[1]

8 0 0
                                    

Lo miro a los ojos y sé lo que piensa. Me adueño de sus pensamientos infames con la misma facilidad con la que el hombre frente a mí se hizo con el dinero que su hijo ganó con no poco esfuerzo.

Nos hallamos en el salón de su casa. Es la primera y última vez que entraré a este hogar, sin embargo no me detengo a admirar la decoración, la disposición de los muebles o la cantidad de luminosidad que permiten pasar las cortinas. De todas formas es de noche y la luz  blanquecina que entra a través de estas sólo me sirve para ver alumbrado tenuemente su rostro deformado en espanto. En un temor apabullante. Estamos de pie el uno frente al otro, pero nuestra compostura es distinta distinta. La mía algo más amenazante, apuntándolo con la pistola, y él como expuesto a cualquier peligro, con las manos vacías en el aire. Estas son su única defensa, sus manos desnudas, y no servirán de nada si se me ocurre disparar de repente.

Lo observo con mis ojos oscuros entrecerrados y le impido mover la boca para otra cosa que no sea soltar palabras de arrepentimiento. Estaba a punto de gritar por auxilio. Lo he leído en su mente antes incluso de que su cerebro procesara la idea.

Cargo la pistola con la que le estoy apuntando, asegurándome de que el sonido reverbere hasta sus orejas de cerdo revolcado y lo escuche claramente. Lo hace y el miedo le provoca espasmos internos a pesar de que su cuerpo se ha quedado rígido en medio del salón. Está paralizado y no soy yo. Lo juro. Es su propio miedo el que le impide emprender cualquier intento de escapatoria.

—Redímete —ordeno con voz áspera y ronca. Me sorprende la guturalidad de mi propia voz, es la primera vez que pronuncio palabra en todo el día.

El hombre frente a mí da un respingo y una lágrima inconsciente rueda por sus ojos. Inclino leve y lentamente la cabeza preguntándome cuánto sufriría si disparara a su nariz de puerco y quedara vivo. El sólo movimiento de mi mirada oscura le causa escalofríos. Mi apariencia no es imponente, pero sí intimidante.

En el fondo lo que hago es un acto de bondad. Libro el mundo de un defecto.

Este hombre, dios lo tenga dentro de poco en su gloria, es un padre soltero de casi 50 años que se niega a dejar libre a su hijo ya mayor de edad, al que le ha robado todo el dinero de la beca universitaria que le costó sangre, sudor y lágrimas. Lo he leído en su mente cuando me lo he cruzado en la cafetería, pero ya era tarde. La bolsa con los billetes descansaba en el fondo de un contenedor hace tiempo. Su hijo aún no lo sabe, ha terminado su turno de tarde hace cinco minutos y aún cuento con veinte minutos de aquí a que llegue para realizar mi trabajo y desaparecer. Son las 22:05.

—Arrepiéntete de tus acciones —gruño casi en un grito, mi voz retumbando en las paredes como si se estuviera alejando, desvaneciéndose en el eco. Me exaspera con mayor facilidad este tipo de gente cuando permanece callada.

El hombre se deshace en lágrimas y temblores, dejándose caer de rodillas al suelo.

Afuera en la carretera un coche silencioso para a toda velocidad, iluminando en un corto intervalo de tiempo su rostro derrotado y confundido. 

—¿Q-quién...? —titubea sin llegar a completar nunca la pregunta. Todos preguntan lo mismo cuando aparezco frente a ellos como el ángel de la justicia. El señor se encuentra demasiado intimidado por mi intensa mirada como para siquiera mover un dedo. —L-lo sie-ento... —dice con la intención de engañarme para que lo deje escapar con vida. Pero yo no le he ordenado que se disculpe (una disculpa son solo palabras vacías y este hombre ni siquiera sabe qué es lo que ha hecho mal), si no que se arrepienta.

—Mientes —manifiesto con voz sentenciadora y disparo. No a su nariz, si no a su cuella esperando que con suerte la bala toque donde debe tocar y muera sufriendo. No lo siente de verdad y me ha bastado mirar sus ojos para saberlo. —No has conseguido el perdón, por lo que tu próxima vida será en el infierno —expongo como un tribunal dictando sentencia al acusado. 

Hoy haré que des las graciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora