Adiós, Vacaciones

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—Becca, despierta— dice una voz femenina—. Es tú primer día de clases. No querrás llegar tarde.

Rebeca abrió los ojos y los sobó. Era raro volver a oír la voz de su madre en la mañana después de unas vacaciones que parecían interminables, pero era real, no estaba soñando, regresaba a la escuela ese mismo día.

—Sabes que hoy entras más temprano de lo normal, así que, te quiero vestida en media hora— exige su madre.

—Por favor, mamá, tengo 17, ya no me tienes que decir qué hacer— responde Rebeca, sonriendole.

—Sabes. A veces extraño a esa pequeña niña que escuchaba a su madre— responde su madre, devolviendole la sonrisa.

Rebeca se levantó y su madre salió de la habitación. Sin antes preguntar que quería de desayuno. Y como cada año ella pide unos waffles con nutella y jugo de naranja. Su desayuno favorito.

Después de darse una ducha de diez minutos. Rebeca se pone su ropa de todos los días. Jeans, buzo y tenis. Cada inicio de clases se pone su muda de ropa favorita. Ese buzo con el típico estampado de "I'm a Potterhead and What?" O "May the force be with You". Sip, era una freekie, sin miedo de ser juzgada por sus gustos.

Tampoco es que sea un Nerd, era amiga de las chicas más populares del Instituto. Aunque sabe que eso no le da reputación, fácilmente le cae bien a la gente.

—¡Becca!— se escucha una voz masculina fuera del cuarto de Rebeca, Owen, su hermano.

—¿Qué?— pregunta Rebeca.

—Te acabaste el Shampoo otra vez. ¿Sabes qué significa eso?— pregunta su hermano, con un tono sarcástico, que hace a Becca bufar.

—Yo compraré el próximo— dice Rebeca, tratando de imitar a su hermano.

La relación de Owen con Rebeca era buena, pero tenían algunas reglas, como la del shampoo. Owen era el típico chico del equipo de Fútbol Americano, por el cual todas las chicas matarían. Pelirrojo, con pecas y buen cuerpo, al igual que su hermana. Y aunque son polos completamente opuestos, se amaban.

Rebeca bajó las es escaleras y fue directamente a la cocina, donde su madre y su padre estaban charlando. Saludó a su madre y le dio un beso en la mejilla a su padre.

—El desayuno está en el comedor— dice su madre. Rebeca asiente y sale de la cocina.

Rebeca fue hasta el comedor y se encontró con su desayuno, su boca se hizo agua al solo probar un poco de la nutella. Antes de que pudiera darle el primer mordisco a su waffle, Owen llega.

—Oh, waffles— con su mano, toma un trozo y lo come. Beca lo mira horrorizada.

—Te odio— le dice Rebeca, acechandolo con su mirada asesina. Owen ríe.

—También te amo, tonta— dice Owen, dándole dos palmadas en la cien. Después de un momento desaparece por la puerta principal.

Rebeca termina su desayuno. O bueno, lo que quedó de el, y salió de la casa. Le gustaba ir caminando a la escuela, ya que quedaba a solo unas cuadras. Y cada nuevo año sentía que algo cambiaba en el vecindario. Como casas recién pintadas, nuevas mascotas y esas cosas. Pero después de doblar la calle, se quedó pasmada. La señorita McCartney, la madre de una de sus mejores amigas, estaba con un hombre firmando unos papeles. Y por la apariencia del hombre y del camión que tenían a su lado, era obvio que eran de una empresa de mudanzas.

Se acercó lentamente hasta la señora McCartney y esperó hasta que el hombre se subiera al camión. Para después alejarse de ellas. La señora McCartney voltea y da un pequeño salto al ver a Rebeca detras.

—Becs, me diste un susto de muerte— dice la señora. Soltando una leve risa y sobandose el pecho.

—Lo siento señora McCart-- — dice Beca, tratando de disculparse, pero la señora la corta.

—Donna— dice. Beca recuerda que no le gustaba que le dijeran señora o señora McCartney. Igual era una mujer joven, pensó Beca.

—Donna— dice Beca, corrigiendose a si misma—. ¿Por qué diablos había un camión de mudanzas en su propiedad?

Pregunta Rebeca, no le importaba para nada decir malas palabras en frente de las personas mayores, ya que es un hábito que se le salgan hasta cuando no quería. Donna suspiró.

—Pensé que Lauren te había dicho...—  dice Donna—. Nos mudaremos a New York, la gran ciudad— vacila.

—Rayos, voy tarde— dice Beca, preocupada—. Más tarde quiero el resto de la historia.

Donna asiente y Beca sale corriendo de allí. Su escuela era muy estricta según el horario. Y ella tenía un currículum perfecto. Ni una falta, ni una queja. Y ese no era el día en el que  iba a llegar tarde. Justo antes de que cerraran las puertas, Beca entra y corre hasta el salón de clase.

Entra al aula y al ver dentro suspira enojada, ya había un chico en donde ella se sienta todos los años. Pero igual se lo había ganado por llegar tarde. Pero lo que más le llamó la atención es que nunca había visto a ese chico. ¿Era nuevo? Se preguntó y se sentó en otro puesto libre. Saluda a sus compañoras al otro lado del salón y estás le devuelven el saludo, con una sonrisa. La profesora entra.

—Bueno chicos, lamento llegar tarde— dice la señorita Carter. Beca se alegró de que había llegado antes que ella—. Primero que nada. Josh, ven por favor.

El chico que había visto antes se levanta y camina hasta donde está Carter. Beca lo mira detenidamente. Tenía un lindo cabello oscuro y ojos azules. Pensó ella. El chico la miró y Beca se sonrojó, volteando la mirada en un parpadear de ojos.

—Este es Joshua Michaels, estará acompañandonos en este instituto desde ahora— dice la señora Carter—. ¿Algo que quieras decir Josh?

—Pues como ya saben, me llamo Joshua, me pueden decir Josh— dice el chico de ojos azules—. Soy de Los Angeles, y solo espero llevarme bien con todos ustedes.

Termina y se vuelve a sentar en su lugar. En el lugar de Beca. Las amigas de Rebeca lo miraron atentamente mientras volvía a su lugar, parecía que ya tenía un club de fans y eso que apenas llevaba unas horas en el Instituto.

—Bueno clase— dice la señora Carter—. Saquen sus libretas...

Después de dos hartas horasl escribiendo. La clase acaba y todos empiezan a salir del aula. Beca estaba a punto de salir hasta que la señorita Carter la llama junto con el chico nuevo. Las amigas de Beca la miran, y esta puede leer en sus labios, "Ve por el tigresa" y "Es todo tuyo". A Beca le molestaba eso, pero ya estaba acostumbrada. Lo hacían todo el tiempo.

—Rebeca— la llama Carter.

—¿Si?— pregunta Beca.

—Me preguntaba si podías mostrarle el lugar a Josh— dice la señorita Carter, más con un todo de exigencia que con uno de pregunta. Beca asiente—. Gracias.

—Bueno, Josh— dice Rebeca—. Acompañame.

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⏰ Última actualización: Sep 03, 2018 ⏰

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