Fiebre

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Por Dios Yulia, estás congelándote, toma ponte mi abrigo, dijo la pelirroja mientras empezaba a quitárselo... No, dijo Yulia, dame un segundo, me pondré otro abrigo que tengo en el auto. Los padres de Lena se acercaron y abrazaron a su hija quien les dijo brevemente lo ocurrido, el auto se detuvo, Yulia le ayudó y allí estaba, al tiempo los amigos de los padres de Lena bajaron a saludarla y miraron a Yulia despectivamente mientras ella se ponía el otro abrigo y quitaba la cadena que había atado a los dos autos... Yulia lo notó.

Gracias por haber ayudado a nuestra hija, dijo Sergey, mientras buscaba su cartera en el bolso del abrigo, le debemos algo... ¡Papá! –interrumpió Lena- disculpa Yulia, no se que decir... Yulia estaba molesta, la habían ofendido, por qué creían que hacía las cosas por dinero?- fue un placer Lena, me marcho, tengo que llegar a la cabaña, dijo Yulia, no es nada señor, fue un gusto, adiós... Yulia sólo le dirigió una mirada a Lena con la cual se despedía, subió a su auto y se retiró le lugar.

Yulia se maldecía a sí misma, por qué no había dicho nada?, ella no era así, esa gente la vio con desprecio y no hizo nada, el frío había sido demasiado, se estaba sintiendo mal, al fin, dobló a la izquierda en cruce a su cabaña, allí estaba, oscura y pequeña, pero sin duda más humana que toda la gente de aquel palacio, a excepción de Lena, por supuesto.

Papá, no debiste tratar a Yulia de esa manera, -le recriminó Lena a su padre- lo siento princesa, pero pensé que a esa chica le haría falta el dinero, no fue mi intención ofenderla –concluyó Sergey.

Pero fue bueno que se retirara molesta, dijo Vlad, el vecino amigo de la familia, quien había mirado con desprecio a Yulia- esa chica no es precisamente alguien con quien te quieras relacionar Lena, es una chica problemática... a mí me pareció una buena chica, me ayudó, por qué dices eso de ella –preguntó Lena-
Pues ella vive en una de esas cabañas que están río abajo, como a cinco kilómetros, la conocemos desde chica, siempre con los muchachos, haciendo escándalos en el río, bebiendo, fumando y cantando hasta altas horas de la noche, incluso... Incluso qué? –preguntó la mamá de Lena, quien tenía una cara de preocupación, su hija había estado con casi una "delincuente"- Incluso –continuó Vlad- trae vergüenza a este lugar, algunas veces trae "amiguitas" desde Moscú, es una de esas que se acuesta con chicas, una lesbiana.

La madre de Lena casi tiene un infarto, Lena tenía esta cara de extrañeza, Yulia era buena chica y si en efecto era lesbiana eso no era un delito, es más, quizá fuera una ventaja.
Pues a mi me sigue pareciendo una chica muy buena y amable, ninguno de los que pasó por el camino se detuvo y eso que uno de tus hijos pasó Vlad, creo que fue Dimitri –dijo Lena- además no es un delito que le gusten las chicas, en ese momento vio a sus padres, se la comían con los ojos, cómo su niña iba a decir semejante cosa...vienes muy cansada Lena, dijo su padre, mejor hablaremos de esto mañana, comamos y descansemos, mañana será otro día.

Yulia abrió la puerta de la cabaña y distinguió la silueta del piano, su amado piano, cargó todo lo que traía, maleta, abrigo, víveres, que no eran más que jamón, pan y algunas latas, en fin, todo lo que necesitaba y encendió las luces, debía buscar leña para la chimenea sino moriría de frió, por suerte encontró algo de leña que había dejado la vez anterior, cuándo había sido? Ah si, la vez que vino con esa chica, cómo se llamaba? Katy o Katia, era chistoso, ya no le importaba, ahora su mente tenía una nueva inquilina, una inquilina permanente...Lena.

Lena daba vueltas y vueltas en la cama, no podía dejar de pensar en Yulia, en su sonrisa, en sus ojos, en la mirada que le dirigió cuando se marchó molesta y ofendida, mañana, dijo Lena, mañana la veré y le pediré disculpas, quizá no haya sido tan malo después de todo el que su padre hubiera dicho aquello, ahora tenía la excusa perfecta para ir a buscarla.

Yulia durmió, pero no fue un sueño tranquilo, después de tomar un baño caliente y hablar por teléfono con su madre se había ido a la cama del cuarto de sus padres, que era donde ella dormía cuando iba sola... o acompañada, apenas comió un poco de carne que había sacado de una lata, la fiebre se fue apoderando de su cuerpo y la venció, estaba dormida pero sólo porque su cuerpo estaba rendido ante la fiebre, no cabía duda el frío sí había sido demasiado.

