Hinata salió de casa y comenzó su camino. Durante todos estos años había estudiado la ruta perfecta para ahorrar hasta el más mínimo segundo. En total, 14 minutos de camino que estaban perfectamente calculados y que dependían al final del momento de la partida en el que se encontrase su novio. Porque sí, Kiba prácticamente estaba todo el día jugando a videojuegos. No se quejaba de eso, a ella le encantaba pasar una tarde de relax jugando con él en el sofá de su casa, pero a veces le resultaba pesado encontrarse en esa misma situación una y otra vez.
-¿Sí? -La voz era de una mujer, posiblemente de la hermana de Kiba.
-Soy yo -dijo y al instante sonó el desagradable pitido que indicaba que la puerta estaba abierta. Había llegado a tal punto de confianza que ya la reconocían sin que hiciera falta que dijese algo más.
Entró en el portal y subió andando por las escaleras. Al llegar arriba, la puerta estaba abierta. Cerró tras ella y saludó a la hermana de Kiba, quien estaba tirada en el sofá del salón.
-Está en su habitación, como siempre -añadió a su saludo.
Asintió y siguió el pasillo. Se conocía esa casa tan bien como la suya. El sonido de batalla le indicó que le había pillado en el peor momento de la misión. Esperó unos instantes, haciendo tiempo para que la situación se calmase y para que ella misma dejase de temblar. No podía entrar así a hablar con él, había tomado una decisión y no quería que viera ningún signo de debilidad.
A pesar de su gran afán y la cantidad de tiempo que invertía en los videojuegos, Kiba había conseguido plaza para estudiar veterinaria en Tokyo. Hinata se alegraba por él, ese era su sueño, pero también lo hacía por ella. La habían aceptado en enfermería en la universidad de Konoha y, aunque no era ni mucho menos tan prestigiosa, era justo lo que quería. Esa plaza le permitía estar cerca de su familia, de sus amigos y seguir trabajando de voluntaria en el hospital, además de que la mantenía alejada de Kiba. En realidad, no es que quisiera alejarse de él, le quería y se llevaban muy bien, pero ella ya no sentía lo mismo por él. Puede que nunca lo hubiera sentido y que simplemente hubiera confundido la amistad con el amor, pero es que estar cerca de él había sido tan sencillo siempre que pensó que eso bastaba para iniciar una relación. Sin embargo, no era suficiente. No podía negar que Kiba la trataba muy bien, pero eso no era lo que ella quería.
Dentro dejaron de oírse los disparos del juego e Hinata aprovechó para entrar. La habitación de Kiba estaba tan desordenada como siempre, era un caos, pero al menos siempre tenía libre un puf en el que Hinata se solía sentar. Kiba se giró al verla.
-Ey, hola, ¿qué tal? -dijo, fijando los ojos en la pantalla de nuevo-. No te he oído llegar.
Hinata se acercó y le dio un beso en la mejilla.
-Lo sé.
Se dejó caer en el puf y esperó a que acabase la partida. Varias hordas de zombies después, Kiba dejó el mando y se sentó junto a ella. Comenzó a acariciarla e Hinata sabía lo que pretendía, con él casi siempre funcionaba así. Primero iba el sexo y luego lo demás, aunque nunca la presionaba para llegar más allá de lo que ella quería. Sin embargo, ella hoy no quería que las cosas transculleran así. Antes de que él comenzase a besarla, frenó.
-Kiba, creo que tenemos que hablar -dijo, sin saber bien como empezar. Era un maldito cliché, pero era lo más claro y útil.
Kiba se removió en el asiento y se enderezó.
-¿Qué pasa?
-He estado pensando sobre nosotros -comenzó-, sobre nuestro futuro. Vamos a estar cada uno en una punta y no sé cómo afectaría eso a la relación.
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Lo que no nos cuentan del amor (Naruhina AU)
FanfictionHinata, tras mucho tiempo pensándolo, se da cuenta de que no puede seguir con Kiba. Se conocen desde niños y llevan toda la secundaria juntos, pero siente que no está enamorada de él, lo ve más bien como su mejor amigo. Ahora ambos van a entrar en l...