El sonido de un reloj inundó el silencio en la sala. Llevaba sentada en una mesa vacía desde que llegué a comisaría y todo por culpa de Cassie. ¿Quién me habría dicho que sería buena idea entrar en esa tienda? Es más, ¿quién dijo que era buena idea haber ido a correr? Si me hubiese quedado en casa, no hubiera estado cansada. No habría tenido la necesidad de beber algo y no me hubiese encontrado con Alan y Simon. ¡Y no estaría aquí!
Me han interrogado al menos tres veces y en todas respondí lo mismo. Sé que si arrestan a Cassie saldrá al momento, porque con el dinero que tiene, se podría comprar el mundo entero y salir de comisaría es pan comido, pero al menos me dejarían libre.
Una voz me sacó de mis pensamientos.
-¿Cómo estás?
-Hola, eh... –balbuceé mientras miraba el nombre en su placa– Cooper. Hola, Cooper. Voy a ser directa contigo, no quiero responder otro interrogatorio porque siempre habrá la misma respuesta y es que yo no he sido. Así que te voy a ahorrar el trabajo, no hace falta que vengas con una pregunta de qué tal estoy, porque sé que no te importa lo más mínimo. Pero si quieres saber mi estado de ánimo, es pésimo.
Cooper se sentó en la silla que estaba delante de mí, apoyó los codos sobre la mesa, entrelazó sus dedos y dejó caer su barbilla en ellos.
-No he venido a interrogarte.
-Entonces, ¿para qué has venido, Cooper?
-Primero, no me hables como si fuese uno de tus amigos. Para ti soy el inspector Cooper, no Cooper a secas. Y vine aquí a decirte que alguien a pagado la fianza para que puedas salir.
-¿Me puedes explicar cómo alguien ha pagado mi fianza si no me han dejado hacer ni una sola llamada? ¡No me dio tiempo a avisar a nadie!
-Esa persona asegura haberlo visto todo.
Fruncí el ceño. ¿Ha sido Cassie? No, ni aunque me estuviese muriendo haría algo para salvarme. Y menos, si eso implica gastar su dinero. Arrastré mi silla y me levanté.
-¿Eso significa que me puedo ir ya?
-Sí. Por cierto, está en recepción, quiere verte.
Caminé por los pasillos en busca de la persona que me había salvado. Seguramente habría venido porque se encontraba en la tienda, vio lo sucedido y al darse cuenta de que yo era inocente, sintió lástima por mi y nos siguió hasta aquí para pagar la pequeña fianza. Cuando entré en recepción mi mirada se encontró con la de Alan. Me paré en seco por la sorpresa, ¿qué hacía él aquí? Caminó hacia mi dirección con una sonrisa y parpadeé desconcertada.
-¡Hey, Noah! Menos mal que te han dejado salir ya, no quería esperar aquí mucho más tiempo.
Miró a varias personas detrás suya que tenían cara de pocos amigos y volvió a centrarse en mi.
-¿Has pagado la fianza?
Se encogió de hombros.
-Sí. Amy quiso ir a buscarte y me ofrecí yo. Te busqué por las tiendas preguntando por ti, hasta que una chica rubia me contó lo que había sucedido. Sabía que eras inocente, entonces vine aquí y pagué la fianza para que salieses.
Volví a parpadear, aún más desconcertada que antes.
-Vaya... no me esperaba algo así de ti en absoluto. Quiero decir, no hablamos ni nada de eso pero aun así, me ayudas.
-Lo sé. Mira, no empezamos con buen pie aquella noche en la bolera. Amy nos contó que odias las citas dobles y eso explica tu comportamiento cuando estamos nosotros. Y por eso, me gustaría que empecemos de nuevo.