Capítulo 9: Eneagrama

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        Me siento incómodo. Mi mente está inquieta. Siento caricias, y a la vez brisas frías en mi espalda. Encerrado en mi habitación como todas las noches, me veo rodeado de dibujos que hice de ella conmigo. Tengo en mi mano un cuaderno donde redacto todos los días lo que pasamos juntos. Poemas que le escribo y sus hermosas cartas. 

         De repente, el tiempo ya no tiene sentido y el espacio parece infinito. Sin embargo, siento que quiero quedarme inmóvil donde estoy. Me siento tan tonto al caer así, pero no siento la necesidad de levantarme. De a momentos me siento un ser hermoso, amando. Otros momentos me repugno de mí mismo.

        Yo la creé y la amo, pero les juro que ella prescinde de mí. Ella es independiente. Ella tiene una vida aparte de aquello que yo construí. Ahora ella me creó y ella me ama, sólo que yo no prescindo de ella. Yo no soy independiente. Yo no tengo una vida aparte de aquello que ella construyó. Yo soy puramente un producto de su persona y funciono según sus caprichos. Soy su títere. Me hace escribirla y lo hago. Ella me compensa con sus cartas.

        Tras tanto insomnio me encuentro con una poesía sobre ella en mis manos:

Dulce fémina,

el sabor a miel

que decora tu cuerpo,

desfila sobre mis labios.

El perfume natural a jazmín

que te distingue

de los demás mortales,

no me deja dormir.

El sonido suave

de tu voz al cantar,

quedó impregnado en mí

y me eriza la piel.

El frío de tus manos

cuando las tomo al caminar,

me hacen sentir vivo,

me hacen saber que todo ésto es real.

La vívida imagen de tu persona,

los colores que nacen de tu presencia,

me incitan a querer llevarte lejos

para que yo sólo pueda mirarte.

        Con cierto miedo, la metí en un sobre con el título: "Despiertas todos mis sentidos". Un poco empalagante, pero demasiado real. Tan real que me abría el pecho y dejaba mis órganos a la intemperie del frío del exterior.

        ¿Qué es lo que soy? ¿Qué es lo que no soy? ¿Lo que escribo define aquello que soy? ¿De quién me enamore y de quién no? ¿A quién le abro mi pecho? ¿A quién le tengo miedo, pero a la vez en quien más confío? Carmelina me hizo olvidar quién soy y jugó conmigo. Jugó con mi persona, me moldeó a sus gustos y yo me dejé. Yo soy su obra. Ella escribe poesías. Escribe cartas. Me dibuja. Hace que no me duela ni me asuste la locura misma, obligándome a entregarme.

¿Qué es el hombre entre las rocas y las nubes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora