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1 semana después de la congestión alcohólica de Leyva había sido dado de alta, estaba en su casa con su hermano, estaba al pendiente de él por su quería comer, pero él simplemente no quería ver a nadie.

Ese día se cumplirian 5 años de noviazgo con Greta. No sabía como ella se había clavado tanto en él, pero el simple hecho de pensaría dolía y pensar como lo había dejado dolía el doble. Intentaba pensar en cual pudo ser su error para que la relación se fuera a la basura. Pero tal vez el único error había sido amarla con tanta intensidad.

Quería tomar, quería ahogar sus penas, pero Alan había tomado la decisión de vivir unas semanas con ellos, ya que Israel no iba a poder solo, pues seguía con su brazo enyesado, así que no iba a ser tan fácil salir de ahí.

Así que sólo se soltó a llorar, dejando salir lo que contenía por meses, esperaba que con eso limpiaria su corazón y dejaría de doler, pero entre más las lágrimas todo el dolor se multiplicaba, ya no sólo lloraba por Greta, lloraba por el abandono de sus papás, lloraba por no ser buen hermano para Israel, salió de su habitación dispuesto a salir a la calle, pero Alan se lo impidió

—Tú no sales de aquí —dijo poniéndose frente a la puerta

—Quítate —habló quitándose las lágrimas de la cara.

—No

—Hazte a un lado Omar —su respiración era agitada

—No, entiende que estas mal

—Sólo quiero un trago

—Israel vete a tu cuarto —le ordenó Alan al menor

—No —expresó serio.

—Israel obedece —el menor se fue dejándolos en la sala— ¿Por qué te empeñas en dañarte, José?

—Que te importa

—Me importa porque te estás llevando entre los pies a Israel, él no tiene la culpa, te lo he dicho, ¡reacciona!

Alfredo dio media vuelta, tomó una foto familiar y la avento contra la pared

—Yo no pedí que se quedará conmigo

—Pero él si, porque pensó que tendría lo mejor contigo, eres como su héroe, ¡Alfredo, por favor, date cuenta!

El mayor de nuevo se soltó a llorar, se tiró en el sillón

—Y no sólo lastimas a tu hermano, también a mi, ya no sé que hacer por tu bienestar, me das más problemas que un adolescente

—No es algo que te he pedido —alzó la mirada

—Ya sé, pero lo siento como obligación, porque eres mi familia, crecí contigo y no puedo dejar que te sigas destrozando la vida por una persona que no vale la pena, ella está disfrutando de la vida y tú, mírate, siendo un alcohólico, destruyendo todo lo que se encuentra a su paso

Todo se quedó en silencio, sólo se podía escuchar el llanto de Leyva, Alan se acercó y lo envolvió en un abrazo, esperaba que el Freddy que salía a tomar todos los días por fin reaccionaría, pero estaba equivocado.

Me soltaste| f.lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora