La primera vez que lo vi fue en un evento que organizó la empresa en donde trabajó, sus ojos azules llamaron mi atención, pero sobre todo esa belleza innata que poseía; no podía dejar de mirarlo, que en varias ocasiones su mirada se encontraba con la mía, fueran varias veces que sucedió que se me hizo divertido, mas sin embargo no me animaba acercarme a hablarle.
Deje aquel juego de miradas y me acerque a la barra para pedir una bebida, mientras esperaba sentí que alguien se colocaba a mi lado.
-Un Ginebra, por favor. Mencionaba una melodiosa voz que capto mi atención, dándome cuenta de que se trataba del joven ojiazul.
-No crees que eres muy joven para beber. Dije sin pensar ya que aparentaba una edad de 16 o 17 años.
-¿Qué eres mi padre?. Contestó con soberbia mirándome con un gesto de enojo. -Aparte tengo 19 años. Mencionó desviando la mirada, sonreí divertidamente.
-Discúlpame, pensé que eras menor de edad. Conteste sin dejar de mirarlo de arriba hacia abajo, si, parecía un pervertido, pero no podía controlarme.
-Una foto te durará más. Mencionó mirándome, estaba a punto de decir algo, pero un joven gritó con tanta fuerza buscando a alguien del cual llamo mi atención.
-¡Ciel! Gritaba aquel joven rubio, inmediatamente el ojiazul giró a mirar y le hizo una seña con enojo que se callara.
En ese instante le daban su Ginebra que había pedido, lo agarro y me miró brevemente.
-Adiós, pervertido. Dijo sonriendo de lado para después acercarse a aquel joven rubio, del cual comenzó a reprender por su escándalo, me reí, pero al menos ya sabía su nombre lástima que no pude decirle el mío.
No tardó mucho para volver a verlo, fue un día en que todos en el edificio hablaban del joven hijo del presidente Vincent Phantomhive, del cual estará supervisando todo, y yo como jefe del departamento tenía que darle la bienvenida, algo que en lo personal era muy fastidioso, de hecho, lo único que me importaba es hacer mis labores a la perfección que tratar con un niño mimado que a futuro heredará las empresas Funtom.
Al parecer nadie lo conocía ya que se mantenía lejos de los reflectores de los paparazzi, ni el mismo Vicent lo había presentado y al parecer hoy haría su debut. Cuando llego fue grande mi sorpresa que aquel joven de ojos azules que me había cautivado era nada más que el heredero de las empresas, Ciel Phantomhive.
-Bienvenido joven Phantomhive, mi nombre es Sebastian Michaelis.
- Con que Sebastián. Escuche que murmuró sonriendo de lado, algo que me sorprendió, pero no dije nada.
Por un momento pensé que lo mejor era no intentar acercarme a él, y que solo fuera una relación de jefe a empleado sin embargo no pasó, en pocos meses el ya estaba debajo de mí, desnudo, jadeando mi nombre, al terminar aquel vaivén de caderas, nos quedamos acostados, él se aferraba a mi cuerpo abrazándome.
-Sebastián… te amo… Me susurro cerca del oído, me estremecí y lo abracé con fuerza sin querer lastimarlo.
Temía responder a su confesión y no es que no lo amara más bien yo tenía un secreto del cual podía romper con todo lo que teníamos, sin embargo, no podía mantenerlo siempre oculto, así que un día se lo confesé, sabiendo el resultado.
-Eres casado… Dijo con la voz casi quebrándose mientras una lágrima resbalaba de su mejilla.
-Lo siento… yo… Fui interrumpido por una cachetada que me había dado, realmente me lo merecía.
- ¡Maldito, solo jugaste conmigo!. Gritaba con dolor con los ojos llorosos.
-No, Ciel yo de verdad…