En el momento en que las luces se apagan, sube el volumen de la música, y todos van a bailar... ese momento en el que piensas en esa persona.
Lo que me pasó fue el vals, ese maldito vals donde la cumpleañera baila con su padre, ese el cuál nunca apareció en ninguno de mis cumpleaños.
Es tu cumpleaños número 15, (en algunos países son los dulces 16) se supone que tienes que entrar con tu padre, el hombre que te apoya en ese momento y te quiere. Entran, saludan y sacan fotos; luego viene el vals, se acercan, bailan muy emotivos y demás. Todos los miran con ternura. Borremos eso.
Es tu cumpleaños número 15, despiertas, un mensaje de tu padre diciendo que no irá a tus quince, lo ignoras puesto que ya sabías que pasaría. Tratas de arreglarte para pasar bien tu día, les preguntas a tus dos hermanos si pueden acompañarte a entrar, ellos ya sé habían preparado por que también lo intuían.
Llegas al lugar, entran, nada se siente como lo esperabas pero te esfuerzas por tu madre que fue la que hizo todo el trabajo. Bailas el vals con tus hermanos y eso es suficiente, no vino nadie de tu familia. Terminas borracha y llorando por las personas estúpidas que no fueron, no disfrutaste nada y que todo el esfuerzo que pusieron tus hermanos, tu madre y vos no sirvió de nada. Pero bueno, algo es algo, no obtenemos lo que queremos siempre y hay que entender eso.(Nota 2021: Hoy en día solo me enfoco en lo lindo de ese día con algunas personas que me distrajeron de lo malo.)