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Giordano no tenía idea de cómo pero el mundo era tan pequeño que parecía que en aquel salón todos se conocían.

Ahí estaban los papás de Nina preparando un número de canto que el abuelo de Joseph acompañaría con un piano. Había una gran cantidad de artistas que subirían a escenario y entre ellos pudo distinguir a Marcello, quien permanecía en su sitio, esperando su turno mientras Alessio le servía té cada vez que dejaba vacía su taza. Él era el único que tenía una mesa dispuesta para su descanso, el resto no parecía dispuesto a sentarse hasta dentro de tres días, el lugar estaba bullendo en actividad.

En una esquina pudo ver a Romeo y Julián hablando con sus primos, Tom y Julio, quienes al parecer también estaban casados, mientras los padres se asomaban de vez en cuanto al salón para comprobar si el ensayo había terminado. Giordano se preguntó dónde estaría Marina, supuso que andaría vagando por el lugar con su novio, pues ella era de las que preferían guardarse las sorpresas.

—Esa chica se parece tanto al novio que me da la sensación de que estoy en un videojuego y cambié mi avatar de sexo —murmuró Marion con los ojos bien abiertos mientras se centraba en una parejita que estaba acurrucada al fondo del salón, observando todo con un silencioso detenimiento. Giordano sonrió.

—Esa es Juliana, no la conozco mucho, pero sí sé que es la gemela de Julian —él sonrió—. El de al lado es el hermano de Romeo —agregó negando con la cabeza, mientras recordaba la boda de aquellos dos en la que fue el maestro de ceremonias. Aún no podía creer que lo hubieran contratado con diecisiete años para que dirigiera una boda, se imaginaba que la pareja debía estar muy desesperada porque no hicieron una sola pregunta al respecto y por suerte Giordano había hecho un buen trabajo.

Era la ventaja de ser el sobrino del jefe.

—¿Gemelos? —Los ojos de Marion se abrieron con sorpresa.

—Exacto, son una cosa rara de ver cuando están juntos, ten cuidado cuando lo hagas, te puede dar un corto circuito.

Una pequeña risa salió de la garganta de Marion, al tiempo que le daba a Gio un golpe en el hombro.

—Que gracioso, pero déjame decirte que mi procesador es mucho más ágil que el tuyo —espetó con cierto tono de orgullo en su voz. Una conocida familiaridad se había instalado entre los dos desde la noche anterior y Marion estaba disfrutando de ella, sin embargo, no pudo evitar notar que había algo raro pasando entre los dos y no se trataba exactamente de un coqueteo. 

En realidad, ni siquiera estaba seguro de que la espina que estaba molestándolo fuera inofensiva, pero había algo que se interponía entre los dos y por más que Marion se esforzase por descubrir que era, no conseguía encontrar la respuesta a aquella situación.

Durante la última hora, entre el momento en que habían recibido el mensaje de parte de los novios hasta que llegaron ahí, se sintió cómo aquellas veces en las que estuvieron enojados entre ellos, pero pretendían ignorar la situación.

El camino de Giordano (LCDVR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora