Avanza por el sendero, la mujer de cabello avejentado. Tiene una pequeña maleta en la mano. Lleva pocas cosas, solo lo necesario para una visita rápida. Le cuesta. Cada paso que avanza por ese lugar, la tristeza la consume, todavía no lo ha superado Su esposo…Su hija…Todo le recuerda a ellos, aunque nada esta como la última vez que ella estuvo allí. Pero está decidida a avanzar, cueste lo que cueste. Frena delante de una puerta verde, la toca. Una mujer más joven de cabello castaño oscuro le abre. Pronto se reconocen y se abrazan fuertemente. Tanto tiempo ha pasado ya. Ambas se sientan en un sillón junto al fuego. Pero pronto son interrumpidas por una niña de 8 años que entra en la casa, la visitante se emociona. ¡Niños! Es lo último que esperaba ver en esa casa, pero en cuanto ve el vestido de la pequeña, se emociona mucho más y los ojos se le llenan de lágrimas. El vestido de la niña, perteneció a su hija, el vestido que uso en su primera cosecha. Por la puerta entra un hombre, de la misma edad de la dueña de casa y en sus brazos un pequeño que todavía no ha cumplido los 4 años. Sonríe, por primera vez en mucho tiempo sonríe, Esos pequeños la hicieron sentir una felicidad que creyó que ya nunca podría sentir. Sonríe como nunca en muchos años. La Sra Eveerden ha encontrado un motivo por el cual jamás volverá a irse de allí.