La mañana estaba preciosa, Lena abrió los ojos muy temprano, en realidad había dormido muy poco pero se sentía feliz, vería a Yulia nuevamente. Bajó a desayunar, la comida estaba bien, el rumor del río hacía de ese momento una verdadera delicia. Lena comió pausadamente, disfrutó de los sabores y los olores, si, haber ido a la casa del río había sido una buena idea, iría a casa de Yulia cerca del medio día, la invitaría a comer y ... Hola hija, dijo Sergey dándole un beso a su retoño y sacándola de sus dulces pensamientos, hola papá cómo amaneciste? Contestó la pelirroja – pues no tan bien como tú, te ves radiante, pareces contenta o es mi imaginación –dijo con una sonrisa el padre de la chica- nada especial, mintió, papá me prestarías tu auto, quiero ir a agradecerle a Yulia lo que hizo, ayer no pude darle las gracias, tú sabes por qué, dijo viendo a su padre a los ojos- claro, te lo presto... por qué tienes que ir a ver a esa chica?... dijo desde atrás Innesa, la madre, no creo que sea necesario... Mamá, por favor, Yulia fue muy amable y creo que se lo debo, dijo Lena sintiéndose mal por el tono que usaba su madre al decir "esa chica"... déjala, intervino Sergey, una niña bien educada como Lena debe demostrar en todo momento exactamente eso, su buena educación, agradecerle es lo correcto, además, nuestra niña no es ninguna tonta, no permitiría jamás dejarse influenciar por una chica sin dirección. Lena calló no quería problemas.
Lena se bañó, se arregló y sin proponérselo se estaba arreglando para causar una buena impresión, la chica a la que iba a ver sentía atracción por las mujeres así que no estaba de más verse bien. Bajó con el bolso en la mano y ante un segundo pensamiento, sacó solamente un poco de dinero de la cartera y su identificación y los guardó en el bolsillo posterior de sus vaqueros, ella sabía que esos pantalones le estaban quedando un poco justos, eso era bueno, su figura en ropa ajustada era todo un espectáculo. Tomó las llaves del Mercedes Benz de su padre y salió de casa.

Yulia estaba en la cama, ardía en fiebre y no podía salir del intranquilo sueño que ésta le producía. Apenas era consciente de que estaba mal, la leña en la chimenea se había acabado al filo de la media noche, así que se había arropado con todo lo que tenía, ahora no estaba haciendo tanto frío, pero ella así lo sentía a causa de la fiebre.

Eran quizá las doce cuando Lena se detuvo en la carretera para preguntar por dónde podía quedar la cabaña de Yulia Volkova, no tuvo necesidad de preguntar nada, justo al frente se encontraba el auto de Yulia estacionado bajo un roble, Lena notó el cambio de ritmo de su corazón al saberse cerca la chica de cabello oscuro y mirar penetrante. Que bien –dijo para sí- ella está en casa... se arregló un poco el cabello apenas consciente de que estaba dispuesta a coquetear, se introdujo al auto y viró para introducirse al sitio.

Llamó a la puerta unas tres veces y no obtuvo respuesta. Pensó que quizá Yulia estaría cerca de allí pues su auto la delataba, caminó un poco por el lugar y observó cómo a unos cincuenta metros estaba la orilla del río, el sitio le gustaba, era tranquilo. Al no ver a Yulia por ningún lado hizo un nuevo intento, pero por la puerta trasera de la cabaña; al tocar la puerta ,que estaba abierta, cedió suavemente, Lena volvió a hablar –Yulia- dijo con voz suave... nada. Caminó por la pequeña estancia, notó que aunque no estaba ricamente amueblada era un sitio acogedor, notó el piano, a ella le encantaba escuchar piano, sus notas la transportaban a otro mundo. Subió los escalones y se encontró en ese pequeño pasillo abrió la puerta de la derecha y encontró la habitación de Yulia, lo sabía porque todo lo contenido allí eran cosas de una chica, la pequeña cama, las fotografías en la mesa de noche, muñecos y juguetes... rió un poco para sí, ese era el mundo de Yulia y ella quería pertenecer a él. Salió de la habitación y abrió la puerta que se encontraba en el medio, nada, era el baño, así que no le quedaban más opciones, era la puerta de la izquierda. Al abrirla la imagen la llenó de ternura, sintió cómo las lágrimas estaban tocando las puertas de sus ojos, Yulia estaba hecha un ovillito, dormía, arropada con muchas frazadas, Lena había notado el frío del lugar al entrar pero venia bien abrigada, se acercó a la cama y sin detenerse a pensar pasó su mano por la frente de Yulia, suave para no despertarla, pensó, al sentir la piel caliente de la trigueña retiró la mano para volverla a colocar en el mismo segundo, ¡Por Dios! –exclamó- Yulia, háblame, decía mientras sacudía un poco a la pequeña, cuando se percató de lo que hacía, estaba parada en el área de la cocina buscando algún recipiente, encontró una olla y subió con ella, la llenó de agua fría del baño y tomó una toalla, sabía que debía bajar la fiebre de Yulia, se sentó a su lado e introdujo la toalla en el recipiente, exprimió el exceso y la colocó en su frente mientras seguía hablándole. Yulia, responde por favor –suplicaba la pelirroja- abre los ojos, por favor Yulia, contéstame; al cabo de unos minutos Yulia abrió los ojos y sonrió a la pelirroja, volviendo a cerrar los ojos, ¡Yulia! Contesta – gritó un poquito Lena-  

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora