CIEN DÍAS.

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Me levanté y me dirigí medio dormida a la cocina; estaba abriendo el frigorífico cuando note un escalofrío. Me giré rápidamente, no había nadie. Me fijé en el suelo que tenía pequeñas manchas rojizas, me agaché tocando una de ellas con las yemas de mis dedos acercándomelos a la boca, cuando  lo saboreé note al momento que se trataba de sangre. Instintivamente, cogí un cuchillo de los cajones inferiores que habia a un lado del lavavajillas, con sigilo fui andando, mirando a todos los lados, siguiendo las diminutas manchas que se terminaban al final del pasillo donde estaban los cuartos de mis tres hijos. Apresuré el paso hasta el fondo donde se encontraban los cuartos, miré hacia la derecha. El de mis dos hijas de ocho años, ni rastro de sangre. Giré la cabeza hacia el otro lado para observar el cuarto de mi hijo, la puerta estaba cerrada. Me pareció raro, nosotros siempre teníamos la costumbre de dejarla de par en par. Cuando intenté abrirla  no pude, lo intenté con mas fuerza pero algo había pasado que no cedía.  Harta, le pegué una patada a la puerta y ésta se abrió de par en par pegando un portazo que resonó por toda la casa."Mierda", pensé.  Entre corriendo pero me quedé paralizada cuando a mis pies había un charco de sangre. No se veía nada, solo una silueta apoyada en la ventana y en el suelo, mi hijo.

Encendí la luz y diferencié de inmediato al sujeto que se dirigía hacia mi, era mi ex marido, ese cabrón que me hizo la vida imposible durante años y me la sigue haciendo día tras día. No creía que hubiera llegado tan lejos. Muchas veces me había amenazado con quitarme a nuestros hijos, dejarme sin dinero o suicidarse pero nunca fue más allá de sus amenazas, igual qur nunca cumplió ninguna de sus promesas.

Se abalanzó hacia mi cuello intentando estrangularme con sus gruesas, sucias y grasientas manos de mecánico. No podía respirar; poco a poco me quedaba sin aire, me estaba  asfixiando.  Forcejeé, pataleé, de nada servía... Solo me quedaba una opción, el cuchillo que tenía en mi  mano izquierda. No me lo pensé dos veces, lo apuñalé sin ningun pudor. Se cayó al suelo bruscamente, dándose en la cabeza con la mesita de noche. No me pare a mirarlo más.  Miré hacia donde estaba mi hijo y caí de rodillas a su lado. Tenía un corte en el costado, se estaba desangrando pero seguía vivo. "manten la calma", me dije, secándome las lágrimas que se caían por mis mejillas.

Ejercí medicina hasta hace unos años hasta que tuve que darme de baja por cuidar a mi madre,  la cual quedó paralítica tras un accidente de coche, fue horrible. Cogí el maletín de primeros auxilios que siempre tengo en el armario del baño,  le desinfecté un poco la herida y de inmediato  le hice un torniquete para que no sangrara más. Abrazándolo con fuerza, lo llevé hasta mi cuarto y lo acosté, sano y salvo.

Cuando me aseguré de que todo estaba en calma empecé a pensar en qué hacer.Por mi cabeza se me pasó la idea de esconder el cadáver y limpiar la sangre, pero dicha idea desapareció al instante. Lo mejor era llamar a la policía y así lo hice. Salí de la habitación y fui hacia el comedor para coger el teléfono fijo, me lo puse en la oreja y marqué el número de la policía. No daba la llamada y enseguida de mi cuenta de que la linea estaba cortada; maldita sabandija, lo tenía todo planeado.

Confusa empecé a dar vueltas alrededor del sofá, no tenía el móvil encima en ese momento, me daba muchos fallos y justo ese día lo había llevado a reparar. Solo me quedaba una opción: bajar y llamar desde una cabina pero la única que había estaba a kilómetros de allí y con la que estaba cayendo hubiera tardado una eternidad en llegar. Llegué a la conclusión de que Pedro, que así era el nombre de mi exmarido a lo mejor podría llevarlo encima. Lo registré de arriba abajo y exacto, ahí estaba, en un pequeño bolsillo interno de su gabardina. Cada vez estaba más nerviosa, todo se me complicaba cada vez más, el móvil me pedía la contraseña para desbloquearlo. Estuve varios segundos pensando en cual podría ser y de repente se me vino la fecha de nuestra boda. La puse y no me lo podía creer, el fondo de pantalla era una foto mía de nuestro primer año de novios, donde lucía un traje largo azul ceñido a la cintura con pedrería por el escote. De fondo se veía El Templo Del Cielo fue nuestro primer viaje juntos, Pekín, la ciudad prohibida.

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⏰ Última actualización: Jul 30, 2014 ⏰

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