"CON LA MISMA MONEDA"

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El frío le impedía sacar las manos de las bolsas de su delgada y mojada chamarra, sentía que el aire que con dificultad entraba por su nariz,  le cortaba, como si estuviera inhalando vidrio molido, no sentía las orejas y le costaba trabajo caminar debido a la altura de la nieve que le  llegaba un poco abajo de las rodillas, cada paso era un triunfo, el viento había dejado de soplar, sin embargo el frío le calaba hasta los huesos, no llevaba ropa adecuada para ese clima, sus zapatos y calcetines se encontraban totalmente empapados y el pantalón de mezclilla que llevaba puesto parecía más bien de cartón , no podía controlar el intenso temblor que recorría su cuerpo, no era experto pero mientras caminaba  pensó que si no encontraba refugio rápidamente seguramente moriría de hipotermia en  pocos minutos, de pronto escuchó un zumbido muy cerca de su oído derecho, luego….oscuridad… luego….. nada.

No podía creerlo, había deseado tanto ese momento que parecía estar en un sueño,  toda su vida había sido fanático de las armas y ahora que tenía una entre sus manos, los nervios hacían que sus manos sudaran y sus piernas temblaran, contuvo la respiración, cargó el arma automática  tal y como lo había visto en aquella película de acción, se preparó y jaló el gatillo,  al sentir el golpe de la cacha en su mano provocado por el disparo y aunado a su falta de pericia y conocimiento  hicieron que jalara dos veces el gatillo en vez de una, los disparos se perdieron en la espesa neblina de aquella helada noche.

Había entrado a aquel sucio  y obscuro callejón en busca  de algo de comida como siempre lo hacía, lo que había encontrado dentro de aquel bote no era comida pero sabía que seguramente  al venderla podría obtener dinero para comprar no solo comida  sino hasta una cobija, ropa y algo de polvo para poder soportar aquel crudo invierno, una voz en su cabeza le decía que la tomara y la vendiera, la otra le decía que seguramente encontraría problemas al hacerlo.

Jaló el gatillo hasta que ya no salieron más balas, todavía sentía que le hervía la sangre, sudaba copiosamente y su mandíbula estaba fuertemente apretada, pasaron 5 minutos antes de que fuera relajando los músculos de sus manos y brazos hasta que el arma cayó al suelo. La vio desfallecida en el suelo en medio de un charco de sangre en una postura poco usual y sus ojos se llenaron de lágrimas, cayo de rodillas con las manos frente a su rostro, lloró hasta que sus ojos se secaron, fue hasta que escuchó el sonido de una sirena aproximándose cuando salió de su letargo, tomo el arma del piso y salió por la ventana de la recamara a toda prisa.

Era la tercera vez que le negaban el permiso para portar un arma, lleno de rabia salió de la tienda azotando la puerta tras de sí, no le habían dado la razón del rechazo y el empelado solo se había concretado a decirle que cumplía su trabajo, para colmo vio que un mendigo se acercó, inmediatamente pensó que le pediría dinero y se preparó para rechazarlo, acostumbraba a darles dinero a las personas necesitadas pero el coraje que sentía en esos momentos estaba buscando salida, se asombró al escuchar la propuesta de aquel pordiosero, el conocía de armas por medio de las revistas que compraba semanalmente  y sabía que aquella que estaba frente a él costaba más del doble de lo que aquel miserable tipo le estaba pidiendo, no lo pensó mucho, es más no lo pensó, hicieron el intercambio y cada quien se fue complacido con lo que recibió.

Contando el dinero mientras caminaba, pensaba en la jugosa hamburguesa y la cerveza helada que se tomaría para después ir a la tienda de ropa de segunda a comprar aquel abrigo que había visto la semana anterior, la mano en su hombro lo hizo voltear hacia la izquierda, sus ojos se abrieron más de lo normal al ver a un policía de tras de él cuestionándolo por el dinero entre sus manos, la adrenalina invadió su cuerpo y no pensó en otra cosa sino en correr, cruzó varias avenidas entre los coches con el policía haciendo lo mismo detrás de él,  nunca vio al autobús en contraflujo, el golpe lo hizo volar varios metros, su cabeza hizo un ruido espantoso cuando chocó contra el pavimento  abriéndose de inmediato,  la sangre que emanó formó rápidamente un charco, su mano derecha aun apretaba el dinero que nunca pudo utilizar.

Escogió el lugar más solitario que conocía, estaba a 30 minutos de la ciudad, era un pequeño valle rodeado de enormes pinos que en esa época del año se colmaban de nieve, en algunos lugares la nieve era profunda pero para él que conocía aquel lugar desde pequeño no había problema, se tomó un minuto para admirar nuevamente la hermosa pistola automática, le gustaba mucho sentir su peso y su textura, el aire apenas se podía respirar y la espesa neblina le permitía poca visibilidad, pero eso no le importaba.

Se detuvo hasta que el cansancio le impidió seguir corriendo, se había desecho del arma pero de la imagen de ella tirada en el suelo en medio de aquel oscuro charco de sangre no, continuó caminando y sin darse cuenta comenzó a dejar atrás la ciudad. No era lo que había planeado, solo quería el dinero, pero las cosas se habían salido de control, nunca imaginó que ella pusiera tanta resistencia, la había escogido por que era pequeña y parecía indefensa, la sorprendió  igual que a la anterior, cuando entraba a su departamento, cuando la amenazó con el arma ella ni siquiera se  inmutó, al contrario, se armó de valor y lo invitó a dispararle, el no supo que hacer,  era apenas su segundo asalto,  ella notó que él dudaba y trató de quitarle el arma con un rápido movimiento, tal y como se lo habían enseñado en la academia de defensa personal, forcejearon durante unos segundos pero el peso y fuerza de él se impusieron, ella al verse superada retrocedió un paso y él sin dudar comenzó a jalar el gatillo. El ruido de un auto acercándose lo sacó de sus pensamientos, entonces pudo darse cuenta que se encontraba en medio de una explanada rodeada por enormes pinos, todo estaba cubierto de nieve,  lo único que se le ocurrió fue caminar lo más rápido que pudo hacía los pinos para esconderse.

El dicho dice: “El que a hierro mata a hierro muere” pero en ocasiones el destino se encarga de que sea específicamente el mismo hierro.

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⏰ Última actualización: Jul 30, 2014 ⏰

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