➳ᴀꜱÍɴᴛᴏᴛᴀ → chanbaek

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《Narración por Chanyeol》

Te vi luciendo una chaqueta de mezclilla esta noche, tu cabello castaño y rebelde moviéndose para todos lados mientras bailabas alegremente con ella, entre medio de las luces parpadeantes azules que te hacían ver completamente irresistible e inalcanzable.

Es irónico porque es justamente lo que eres, irresistible e inalcanzable.

Te veías completamente sublime, y créeme que he visto cosas hermosas y fascinantes, pero tú superaste mis expectativas. No pude dejar de mirarte durante toda la noche, pero oye, es tu culpa. Me distraje algunas veces y dejé de hacerlo, lo juro, pero en algún momento te volví a mirar. Y te atrapé mirándome también.

Te confieso que no la estaba pasando tan bien mientras observaba como la sujetabas de la cintura, pero en cuanto me notaste, me sentí feliz, deseando que dirigieras tu vista de nuevo a mí, otra vez. Pero no lo hiciste dos veces. De igual manera no perdí la esperanza y me quedé allí, sentando a un lado sin quitarte los ojos de encima, esperando que miraras. Pasaron los minutos y tú seguías bailando con ella, sonriéndole y mirándola como si fuera lo más maravilloso del mundo.

Para mí, tú eres lo más maravilloso de mi mundo.

Examiné tu rostro y expresiones cuando estás con ella, y noté algo.

Eres feliz.

Te ves feliz.

Te vez feliz con ella y eso duele.

Me duele mucho.

Salí de ese bar con un insoportable dolor en mi pecho y estómago. Te aseguro que no tiene nada que ver el alcohol que consumí excesivamente mientras te observaba.
Mis náuseas y punzadas en mi corazón se debían al beso que le diste. Cuando la besaste sin escrúpulos ni preocupaciones, haciéndome sentir patético y miserable por desear y pensar cosas imposibles.

Mientras tú estás amándola a ella.

Eran las tres de la mañana y la luz de la luna me estaba siguiendo como el joven solitario que soy. La noche en Seúl era brillante, pero la luna opacaba todo tipo de luminosidad artificial. Caminé lejos del lugar, con la decisión de volver a casa, nuevamente fracasando en mi intento de acercarme a ti.

Lo admito, jamás lo hice.

Jamás me acerqué porque sé que no soy lo que necesitas, y si lo fuera, dejarías de necesitarme. Metí mis frías manos en los bolsillos de mi pantalón mientras rechinaba silenciosamente mis dientes.

Las noches de enero son realmente gélidas. Escuché algunos pasos cerca. Admito que me asusté, esperando que cualquier persona viniera detrás de mi.

Menos tú.

Me quedé estático y como un tonto, viéndote caminar con sutileza pero a paso rápido para alcanzarme. Cuando lo hiciste, sólo me miraste y me sonreíste. Mi corazón latía a mil por hora, creo que lograste escucharlo.

Me dijiste «hola» por primera vez.

Me sentí torpe y mi lengua se encogió dentro de mi cavidad bucal, tan nerviosa como yo. No contesté, sólo asentí con mi cabeza, saludando de esa manera torpe mientras continuaba caminando contigo a mi lado a paso lento. Me preguntaste si era mudo y luego reíste porque tampoco contesté. Podría grabar tu inefable risa y reproducirla toda una vida. Continuaste hablando sobre cosas que no presté demasiada atención porque me dediqué a oír el dulce sonido de tu voz. Me dijiste que era muy entretenido pasar el tiempo conmigo aunque no dijera nada. Mi corazón dio brincos dentro de mi caja torácica cuando me sujetaste del brazo, frenando mi paso. Me miraste fijamente y sonreíste.