Pareja Alfa

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Oneshot independiente
BrasilxFem!Uruguay
Hombre lobo
Lime

Pareja alfa

La tierra mojada era suave al roce con sus patas. Sus dedos se removían sobre ella con las garras afuera, deleitándose con el tacto y asombrándolo con el silencio que acompañaba al movimiento.
Era por eso que Luciano amaba correr justo después de que una ligera capa de lluvia cubriera la tierra, gusto que compartía con ella.
Rodeó la casita con cautela, protegido por la sombra de los árboles y el ruido de las hojas cubriendo el que él hacía al respirar. No quería ser descubierto porque sabía que Martín (ese estúpido rubio que vivía con ella) guardaba una escopeta que si bien no podía matar a Luciano, podía asustarla a ella y lo último que un lobo necesitaba era a una hembra nerviosa.
El aroma del celo humano lo guió hasta donde sabía que era la habitación de la que quería. Sólo ese aroma era capaz de inhibir su desconfianza hacia los mortales y sus ganas de cazarlos.
Había una ventana abierta como siempre. Era lo suficiente grande para que una bestia de un metro y medio de altura pudiera entrar con un salto, sin hacer demasiado ruido.

~BrUrÉAmor~

Tatiana Artigas se despertó cuando algo cayó bruscamente en su cama, sobre ella.
Unos meses atrás hubiera gritado asustada, pidiendo la ayuda de sus primos Martín y Daniel. Ahora estaba acostumbrada a tener inesperadas visitas nocturnas y se obligaba a actuar con cautela para no ponerse en peligro.
Se sentó rápidamente y tanteó sobre la mesita de noche, buscando sus lentes ya que sin ellos nadamás veía una enorme mancha oscura que se removía entre sus piernas. No encendió la lámpara, no quería que la luz despertara a sus primos o a los vecinos.
No pasaron muchos segundos para darse cuenta de que Luciano estaba actuando extraño: no se había quitado de encima y pasaba su nariz sobre su vientre y entre sus pechos como si buscara algo.

—Tranquilo —murmuró, intentando no asustarse, mientras seguía buscando sus lentes.

Cuando los encontró y se los puso, pudo admirar al lobo que ahora se había parado sobre ella, una pata en cada lado. Era una bestia aterradora... y hermosa. Aterrador porque era dos veces más grande que un lobo adulto normal, sus cánidos eran lo mismo que cuchillas filosas y sus garras (ahora ocultas) eran capaces de perforar el pecho de cualquier hombre. Era hermoso porque su pelaje café obscuro en el lomo variaba hasta ser claro al llegar a su estómago y también a sus patas, ese mismo pelaje era suave cuando Luciano dejaba que ella se lo acariciara. Era hermoso porque en sus ojos castaños, Tatiana podía ver al hombre que había detrás del lobo.
Sabía que estaba mal visto dejarlo entrar porque su nana le había enseñado que los hombres no eran de fiar cuando estaban a solas. Aunque Luciano no era malo, él más bien venía y la protegía pues una podía acostumbrarse a que ningún ladrón nocturno la lastimara cuando se tenía a un lobo durmiendo al pie de la cama. Es que cuando era lobo él entraba a dormir y en las pocas veces que entraba como hombre, simplemente platicaba con ella hasta muy entrada la madrugada. Por eso Tatiana se extrañó cuando Luciano se puso a olisquearla en lugar de acomodarse a sus pies para dejarse llevar por el cansancio de su cacería nocturna.
Además... la ponía nerviosa.
Cuando Luciano volvió a olfatear su vientre con más intensidad, para después bajar hasta su intimidad, Tatiana contrajo sus piernas y lo miró asustada no porque temiera recibir daño sino porque comprendió por qué estaba frenético.

—Tra... transfórmate...

El lobo le devolvió una mirada molesta porque no estaba dispuesto a dejar salir a su yo racional, no lo necesitaba ahora.

—Prometiste que no me harías daño —susurró Tatiana, controlando el nerviosismo en su voz—. Luciano... por favor.

El lobo bajó con un salto y Tatiana cerró los ojos, luego lo escuchó retorciéndose en el suelo. «No mires, no te acerques» le había ordenado Luciano muchas veces, y Tatiana tenía que luchar consigo misma para no bajar a intentar protegerlo del dolor que las transformaciones le causaban. Incluso se arrepintió de pedirle que volviera a su forma humana, pero antes de poder retractarse, escuchó sus pies descalzos junto a la cama; Tatiana rápidamente le tendió una de sus sábanas para que se vistiera y Luciano la tomó.
Tatiana abrió los ojos al sentir que su colchón se hundía cuando Luciano e arrodilló sobre él. Grave error. El moreno había tirado la sábana y estaba ante ella como sus dioses lo trajeron al mundo.
Mierda.
Tiempo atrás, Luciano le había advertido que llegaría un momento en el que él querría... ¿Cómo lo dijo? Ah, sí, «aparearse» (y en aquel entonces Tatiana se burló de la palabra) porque su naturaleza lupina era inevitable y porque coincidiría con el ciclo de ella (por más vergonzoso que sonara). Luciano le advirtió que no pasaría nada si ella tenía el suficiente carácter para negarse, que era muy común entre los lobos.
Pero el idiota nunca le dijo cómo negarse a... Eso.
Tampoco le dijo cómo negarse cuando ella también estaba... Bueno, es que esa antes de dormir ella había estado muy ansiosa sin saber por qué exactamente y una vez conciliado el sueño... su imaginación había creado escenas como esta donde Luciano desnudo la abrazaba y...

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2018 ⏰

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