XIII

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La eternidad podía ser un regalo invaluable, o una carga increíblemente pesada. Los humanos no apreciaban el verdadero valor de su mortalidad, si cometían un error, se arrepentían a lo sumo durante 50 años, tal vez un poco más e incluso, tendían a olvidar increíblemente rápido. Superaban sus desamores en menos de 1865 días, las disputas, las decepciones, hasta la tristeza; todo se desvanecía y se convertía en un recuerdo viejo, en un sinsabor que mantenían oculto en lo profundo de su mente hasta que La Parca venía a cosechar sus almas pero ¿qué se suponía que hicieras cuando ibas a vivir para siempre, cuando tus errores te perseguirían por cientos de miles de años y tu corazón se negaba a olvidar a todos aquellos que alguna vez lo hicieron latir? En momentos como ese, Minseok maldecía a su padre, a su madre, a sí mismo, maldecía a todos, menos a él, porque él no tenía la culpa; él no tenía la culpa por la debilidad de Minseok.

A él lo recordaba con nostalgia y con amor, los años más felices de su larga vida fueron a su lado, probablemente los únicos. Él había llegado en el momento justo, cuando Minseok casi comenzaba a desvanecerse, sus sentimientos y emociones sepultados bajo el peso de la eternidad y haciendo que olvidara como sonreír. Él había llegado y lo había salvado, lo había hecho brillar nuevamente y le había recordado como respirar, como se amaba entregando hasta el último retazo de tu alma y tal vez ese había sido su mayor error, aunque era uno de los pocos de los que Minseok no se arrepentía.

Pero, no siempre se tiene la suficiente fuerza para luchar consigo mismo. A pesar de todo, los miedos devoraron sus entrañas, ocuparon demasiado espacio, las inseguridades y los temores desenfundados terminaron venciendo, rompiendo las promesas y finalmente el amor.

Él no se lo merecía, Minseok lo sabía ¿pero qué podía hacer? Había pocas cosas a las que el Rey de los Fey podía temer, perder su trono y perderlo a él, y aún hoy, Minseok no sabía si había tomado la decisión correcta.

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Algo estaba mal, era obvio. Durante los últimos días los ataques demoniacos habían aumentado exponencialmente pero ¿por qué? Chanyeol realmente no sabía a qué se debía, si estaban planeando una invasión más grande o si simplemente algún demonio mayor andaba aburrido, y enviaba a sus lacayos a la Tierra por el simple placer de ver humanos morir.

Esta vez la denuncia había llegado desde Jamsilbon, reportándose algunos ataques de Rahabs y aterrorizando a los mundanos. Baekhyun, Chanyeol y Hoonmyun se habían apresurado hacia la zona, comprobando que, efectivamente, ya estaban causando estragos.

Los cuerpos se hallaban diseminados por el callejón, sus cadáveres hinchados debido a la ponzoña demoníaca mientras los Rahabs aún mordisqueaban algunos trozos. La imagen hizo que el estómago de Chanyeol se revolviera, mareándolo durante un breve tiempo antes de recobrar la compostura, había visto cosas peores.

Baekhyun fue el primero en atacar, como siempre. El castaño escuchó la voz clara de su parabatai mientras invocaba a los ángeles, los cuchillos serafín que siempre llevaba consigo iluminándose y atravesando certeramente el cuerpo de un Rahab, convirtiéndolo en polvo y devolviéndolo inmediatamente a su dimensión. Hoonmyun también se apresuró a atacar, propinando un sonoro golpe sobre el lomo del demonio y manchando el afilado borde de su hacha con icor.

Chanyeol corrió a través del callejón, su ligera espada casi flotando entre sus manos, esquivando los cadáveres y cercenando demonios. Los Rahabs no eran de las criaturas más inteligentes, pero su gran tamaño y numerosos dientes, les daban una buena ventaja sobre los Cazadores.

Baekhyun también se hallaba completamente ensimismado en la batalla, la adrenalina y hasta la felicidad de luchar nuevamente lo hacían ajeno a lo que ocurría a su alrededor, no percatándose de que Hoonmyun había sido herido, retirándose a uno de los laterales del callejón e intentando contener el sangrado de su pierna. No fue sino hasta que desapareció el último Rahab, que Baekhyun miró a su alrededor, victorioso y dedicándole una sonrisa a su novio, que reparó en la ausencia del otro Cazador.

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Realmente, Hoonmyun nunca había visto nada así. Se suponía las runas y estelas eran infalibles, y una de las armas más útiles que poseían los Nefilim, pero justo en este momento le estaban fallando. Dibujó sobre su herida una amissio, una mendelin e incluso una iratze, pero todas se desvanecieron como si nunca hubiesen sido trazadas, su efecto nulo y sin dejar siquiera la pálida cicatriz que ya era usual. Definitivamente estaba desconcertado. Tal vez la herida era más grande y ponzoñosa de lo que él podía ver, tal vez había algo mal con su cuerpo, tal vez su estela se había descompuesto de algún modo, tal vez iba a morir.

De su pierna seguía brotando sangre y ya podía sentir su conciencia fallando. El Cazador perdió el agarre sobre su estela, su cabeza chocando contra el suelo a la vez que otro Nefilim corría hacia él.

***

Hoonmyeon estaba en el piso el callejón, inconsciente y sangrando profusamente. ¿Por qué no había aplicado una runa? Baekhyun realmente no le hallaba sentido. El pelinegro tomó la estela del Cazador, hallándola a escasos centímetros de su mano y dibujando una amissio sobre su piel, el flujo de sangre ralentizándose inmediatamente mientras su respiración se estabilizaba.

Recogiendo lo que quedaba de su armamento, Baekhyun colocó al chico sobre la espalda de su novio, de todos modos, Hoonmyun aún necesitaba ayuda.

***

Minseok caminaba lánguidamente por una callejuela; no recordaba la última vez que había usado ropas mundanas, pero estas se sentían completamente correctas sobre su cuerpo. Podía ver el vapor saliendo de su boca, su aliento condensado congelándose frente a sus ojos, muestra de un frío que era incapaz de sentir. El chico subió las viejas escaleras, la herrumbre del barandal pegándose a sus dedos y luego desapareciendo como escarcha derretida, sin dejar rastro. Se dejó caer pesadamente en el sofá, sus manos jugueteando con un vaso de vidrio a la vez que la estática de su televisor aumentaba. Minseok prestó más atención. No sabía claramente lo que estaba viendo, pero podía imaginarlo. Ahí estaba la respuesta. Dejando el vaso sobre alguna superficie, Minseok se apresuró fuera de la habitación, corriendo escaleras abajo mientras el recipiente se congelaba rápidamente.

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Notas:

(Extractos del Códice de los Cazadores de Sombras)

Runas de Curación: La primera es el iratze, la runa de curación básica, que cierra los cortes y heridas en los Cazadores de Sombras. Esto significa que un iratze es siempre el mejor tratamiento para una lesión —por ejemplo, si la Marca causa que la piel sane sobre una garra o espina incrustada que tendría que haber sido eliminada. El iratze también eleva la temperatura corporal temporalmente, ayudando a disminuir la infección de la misma manera que una fiebre lo hace. Esta runa es en su mayoría ineficaz contra el veneno de demonios y las lesiones causadas por las runas demoníacas. En estos casos el herido debe ser llevado rápidamente a un Hermano Silencioso, pero, mientras tanto, puede ser útil aplicar una runa mendelin, que fortalece la constitución de la víctima, y/o una runa amissio, lo que ralentiza la pérdida de sangre y acelera el reemplazo natural de la misma.

Rahab: Se trata de grandes demonios bípedos, parecidos a un lagarto en apariencia y movimientos. Son ciegos, con una línea de dientes, donde sus ojos deberían estar, y una boca regular, ésta está llena de colmillos, un lugar más habitual en sus rostros. Tienen una estrecha cola en forma de látigo con una hilera de huesos afilados. Sus garras y dientes son, por supuesto, fuertes y peligrosos, pero su arma más mortal es el aguijón en forma de bulbo en el extremo de su larga lengua bífida.

La mayoría de los demonios pueden curarse a sí mismos de las heridas mundanas en nuestro mundo con bastante rapidez, al igual que los hombres lobo y los vampiros pueden. Marcamos nuestras armas mundanas para que sean más potentes, pero incluso así, lo mejor que podemos hacer con ellas es dañar a los demonios lo suficiente para que deban retirarse a lamerse las heridas, por así decirlo. Sólo el cuchillo serafín puede dañar de forma permanente a un demonio, por lo que debe retirarse para una curación más significativa y prolongada o debe volver al Vacío para repararse a sí mismo.

(Wikipedia)

Jamsilbon-dong: barrio de Songpa-gu, distrito de Seúl, se conoce generalmente como una parte de la Gran Área de Gangnam, junto con el Seocho-gu y Gangnam-gu (colindante con este último)

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Gracias por leer

Sangre de ÁngelWhere stories live. Discover now