22- Decisión imprevista

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Inuyasha

Me acerco a la entrada de la cueva que nos valdrá de escondite temporalmente. Termino de camuflarla para mayor seguridad y busco algunas frutas junto a varias ramas para pasar la noche. Decido regresar una vez obtenidos todos los materiales y me detengo en seco al encontrarme a Koga recostado en el interior.

- ¿Qué haces tú aquí, lobo sarnoso?

- ¿Tú que crees? No eres el único al que le importa Kagome. Puede que ella sólo se fije en ti pero mis sentimientos hacia ella no van a cambiar.

Mis pensamientos chocan entre sí. Siento rabia por el hecho de que me restriegue todo esto, sin embargo, no puedo negar que me alivia ver a alguien más que nos puede ayudar.

- Debiste ayudar en la otra época.

- Los chicos lo estaban llevando bastante bien. No deben tardar en venir.

- ¿Y qué te ha pasado?- pregunto al divisar varios cortes.

- He rastreado vuestro olor. Quiero que sepan que no han estado sólos en ningún momento, aquí tienes la prueba- comenta señalando sus heridas-. Creo que Naraku ha estado cerca, o puede que alguna de sus extensiones. Sinceramente, creo que deberías darme las gracias por despejarte el camino mientras dabas un paseo con tu hermanito.

- Yo no te he obligado a hacerlo.

- ¡Serás desagrad...!

- ¡Pueden dejar de discutir!- interrumpe Sesshomaru alzando la voz- Se les oye desde fuera, no sé de qué nos vale escondernos si se ponen a gritar por tonterías.

- No es mi problema- a este paso, no sé si voy a ser capaz de controlarme para no matar a este tío. Ganas no me faltan.

- A todo esto, ¿qué pintas tú aquí?

- Ya se lo he dicho al perro este, yo también quiero ayudar a Kagome. Me da exactamente igual si es por mi cuenta.

- Como quieras, pero no molestes.

- Sesshomaru, ¿qué ha pasado con la niña?- pregunto para cambiar de tema.

- He podido devolverle la vida y la he llevado la aldea. Se encargarán de ella allí.

- Está bien.

- No sé ustedes, pero yo estoy muerto. Pienso descansar hasta mañana.

- Tú también deberías hacerlo Inuyasha.

- Estoy bien, no lo necesito.

- Eso dices ahora.

- Ya te he dicho que no. Voy a dar una vuelta, no me esperen.

Me detengo en la salida para comprobar con mi olfato que no hay nadie cerca. El aroma del entorno me dificulta la tarea pero no noto nada anormal. La oscuridad comienza a tomar protagonismo, debo tener cuidado.
Paso veloz entre los árboles, atento de que no me sigan. Escucho algunos ruidos y me tranquilizo al fijarme en pequeños animales. Me extraña que Naraku no haya querido aparecer aún. Entiendo que Koga se haya librado de algún que otro demonio pero me es complicado pensar que han sido enviados por ese maldito cuando él sólo pudo quitárselos de encima llevándose consigo tan sólo unos rasguños. Si hubiesen sido de Naraku, dudo mucho que Koga hubiera podido levantarse si llegara a atacarlo. Sin embargo, es posible que quiere que cojamos confianza para luego cogernos de sorpresa.

Cuando me alejo lo suficiente, decido andar ya de una vez por el suelo. La zona está tranquila y eso me relaja. A pesar de todo, la angustia no desaperece de mi pecho desde que perdí a Kagome. No puedo cerrar los ojos sin imaginarme cualquier tipo de escenario que pueda estar ocurriendo. Sólo espero no llegar demasiado tarde. Me gustaría tanto seguir con la búsqueda en vez de estar perdiendo el tiempo aquí...

De pronto, la cabeza comienza a darme vueltas y una presión insoportable la invade. Mi oídos duelen tras el constante repentino pitido. Apoyo mis rodillas en el suelo, mareado. Miro a mi alrededor pero no encuentro a nadie. No puedo hacer más que gritarle a la nada y desear que todo pase. Poco a poco, la vista se me comienza a nublar.

