✾Capítulo 5: Error.

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Fernando en multimedia

Salgo de trabajar con un único objetivo en mente: ir directamente hacia la clínica. Cumpliré mi promesa de ver a Jacobo y hablar con él; luego de ello jamás volveré a ese lugar, Fernando se ha comportado como un idiota conmigo, nunca debí aceptar su regalo, nunca debí ir a ese lugar, así que hoy cerraré este capítulo. 

Juan aún no ha llegado, y sinceramente, dudo que lo haga pronto. Fernando, por su parte, me ha estado evitando, y no conozco a nadie más en esta ciudad en la que recién me he mudado.

Subo por el ascensor y me dirijo al cuarto sin cristal en la puerta. ¿Por qué Fer tiene a Jacobo encerrado en el único cuarto sin visibilidad? La situación es sospechosa, por decir lo menos.

―Creí que no vendrías―dice Jacobo sin ni siquiera mirarme, como si estuviera esperando mi llegada.

Sabía que reaccionaría así.

―Siempre cumplo mi palabra―respondo, colocando mi trasero en la camilla que está a escasos centímetros de él.

De repente, Jacob se levanta de su silla y queda a centímetros de mi rostro, su presencia imponente y su mirada penetrante me hacen sentir incómoda.

―¿Qué te ha dicho ese hijo de puta? ―susurra en un tono tenebroso, su mandíbula apretada con fuerza.

Trato de mantener la compostura, pero sus ojos, esos malditos ojos, me desconcentran por completo. Intento no sostenerle la mirada, pero mis ojos caen inevitablemente en sus labios.

¿En serio? ¿Ahora me quedaré hipnotizada con sus labios?

―Nada, no me ha dicho nada―logro articular, tragando fuerte.

Puedo sentir su respiración acelerada, puedo sentir sus pestañas casi rosar las mías, siento su aliento a menta, su olor corporal que me recuerda a pinos. Intento pararme de la camilla lo cual impide, poniendo sus grandes y suaves manos sobre mis piernas, haciendo que inhale fuertemente.

―¿Por qué no me crees? Él no ha dicho nada ―insisto, tratando de mantener la compostura.

Jacob permanece inmutable, su mirada fija en la mía, y de repente, su rostro se acerca al mío, sus labios casi rozan los míos.

―Que sea cierto, Anastasia. No me mientas ―susurra con voz ronca, su aliento cálido acariciando mi piel.

Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y trato de alejarme, pero sus manos grandes y suaves se posan sobre mis piernas, impidiéndome moverme. Me siento atrapada en su proximidad, en su aura de peligro y misterio.

―Tu enfermera no tarda en llegar ―logro articular, sintiendo el pulso acelerado de mi corazón.

Jacob se separa un poco de mí, permitiéndome respirar de nuevo. Pero antes de que pueda dar un paso hacia la salida, su voz me detiene.

―Espera ―dice con impaciencia―. ¿Me podrías dar un abrazo?

Lo miro con incredulidad, sorprendida por su repentino cambio de actitud. Sin embargo, asiento con cautela y me acerco a él.

Abro mis brazos, y Jacob me rodea con los suyos, su cuerpo tan cerca del mío que puedo sentir su calor irradiando sobre mi piel. Duramos abrazados unos segundos, y justo cuando estoy a punto de alejarme, Jacobo me retiene con brusquedad.

―Espero verte esta noche ―susurra cerca de mi oído, su aliento cálido enviando escalofríos por mi espalda.

Me separo de él con rapidez, sintiéndome confundida y desconcertada por la intensidad de la situación. Jacobo simplemente me observa con esa mirada enigmática, y yo no puedo evitar sentirme atrapada por ella.

Obsesionado por ti ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora