Janet abrió con una mano la puerta de la heladera de su departamento, en busca de leche. Pero se encontró con un solo cartón de ella, y lo destapo, de lo que al instante se arrepintió, alejando su rostro del mal olor que desprendía.
— ¿Lulu...?— llamo a su mejor amiga, enarcando una ceja hacia ella.
La morena levantó la mirada de su teléfono con una sonrisa en su rostro para fijarla en ella.
— ¿Si, Jo?
— Tiraste el cartón de leche cuando te lo pedí, ¿cierto?— le preguntó, ocultándolo detrás de su espalda, y su amiga comenzó a mordisquearse el labio inferior justo entonces.
— Ehm....
— ¡Atrapada!— exclamó el muchacho sentado en la alfombra, justo en frente del televisor, haciendo reír los otros tres que también estaban allí.
— Cállate, Calum— le dijo Victoria, rodando sus ojos en su dirección, para luego volver a posarlos en su mejor amiga, que estaba esperando por una respuesta que ya sabia— . No babe, perdón— respondió finalmente, estirando su labio inferior en un intento de conmover la, ladeando levemente su cabeza hacia un lado.
Jo negó con su cabeza varias veces.
—No, no, señorita, ese puchero no me va a ablandar—le dijo—, Lu, no tenemos leche, no tenemos nada en las alacenas ni en la heladera.
—¿Ni la pizza quedó de anoche?—preguntó la morena.
—Oh, sobre eso...—intervino Michael, poniendo en pausa el partido de FIFA que él y Calum jugaban—, lo siento, me la comí.
—¡Michael!—se quejó Ashton, sentado en un sofá cerca de él, golpeando su cabeza.
—Chicos, tendremos que ir a comprar....
Luke levantó la vista de su teléfono, y sus ojos azules se fijaron en la chica que seguía parada frente al refrigerador.
—Espera, espera, espera, ¿"tendremos"?—inquirió, haciendo una mueca— No tengo ganas de salir, Jo—fue lo que le dijo, alargando la ultima letra.
—Ni yo—habló Victoria, re-acomodándose en el sofá rojo en el que estaba sentada.
Ashton se puso de pie, seguido por Michael y Calum, que caminaron y se detuvieron al lado de la segunda figura femenina allí. El muchacho con el cabello teñido pasó su brazo por alrededor de sus hombros, acercándola a su lado.
—O vamos todos, o no va nadie, aburridos—les dijo él, sacando les la lengua.
Jo miró a sus amigos, tomando su teléfono que lo había dejado arriba de la heladera, y guardando lo en el bolsillo trasero de sus pantalones.
—Yo tengo que ir si o si, y no dejaré a cinco adolescentes solos en un departamento limpio y pequeño, así que... abríguense.
Unos cuantos bufidos se oyeron en el apartamento, y los pasos de todos al caminar en busca de sus chaquetas, y cosas. Pero todos al unísono dijeron: —Okay Mamá Jo.—, lo que hizo sonreír a la castaña, y reír en un tono bajo, antes de darse la vuelta y dirigirse a su habitación, en busca de su bolso y abrigo.
—Cal, ¿has visto mi teléfono?—oyó la voz del baterista en la sala.
—No, ¿y tu sabes donde dejé mi beanie? No lo encuentro en ningún... Lucas, devuelmelo.
—De ninguna manera hombre, mi cabello se ve horrible hoy—lo escuchó defenderse, y pudo imaginarse a esos dos discutiendo, el moreno intentando sacarle el gorro por el cual discutían, y el rubio aferrándose a el con sus dos manos.