Levanto mi cabeza una última vez y diviso una sombra delante de mí. Llevo mi mano a mi espada y no dudo en sujetarla fuerte para en un mínimo movimiento poder usarla. El dolor va disminuyendo de la misma forma que el ser que tengo delante comienza a acercarse. Su imagen se hace más nítida y vislumbro un kimono rojo y blanco. Dirijo mi mirada a su rostro y mi corazón da un vuelco al encontrarme a Kikyo.

- Inuyasha...- su voz suena triste, apagada, pero no deja ese tono dulce que siempre acompañaba a mi nombre.

- Kikyo... ¿Cómo es posible?- me pongo de pie sin dejar de observarla. No me lo puedo creer.

- Llevaba tanto tiempo anhelando verte...- sus ojos se llenan de lágrimas y el mundo se me viene abajo.

- Yo... No sé qué decir.

No puede ser cierto, no puedo creer que esté aquí frente a mí. ¿Está ocurriendo realmente?

- Sé que es difícil de asimilar, Naraku ha jugado demasiado con nuestros sentimientos al igual que nuestras ideas, pero estoy aquí contigo. Después de tanto tiempo luchando he logrado que una hechicera me devuelva a la vida para poder estar junto a ti. Soy tan feliz... Por fin podremos estar unidos sin que nada ni nadie nos detenga. No esta vez, no lo permitiré.

- Kikyo...

Me quedo inmóvil mientras ella da varios pasos hacia adelante. Pasa sus brazos por mi cuello y, poco a poco, acorta la distancia que nos separa. Sus labios me buscan con desespero a la vez que los míos se mantienen paralizados. ¿Qué estoy haciendo? O debería decir, ¿qué hago? Es su olor, es su tacto, es su presencia... ¿Por qué no me late el corazón como de costumbre, por qué llego a sentirme hasta incómodo?

No tardo en replantearme la pregunta dos veces, y la imagen de Kagome aparece en mi mente. Con un repentino gesto, me aparto de Kikyo. Quizás llegue a hacerle daño, pero no le pertenezco. Puede que mi organismo esté aquí, pero mis sentimientos están en otra parte. O mejor dicho, en otra persona.

- Lo siento, Kikyo. Pero no... Yo... Lo siento.

- ¿Qué pasa? ¿Tan rápido te has olvidado de mí?

- No es eso. Han pasado muchas cosas y...

- ¡No puedo creer que seas tan egoísta! ¡Te he entregado todo de mí! ¡Todo! He vuelto de la nada para estar junto a ti, ¿tan difícil era corresponderme? Dime, Inuyasha- sus ojos se cristalizan y su voz se rompe.

- Yo... Lo siento. Nunca fue fácil alejarte de mis pensamientos, pero hace un tiempo que conocí a otra persona y he de decir que se adueñó de mi ser por completo. Y sin duda, le doy todo el permiso. Lo lamento, si hubiese sido antes habría sido diferente. No me pidas ahora, no en estos instantes, algo como eso.

- Te odio, Inuyasha. A ti y a esa mujer.

En tan sólo unos segundos una sombra aparece detrás de ella y la atrapa consigo.

- ¡Kikyo!- Naraku apreta su cuello con fuerza a la vez que me amenaza con intenciones de herirla.

- ¿Qué pasa, Inuyasha? ¿Acaso estás confundido?

- ¡Suéltala!

- ¿Eh? ¿Qué ocurre? ¿No era Kagome tu prioridad?

- Lo es. Y no tardarás en devolvérmela, maldito- saco a Tessaiga y apunto hacia él dispuesto a atacarle según sea necesario.

- Guarda eso, hagamos un trato.

Una nube oscura aparece de la nada y Kagome cae rendida en el suelo acompañada de Kagura.

- ¡Kagome!- mis instintos me gritan que vaya a su lado.

- No des ni un sólo paso o me la cargo. A las dos- amenaza.

- Naraku...- el odio se arrastra en mi tono de voz.

- ¿Cerramos un acuerdo? Las libero, podrás estar con ellas... O no... Mejor... Sólo con una. Tú decides, Inuyasha. ¿A quién quieres sacrificar para salvar a la otra? ¿Kikyo o Kagome?






Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora