1 Simon

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Hormigueo.
Hacia un año que perdí hasta la última gota de mi magia al entregarsela al Insidioso Humdrum, a Simón Snow. Desde ese momento, la sensación de ella desapareció y no hubo más señal de su presencia.
Esperábamos que en cualquier momento los huecos de magia se llenaran por completo, o al menos poco a poco como un vaso de agua en una gotera. Pero aún no a pasado nada.
Baz asegura que no percibe más mi magia desde aquel día. Incluso temí que me dejara después de perder mi magia, pero no lo hizo.

-Ahora hueles a té, Simon... -había dicho, humedeciendo su labio y tomando mi cola enrollada en su mano.- No más humo ni azufre, pero aun sigues siendo un desastre.

El Hormigueo persiste, así que me incorporo de la cama apartando mi sábana de mi pecho y dejándola a la altura de las rodillas. El sudor se a filtrado por mi espalda desnuda hasta la cola roja que me acompaña. Desde que estás alas y esta cola me acompañan es cada vez más incomodo estar en la cama, a provocado que Baz busque comodidad en el sofá de la habitación. Hoy, Baz aun duerme a mi lado. Sus colmillos se asoman por debajo de sus labios, dándole el aspecto de tener la boca inflamada y me pregunto a cuantos de los gatos del vecindario ha dejado secos esta noche.
Acercó mi mano y muevo un mechón de su cabello que invade sus labios, mis labios. Y los beso con sigilo.
Ya me acostumbre a la sensación de su boca sobre la mía, ahora es más adictiva. Cada noche, cuando las pesadillas me despiertan, me es inevitable volver a ver a esos colmillos sobresaliendo de esos labios que tan loco me tienen. Me reconforta que él está aquí para mi y que incluso después de todo, nunca se fue.

-Por la justicia.- susurró, sin siquiera darme cuenta.-

Acostumbrarme a ser un normal no a sido tan difícil. Nunca dependi mucho de la magia y lo único para lo que estaba era para explotar como una bomba de tiempo y causar mas huecos mágicos. Aún así hice listas de lo que extraño de ella, como de costumbre.

Las cosas que más echo de menos de la magia.

Nº 1
Mi espada

Aún extraño blandir mi espada. Siempre fui bueno en eso, y dejarlo me pesa. Penelope insistió en que me uniera al club de esgrima, pero sabia que no sería lo mismo, le dije que no. Baz estaba de acuerdo conmigo.

-Bunce debería de entender que no necesitas más chicos a tu alrededor. No es así, ¿Simón?

Nº 2
Agatha

Extraño a Agatha, aveces. Aunque pensaba sacarla de las listas, era inevitable no pensar en ella. Extraño las navidades que nos echábamos en las alfombras de su gran sala. Aveces desearía saber dónde está ahora. Aveces desearía no haber sido tan injusto con ella.

Nº 3
El té y bollos de Watford

Quizá una de las cosas que mas extraño, son los bollos de cereza y la hora del té. Digo, el té de los normales no está mal, y los bollos de cereza con mantequilla no son malos. Pero extraño el sabor que tenían al estar rodeados de magia, Watford, Magos, Magia.

Nº 4
Mi habitación

Mi habitación con Baz. Extraño la ventana por la que se colaba el haz de luz que dividía su cama con la mía. El sentimiento de saber que en esa torre, era para mi solo, para mi y baz.

Nº 5
Watford

No hago más listas de las cosas que hecho de menos de Watford. Ahora Watford está en la lista. Aún no se el porqué extraño la escuela, nunca me fue muy bien con las clases de magia,  pero aún así la extraño. La extraño mucho.

Mi psicóloga dice que dejar las listas seria una buena forma para no ponerme triste. Pero tal vez se equivoca. Recordar me hace sonreír aún cuando me sienta mal hacerlo.
Además, el recordar esa magia que me acompañó durante tanto tiempo, me hace creer que no soy diferente a Penelope, tampoco a Baz. Me hace creer que aún soy como ellos y me hace sentirme incluido cuando hablan de magia, como si fuese yo el miembro viejo del grupo que a pasado por tantas experiencias, y que ahora solo disfruta de su jubilación.

-Por el valor.

