Capítulo 2: Cuenta conmigo

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Y, de repente, sin saber cómo, Pablo y Ruth habían conseguido convencerme. Accedí a que el vídeo permaneciera en YouTube durante al menos una semana. Mi arrepentimiento y mi angustia crecían por momentos. Es cierto que más de una vez había pensado en subir una cover pero mi pánico escénico y el miedo a que la gente se riera de mi, ne habían echado para atrás. Además de que me da muchísima vergüenza que la gente me oiga. 

Aun así, mi insistencia no servía de nada con Pablo y con Ruth. ¡Incluso a mi se me había parado el móvil de tantos WhatsApp's que les había mandado! 

Nat; Por favor, por favor, por favor. Os lo suplico por millonésima vez. Borrad ese vídeo y olvidaos de que ha existido nunca.

Pablo; Nati, respira, tranquila. En serio no quieres saber cómo va el vídeo?

Nat; NO! De verdad, Pablo, no quiero saber cómo va. Os quiero un montón pero es que esto es un sin vivir. Necesito que lo borréis.

Ruth; Vale, ya está. Sabes de sobra que no quiero hacerte sufrir pero sólo te pido que lo dejes. No quiero que te pases la vida soñando con esto y que, ahora que puedes, no lo cumplas. Pues aunque no lo creas, también es mi sueño. Quiero verte feliz, y sé que dejando el vídeo donde está lo voy a conseguir. Así que, por favor, ayúdame.

Nat; No me hagas esto, Winnie. 

Ruth; Estás en casa? Voy para allá.

Pablo; En 10 minutos me tenéis ahí.

Nat; Okay

Realmente lo estoy pasando mal. Veo mi portátil sobre el escritorio y me pongo aún más nerviosa. Sé que si nadie lo ha visto, por un lado me llevaría una decepción y por otro me alegraría. Sí, lo sé, parece raro, pero quisiera verte yo a tí en mi lugar. El sonido el timbre rompe el hilo de mis pensamientos. Intento llegar al interfono lo más rápido posible, hazaña por la que mi pobre e inocente meñique del pie termina aplastado contra el marco de la puerta. Voy dando saltitos y maldiciendo durante el resto del recorrido.

-¿Quién?- digo con voz llorosa.

-Tú tan original como siempre. Apuesto a que te has dejado el meñique contra la pata de la mesa.

-Casi. Sube, señorita original. -digo, y cuelgo el interfono.

-Vive, pequeño, vive. No me dejes ahora. Sé que a veces necesitas amor pero no se lo pidas ni a la mesa, ni a la puerta, que para eso ya me tienes a mi.- digo mirando mi pie dañado. Pican a la puerta e inmediatamente cojo el telefonillo. -¿Quién?

-Estoy arriba, cacho imbécil. -dice Ruth detrás de la puerta. Me doy una bofetaba mental mientras abro.- Vaya, es cierto eso de que donde hay confianza da asco -dice mientras me observa de arriba abajo.

-Perdona, mi pijama de conejitos es hermoso, no lo niegues- digo levantando la cabeza. Las dos reímos.

-¿Tu hermana y tu madre? -pregunta mi amiga una vez en mi habitación.

-Sólo me dijeron que se iban a un cursillo de cocina

-¿Candy? ¡¿En la cocina?! ¿De verdad? Preeefiero no pensarlo -Asiento y ella agita la cabeza con cara de asco. Volvemos a reir.- ¿Me puedes pasar el portatil? 

-¿Para qué?- pregunto con miedo cuando ya lo tengo en la mano sobre el ordenador.

-Tú sólo dámelo. Confía en mi. -como siempre, Ruth consigue lo que quiere. Se lo doy y me vuelvo a sentar a su lado.

My Way ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora