Coincidir.

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Pensamos que nuestra historia comenzará con una vida llena de felicidad, que sin importar lo poco que tengas será suficiente, mientras nuestra familia esté ahí, pero no siempre se nace en la familia correcta...

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Adelanté un auto a toda velocidad en mi motocicleta, la luz de la luna podría ser suficiente pero escasa a la vez, no iba tarde a ningún lugar, ni me sucedía ninguna urgencia sólo quería oír el incesable sonido de mi corazón latiendo a mil por segundo causado por la inevitable adrenalina que causaba estar a gran velocidad por la autopista a las tantas horas de la noche, el brillo de las estrellas adornaba el cielo haciéndolo lucir esplendoroso, transmitía paz, algo que desde hace meses no encontraba. Mi único consuelo era pensar qué tal cielo perfecto estaría allí cada vez que fuese necesario un escape de las tormentas que trae el verano, esas que son raras de ver pero que existen.

Solo en este momento podía liberarme, sentir como mi cabello rojizo golpeaba de manera agresiva contra mi rostro, cómo todo mi cuerpo se helaba por el viento frío, era libre...

...pero esa libertad siempre costaba más de lo que llegaba a durar.

Reduje de manera inconsciente la velocidad cuando divisé a unos cuantos metros un liso cabello color avellana acompañada de su piel tan blanca como el algodón y su metro noventa y cinco inconfundible, sus ojos de un tono gris ceniza, acompañada de un cuerpo tan marcado como si lo hubieran esculpidos los dioses. Aún que era un idiota debía admitir que era guapo, casi un espectáculo que valía completamente la pena. Aquel matón del instituto se encontraba en un estado deplorable con laceraciones en sus pómulos, con uno de sus costados sangrándole, al parecer salía de una pelea y por su estado no creo que haya sido el ganador. Avance en mi motocicleta hasta llegar a unos cuantos centímetros de él apoyando mis codos en el tanque de la moto descansando mi cabeza sobre la palma de mis manos. Dakota Rolls, al notar mi mirada burlona por su estado, intentó mover con rapidez su cuerpo y soltó un quejido de dolor mientras se tomaba su costado izquierdo donde tenía unas manchas de rojo carmesí.

¡Ja! Así que al final tienes un poco de tu merecido -sonreí con autosuficiencia enderezándome sobre la motocicleta y sin pensarlo mucho saque del bolsillo de mi chaqueta un pañuelo y se lo arrojé al rostro haciendo que Dakota hiciera una mueca de dolor.

Tsk idiota -expresó en un susurro casi inaudible empezando a ponerse de pie. Tecleó un número en su celular sin siquiera voltear a verme.

Cuando noté que llamada un taxi para que lo viniera a recoger encendí mi motocicleta y antes de irme le di un último vistazo, a pesar de saber que era gay desde joven y casi babear sobre el cuerpo de la mayoría de hombres Dakota no era mi tipo.
-lo bueno de es que los idiotas no mueren rápido- sonreí de medio lado mientras me alejaba con rapidez de aquel lugar y de ese absurdamente inútil ser

~DAKOTA~

Al entrar en aquella casa de dos pisos la hallé en penumbra, con un silencio casi sepulcral como si todo el mundo a nuestro al rededor decidiera parar todo sonido incluidas sus respiraciones. Me encontré caminando hacia la gran sala decorada con variedad pero sin si quiera sospecharlo noté que hacía falta algo o más bien todo, la sala se hallaba desierta y en donde una vez estuvieron los muebles ya no se encontraba nada que el polvo acumulado por la falta de limpieza; aceleré mis pasos al entrar en la cocina y ver que allí no faltaba mucho, empecé a entrar en pánico de forma rápida aún que odiaba vivir con ellos odiaba más vivir solo en la penumbra como en aquellos días... intenté tranquilizarme y subí las escaleras encontré mi habitación tal cual la había dejado. Lo poco que estaba ahí lo había conseguido con esfuerzo,trabajando;
<<esto me da muy mala espina>> susurre y de forma lenta con el temor de confirmar mis sospechas me adentre a la habitación que compartían Jennifer y Bob, lentamente abrí la puerta y cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad confirmé todo. Su habitación está desolada, a excepción de una u otra basurilla, nada más permanecía allí. Sonreí amargamente mientras soltaba el aire acumulado, inconsciente había dejado de respirar.
-Me abandonaron...-exclamé soltando una risa llena de dolor -de nuevo me abandonaron- sin pensarlo solté una carcajada. Era más que claro lo que pasaba me habían abandonado...de nuevo. Necesitaba calmarme, no podría romperme con tanta facilidad, no en estos momentos cuando estaba cerca de mi libertad. Decidí salir un poco a el patio ya el atardecer se estaba apagando por un hermoso tono negro con visos azules, cada vez más se notaban las bellas estrellas por la penumbra en la que ya me hallaba, por lo cual no tuve tiempo de reaccionar como habría querido.

~THOMAS~

El atardecer empezaba a teñir el cielo de tonalidades de rojo que hacían ver mi cabello como una gota en un mar de sangre. Al llegar frente a de mi casa noté que se encontraba estacionado un camión de mudanzas frente a la casa de los padres de Dakota, era imposible no notarlo al vivir uno al lado de el otro. No le preste mucha atención y busque mis llaves algo torpemente, odiaba llegar a casa, mientras de mis manos se resbalaban las llaves al sacarlas de mi bolsillo una conversación ajena a mi pensamientos.
-Debes apresurarte Jennifer no tenemos tiempo que perder en este cuchitril por más tiempo- soltó exasperado aquel hombre bajo, sin musculatura el cual me causa repudio sin conocerlo, hace helar mi piel con su presencia. Una mujer de unos sesenta años salió rápidamente casi tropezándose con las maletas que llevaba a n las manos.
-Por fin podremos tener todo lo que ansiamos y que por ese hijo de... mejor vámonos antes de que quiera intentar matarlo...de nuevo- al terminar aquella oración se subieron con rapidez a su auto y el camión emprendió su paso siguiéndolos. Esto no pintaba nada bien...

Me encontraba en una casa desolada y me sentía tranquilo, casi podría decirse que feliz pero una punzada de ansiedad anunciaba con aparecer. Solo había una cosa que me calmaría en un momento como este...luciérnagas.

Tome camino hacia el patio trasero, ya era de noche las estrellas se vislumbraban en el cielo haciendo acto de presencia, todo estaba tan oscuro que nadie podría saber si alguien más se encontraba cerca, sin percatarme empecé a ver unas cuantas lucecillas apareciendo aquí y allá, respiré profundamente y me puse en medio de ellas, esta era mi forma de calmarme sintiéndome en paz con seres hermoso que llenaban de luz hasta los momentos más tenebrosos.

~DAKOTA~

Thomas se encontraba en medio de unas cuantas luciérnagas viéndose en paz, algo que yo ansiaba tanto, llegaba a sentir como los celos salían a flote en mi propia mente y a ver cómo empezaban las luciérnagas a posarse en sus ropas. En tan solo un instante se había convertido en uno de ellos, se había llenado de la luz que expedían y la había transformado en suya... se veía impactante.

No pude evitar que mi mente divagara sobre el, un ser distinto, narcisista, bipolar y con tantos secretos como yo, pero quien a la vez me estaba dando la seguridad de salir y tener el mundo a mis pies, sin siquiera expresar una palabra...

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Ok... esta es la primera vez que escribo espero sea de su agrado y no tenga tantas faltas ortográficas.

¿Tu corazón puede mentir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora