THE CONSTELLATION IN YOUR BODY (Counting the stars #1)

Capitulo 31. Gabriela.

Capitulo 31.

Gabriela.

¡Me había invitado al baile!

Dios, tenia que tener listo un vestido de noche, mas bien, conseguir cien dólares para comprar un vestido de noche decente, acorde a mi personalidad y a mi nueva forma de no mostrar demasiada piel.

Rápidamente formule una lista de tareas que tenia que cumplir para que la noche del baile fuera impecable:

1. Peinado: ¿suelto o recogido?

2. Manicura y pedicura.

3. Loción a vainilla (la favorita de Tristán).

4. Zapatos a juego con el vestido.

5. Accesorios discretos que complementen el atuendo.

6. Pastillas de menta...

Entre mis pensamientos de chica mundana, recordé la fecha que estaba impresa a la mitad de los boletos.

Baje la vista para releer.

— ¿Un mes? — Pregunte, incrédula.

Tristán revisó las letras impresas y asintió levemente.

— Tal parece que si.

Mis pulmones exhalaron con fuerza. Estaba yendo demasiado deprisa.

— Quería ser el primero en invitarte. — Afirmó Tristán.

— Eres el único que quiere invitarme.

Tristán hizo una mueca.

— Mentirosa.

— ¿Cómo?

— De seguro tienes pretendientes hasta de sobra.

Apreté los ojos y lo mire por un segundo.

— ¿Acaso son celos lo que brilla en tu mirada?

Tristán parpadeo y agacho la cabeza.

— Un poco.

Tristán me llevó de la mano hasta el asiento del pasajero, abrió la puerta por mi y me situó delicadamente entre el sillón.

Observe su cuerpo moviéndose frente al automóvil y aniquile la idea de imaginarlo sin ropa.

Cuando entró al coche, removió su cuerpo frente la volante y estiro las manos para encender la radio.

— ¡Joder, mucho volumen! — Grite mientras pegaba un brinco por la música que salió a toda intensidad del estéreo.

Tristán redujo al mínimo el volumen de la radio, mis oídos se tardaron en recuperarse y al parecer los de él también.

Después de unos largos tres minutos, Tristán puso en marcha el motor y no pude evitar deslizar mi mano sobre su pierna mientras salíamos del distrito escolar.

— ¿Tendré que esperar un mes para bailar contigo?

Tristán sonrió frente al camino y posó su mano sobre la mía.

— Lo mejor en la vida, suele tardar.

Me emocione ante la imagen mental de ambos bailando bajo las luces del baile escolar, nuestros cuerpos con tan solo un mínimo espacio de aire dividiéndolos; nuestras miradas conectadas y mi cabeza recostada en su hombro.

Suspire teatralmente.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Tristán con expresión divertida.

Mis mejillas se ruborizaron.