CAPÍTULO 5

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-          ¡Dios mío! – abro los ojos sorprendida – Gabriela, ayúdame a recoger estas botellas de whisky.

-          Sí, claro – tartamudea – no entiendo, él nunca es así. Es una persona muy responsable en su trabajo.

-          Responsable y todo, pero en este momento está jodido. En menos de quince minutos tiene una reunión muy importante – digo un poco alterada por mis nervios – ni con un café muy cargado le quitará la borrachera. ¿Alguna idea?

-          Sí, arreglemos un poco el desorden – asiente sin saber qué hacer.

-          Ayúdame a recostarlo sobre ese sillón – asiente, pero al intentar levantarlo, nos damos cuenta de que es demasiado pesado para nosotras.

-          ¿Cómo podemos ayudarlo? – me mira asustada – no hay ningún superior que pueda reemplazarlo.

-          Tengo una idea, confía en mí – la tomo de los hombros sacándola del despacho. Caminamos al ascensor, suelto un poco mi cabello dándole un poco de seriedad al asunto, y acomodo mi falda ajustada.

-          ¿Estás segura? – me mira algo asustada, sabiendo lo que voy a hacer – ¿no perderemos nuestro trabajo? – me mira con duda.

-          Tranquila, solo sígueme el juego – digo antes de salir del ascensor y tomar una actitud como toda una jefa. Mis compañeros me miran un poco sorprendidos. Entro a la sala de juntas observando a los empresarios, gracias a Dios no me tocó guiarlos hacia la sala, sino el plan no serviría en estos momentos. - Siento mucho la demora. Soy Janine Dávila y en este momento estoy encargada de la presidencia. El Sr. Britt está indispuesto y me solicitó estar en esta junta y resolver el problema, la cual estamos aquí reunidos – camino derecha hacia él, al centro de mi jefe - ¿Espero que no les moleste? Después de un largo viaje.

-          No se preocupe, hubiera sido peor que nos haya hecho subir a un avión por gusto - asiento a la respuesta del asiático.

-          ¿Alguna duda antes de comenzar? – digo cruzando las piernas dándole una vista sexy. Niegan con la cabeza. Observo a mi compañero que se encuentra en estado de shock. Le guiño el ojo para que siga la corriente.

Carraspea – Buenas tardes, señores. En esta tarde se hablará sobre la cierta indecisión de la cantidad de productos que debemos importar como empresa – media hora después de que Miguel terminará su explicación, comienza el debate entre los asesores de la empresa de un lado y de la otra empresa del otro lado.

Me levanto de la mesa, provocando que todos guarden silencio mientras camino alrededor, consciente de que están mirando mi trasero. Ruedo los ojos ante la idea.

Es totalmente desagradable.

-          Nuestra empresa se esfuerza por garantizar la satisfacción de nuestros clientes con nuestros productos. Esa es la base de nuestro negocio. Refiriéndome a esta discusión un tanto inútil y poco productiva para ambas partes, les sugiero que dejemos de lado la confrontación y evitemos generar más gastos innecesarios para su empresa, lo que solo llenaría nuestros bolsillos con sus impuestos. Además, podrían interpretarlo como un intento de estafa, algo que ninguno de nosotros necesita. Evitemos los conflictos y busquemos una solución que beneficie a ambas partes - concluyo.

-          Estoy de acuerdo – dice uno de los presentes, sorprendiéndome. Asiente y se levanta para retirarse, haciendo un gesto de despedida hacia mí. - Señorita Dávila, espero volver a verla pronto.

-          Con gusto - respondo, devolviendo el gesto antes de que los ejecutivos abandonen la sala, dejándome sola. Suspiro al escuchar los aplausos de mis compañeros.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora