de datos que va a costar un dineral a mis padres, otra cosa de la que tengo que ocuparme. Por suerte, ninguna de mis maletas se ha perdido y ya casi puedo sentir la victoria de haber superado este viaje. Comienzo a mensajear a la mujer con la que llevo hablando desde hace un mes, Heidi, creo que se llama, Heidi Lopata, y no puedo evitar imaginármela constantemente como la Heidi de los dibujos animados. Ella ya me había avisado de que el aeropuerto iba a ser un caos pero no me lo esperaba tan exagerado. Controlo el idioma perfectamente, o eso creo porque tengo unos cuantos títulos de inglés pero realmente nunca lo he tenido que utilizar y comienzo a ponerme nerviosa cuando tengo que preguntar por la salida y me comienzo a trabar al hablar por el nuevo idioma y la cantidad de gente que no para de darme pequeños empujones. Al final consigo salir fuera y respirar un poco de aire pero el ambiente no es mucho mejor, coches por todos lados que casi ni pueden pararse un momento. Heidi me manda un mensaje en el que me dice dónde me está esperando un coche y tengo que caminar un rato para poder llegar hasta ahí, donde me encuentro a un hombre moreno de ojos marrones que comienza a canear, me pregunta si yo soy Sofía Hernández y me coge las maletas para meterlas en el coche. Yo me quedo mirándolo hacer su trabajo un poco impresionada por sus buenos modales y veo como me abre la puerta y me hace un gesto para que entre, supongo que le pagarán bien por su trabajo ya que tener que aguantar a según qué personas debe de ser muy duro, casi tanto como tener que soportarme a mi casi todo el viaje haciendo preguntas sobre el país y encontrándome muy perdida. Descubro que se llama John y que tiene un gran conocimiento de historia y de datos estúpidos sobre Estados Unidos que me hacen reír gran parte del viaje. También que tiene dos hijas un poco más pequeñas que yo, que está divorciado y que no cobra mucho más que un taxista. Se podría decir que mi primera experiencia con un estadounidense ha sido muy agradable.

     Nos acabamos quedando sin temas sobre los que hablar y nos quedamos en silencio escuchando la radio y es entonces cuando puedo ponerme a pensar. Siempre he estado sola en esto, buscando castings todas las noches, esperando llamadas todos los días. Ahora también estaba sola pero no lo sentía así. Heidi me había dicho que su agencia necesitaba caras internacionales y que me querían a mi, me preguntó si tenía manager y le dije que no pero me contestó que no me preocupara, que ya estaba trabajando en encontrarme a alguien adecuado dentro de su agencia. No sé si ya habrá encontrado a alguien pero me preocupa mucho el hecho de que no tengamos una relación muy buena porque tu representante es alguien con quien tienes que llevarte bien, y eso era si conseguía a alguien.

     Cuando el coche se para delante de un hotel le pregunto a John si tengo que darle una propina o algo y se comienza a reír diciendo que no me preocupe, que está todo pagado y que seguro que acabaré triunfando. Le agradezco la ayuda y su comentario consigue animarme. 

     El hotel está en las afueras y deduzco que por eso es tan bonito, un hotel así en el centro costaría demasiado dinero como para gastárselo en alguien como yo. Después de un poco de papeleo me dan las llaves y subo, no sin un poco de dificultad por todas mis maletas, hasta el quinto piso. Cuando abro la puerta y dejo las maletas en la entrada comienzo con mi exploración del lugar. Las paredes son verde lima con flores un poco más claras dibujadas por todos lados, la televisión tiene un tamaño aceptable, el balcón da a un parque muy verde y, lo más importante, la cama de matrimonio es apta para mis saltos y mis volteretas. El lavabo es muy grande, con pica doble y paredes de mármol gris. Observo la ducha y casi puedo imaginarme a mi madre diciendo lo poco difícil que sería para los limpiadores echar un poco de lejía y me río yo sola, la echo mucho de menos, pero supongo que puedo limpiar yo misma la ducha ya que estaré aquí durante unos cuantos días. Mando un mensaje a Heidi que me había pedido que la avisara cuando llegara sana y salva y me contesta que mañana me visitará con una sorpresa, así que deshago mi maleta y ordeno todo en su sitio antes de que comience a sacar todo cuando lo necesite y el suelo acabe siendo mi armario, realmente necesito dar buena impresión. Lo último que coloco es la foto de mi familia, encima de la mesita de noche del lado derecho, en el que duermo.
     Salgo en busca de un supermercado para comprar champú y jabón, unas galletas y por supuesto lejía. Me alegra que los precios sean más baratos en casi todo de lo que eran en Barcelona y me quedo mirando las diferentes marcas de champú durante un rato y al final cojo la más cara, a diferencia del gel de baño que cojo la más barata. Hay que saber en qué cosas hace falta gastar. Pago con el dinero que había sacado de mi tarjeta en el aeropuerto y utilizo los pocos datos que me quedan para buscar una tienda de telefonía en el mapa. Paso mucho rato haciendo recados pero siento que el tiempo no pasa porque llegué muy temprano a Los Ángeles, pero no estoy cansada ya que me pasé casi todo el viaje durmiendo así que cuando llego a la habitación, ya con un móvil que puedo utilizar sin quedarme pobre y habiéndome duchado, llamo por Skype desde mi portátil a mi hermana antes de salir a comer. Calculo que ahí ya tiene que ser tarde y que seguramente Carlos ya esté durmiendo, así que es más fácil enfrentarme a ver a mi hermana que seguramente estará feliz.
     Contesta al cuarto toque y veo que está tumbada en el sofá de casa, probablemente la acabe de despertar de su típica siesta nocturna mientras ve una película.
     —¡Sof! Te veo genial, L.A. te sienta muy bien —dice mientras se pone sus gafas, por lo que sé que realmente no me está viendo y que solo soy una masa borrosa para ella.
     —Gracias, yo también lo creo. ¿Y cómo va por casa sin mi?
     —Oh, perfecto. Sabes, estamos muy tranquilos sin ti, te puedes quedar ahí a vivir si quieres —Nos reímos juntas hasta que se pudo escuchar claramente como Carlos gritaba desde la cocina que me odiaba y pedía a Lucía que dejara de hablar conmigo—. Lo siento, se le acabará pasando. Papá y mamá están con él, creen que es mejor hablar contigo cuando él no se entere, para que no esté en contra de todos... Mándame muchas fotos y cuéntame todo, ¿vale? Pero creo que será mejor que hablemos mañana, cuando todo se haya calmado.
     —Sí, claro, lo haré. Adiós. —Cierro el portátil sin esperar una despedida de ella y al momento me llega un mensaje de mi madre, Lo siento mucho, te queremos, todos y Carlos el que más. Me dan ganas de llorar y decido que no voy a salir de la habitación en lo que queda de día, ya habrá tiempo de explorar más tarde. Ya no tengo ni hambre.



He cambiado la manera de narrar, ¿la preferís así o como en el primer capítulo? Espero que os esté gustando, no tengo mucha experiencia en esto. Gracias por las estrellitas :)


Irreal | Noah CentineoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora