Una sonrisa.
Eso era lo que se enmarcaba en la cara de la pelinegra con sólo presenciarla a ella. Esa figura femenina postrada en el sofá.
Sus largos mechones castaños, su delicada piel, a la que con tan sólo hacer el mínimo contacto, una sensación de fragilidad y calidez tal cual un efímero fulgor se haría presente; y por sobre todo, aquella pacífica y reconfortante expresión que se dibujaba en el rostro de la joven mientras dormitaba. Esas eran las características de ella; su enamorada, quien sólo lograba que las palpitaciones del pecho fueran más y más constantes, rebosando de alguna manera esa gran felicidad.
Cuidadosamente, Emma se acerca hacia la ubicación de su bella durmiente, con el anhelado deseo de vislumbrarla con más detalle del que se le pudo ofrecer ya anteriormente.
Con cada desplazo dado, el ya algo desgastado suelo de madera no podía evitar lanzar algún que otro rechinido, logrando de esa manera que los nervios de la pelinegra fueran aumentando cada vez más.
No deseaba que su Ara despertara de la siesta y perderse la oportunidad de seguir mirandola.
- Ya -Murmura para sí misma, a la par que ladeaba una sonrisa-
En estos momentos, la joven permanecía frente a su adorable castaña, y de la que incluso sus mejillas no evitaron teñirse de una tonalidad rojiza ante tal vista para sí.
- Eres hermosa -Tales palabras escaparon de sus labios en forma de un susurro que guardaba un profundo amor y cariño sentimental-
Repentinamente, el cuerpo inmovil de la chica comenzó a removerse poco a poco, causándole un breve susto a Emma. Pero rápidamente retoma su compostura al percatarse de los párpados entreabiertos pertenecientes a Ara, junto con unas mejillas sonrosadas y una pícara sonrisa.
"Verga", pensó la ya mencionada chica de cabello oscuro.
- ¿Qué fue lo que dijiste, Emma? -Murmuró Ara con alegría-
- Ay no sé -Responde sarcasticamente. Seguido de eso, evade algo nerviosa la mirada de quien tenía frente a frente-
Una leve carcajada se escapa de quien anteriormente descansaba.
Posteriormente, ella se abalanza hacia su esposa con el fin de darle un par de muestras afectivas; culminando así en un abrazo.
El tacto correspondido entre ellas, combinados con su calor y latidos potentes, sólo ocasionaba que aquel silencio entre el ambiente se prolongara mucho más.
Llegado el momento, Ara decide romper la mudez mencionada.
- Te quiero, mi Darling -Dice en un susurro lleno de apego y aprecio hacia Emma-
- También te quiero, mi Babygirl -Alega con una ternura y afecto impuesta hacia su respuesta-
Instantes después de lanzarse dichas declaraciones, ambas féminas acortan su escasa distancia, fundiendo sus labios en un beso representativo de lo que sentían entre sí; cariño, respeto, estima y por sobre todo, amor.