Las cosas con Baz han mejorado desde que nos mudamos juntos. Aún hay esos momentos de silencio en el que nos limitamos a tomar nuestras manos, pero tal vez sea normal en las relaciones. ¿Nos tomábamos las manos con Ágatha? No puedo creer que haya olvidado algo así.
Aún no se si soy gay, digo, estoy con Baz, y lo amo con locura. Pero es eso, sólo lo amo a él, sólo lo veo a él. ¿Me hace eso gay?
Una noche le pregunté a Penny. Estaba leyendo  un libro mas grande que su cara, y casi rompe la mesa de cristal cuando dejó caer el pesado libro sobre ella.

-¿Que quieres decir?- Tenia el ceño fruncido y pretendía no prestar mucha importancia.

-Lo que escuchaste. Aún no estoy seguro.

-¡Por Crowley Simon! Has pasado un año entero besándote esos dientes saltones y agobiándome con el coqueteo interminable. ¿Que más quieres para darte cuenta?

Retomó el libro con dificultad y cambio el tema deprisa.

-En defensa del débil.

El té casero es una de las cosas que más me gusta de ser un normal, aún extraño el té de Watford. Pero no tarde mucho en aprender a hacerlo por mi mismo, y verdaderamente es una buena terapia ocupacional, sin mencionar que cada vez soy más bueno y amo ver la expresión de Penelope para luego intentar ocultarla.

-No está nada mal, Simon.

Nunca imagine que habrían tantos tipos de té, realmente me gustan demasiado. Y Baz siempre insistía en que aprendiera uno nuevo cuando lo agobiaba con el mismo una y otra vez.

-¿Alguna vez dejarás el té, Simón?

-Tal vez el día que tú me dejes a mi.

Baz me miro como antes, como si fuese a atacarme.

-Por Aleister Crowley, Simon... Mi vida ya es tuya.

-En presencia de los poderosos.

Las criaturas mágicas dejaron de venir a mi una vez que perdí mi magia. Penny asegura que fue porque no tienen ya un motivo. Es decir, ya no soy yo una amenaza para ellas. Solo querían proteger la magia, protegerla de mí y ahora que se a ido, no hay nada que les robe la paz.
Aún hay rumores, que muchas criaturas mágicas aún se comportan de manera agresiva, pero Baz dice que no hay que creerlo, solo es el miedo colectivo que se generó con la noticia del Dragón atacando Watford. Yo le creo. Hasta el momento, ninguna criatura a intentado matarme.

En cuanto a la cola y las alas, ya nos hemos acostumbrado aunque Baz sigue burlándose. Sin embargo, hay algo que le atrae sobre esa cola de Diablillo, o eso creo.

-Te hace lucir más Sexy, Simón, como si tu fueras quien reclame mis pecados.

Por el lado de Penny, parece que nunca le importo tanto, aunque empieza a quejarse cada vez que la hechiza.
Pero cada mañana, como es habitual Penny oculta mis alas y la cola con un Estos no son los androides que estáis buscando, el hechizo no dura todo el día, pero si lo suficiente para darme el tiempo de tomar mis clases de Restauración Ecológica. Ya no temo que salgan de repente en medio de una clase.

-Mediante la magia, la sabiduría y el bien.

Nada.
Como era usual, mi espada no volvió. Ni mi magia.
Ahora sólo soy Simón Snow, el normal con alas de Dragón y cola de Diablillo.

Vuelvo a arrecostarme sobre la cama. Estoy cubriendo mis piernas con una de las mantas, Baz siempre ocupa dos, aún no entiendo por qué.
Levantó mi mano en la penumbra, como si pudiese verla, como Baz en la oscuridad. El hormigueo no sesa, lo siento tan real en las puntas de mis dedos que empiezo a creer que solo es un recuerdo que a encontrado la manera de rememorar también en físico.
Giro la mano, para apreciar más la oscuridad y entonces, siento algo metálico posarse sobre mi calida mano. El contacto es frío y doy un respingo apartando la mano con rapidez y violencia. Antes de darme cuenta que lo que realmente toco mi mano, es la empuñadura de mi espada, que a cortado una esquina de la cama en un sonoro choque metálico al apartarla de mi mano.

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2019 ⏰

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Simón Snow y el heredero del mago Donde viven las historias. Descúbrelo ahora