Una vez, hace mucho tiempo, ambos habían estado en la misma situación, mirándose a la cara como lo hacían en ese momento, con muchas palabras bailando en la punta de sus lenguas y otras pocas saliendo en realidad en forma de oraciones. Los sentimientos de tristeza y vacío revoloteaban en sus cuerpos y salían al exterior en forma de lágrimas. Había sido un adiós en ese entonces y Jihoon, en verdad, había creído que sería para siempre.
Pero ahí estaba, frente a SeungCheol después de todos esos años —diez para ser exactos. El mayor lucía exactamente igual que antes y al mismo tiempo tan diferente; sus hombros estaban más anchos, y quizá estaba un poco más alto, se movía con más seguridad y soltura, con la espalda erguida y el cabello perfectamente estilizado, pero con los mismos ojos amables y sonrisa encantadora que él tanto había adorado.
—Vaya... estás... Wow, Ji, me alegro mucho de verte —había sido lo primero que SeungCheol había dicho.
Y su corazón había saltado como loco, y él no sabía si era por el apodo, ese que no escuchaba en años y que contenía demasiadas memorias y sentimientos entremezclados, o por la afirmación que había seguido después.
Él también había cambiado, no físicamente como lo había hecho el otro —tristemente si lo pensaba, porque unos centímetros de más no le habrían caído mal. Ahora tenía más confianza, decía lo que sentía sin miedos, y estaba seguro de que podía mirar al pelinegro a los ojos sin sentir que las rodillas le fallaban —por un par de segundos al menos.
—También me alegro de verte —respondió él entonces. Y lo estaba.
Años atrás, cuando el tiempo corría más lento y los veranos eran más largos se habían amado demasiado; a ciegas, con locura y pasión. Con dedos entrelazados y manos sudadas, con sonrisas genuinas y miradas que escondían un secreto, con caricias aterciopeladas y besos húmedos en lugares recónditos de sus cuerpos.
Jihoon lo habría dado todo por él sin dudar.
Pero ya habían crecido.
Él había hecho su vida y resultaba obvio que SeungCheol también había seguido adelante.
Jihoon ahora era médico, tenía una casa, tenía a Mingyu. Y era lo suficientemente feliz.
Y SeungCheol había vuelto a la ciudad luego de mucho tiempo, era una especie de hombre de negocios por lo que SeokMin le había contado días atrás cuando le había dicho que el mayor había sido invitado a la boda. Y también había vuelto con una novia muy bonita.
Jihoon le había asegurado a SeokMin que no le afectaría ver a SeungCheol, se había entrenado a sí mismo para no sentirse afectado por SeungCheol. Había tenido dos semanas para prepararse.
Pero eso no evitó que durante toda la reunión sus miradas se encontrasen más de una vez, como si compartieran un secreto, como si pudieran ver algo que los otros no podían. Esos ojos que él tanto había amado, los mismos que lo hacían sentir la única persona en el mundo, mirándolo con la misma calidez de antes.
Y aun así, después de todo ese tiempo su corazón volvió a latir como lo hizo antes, y las manos le sudaron, y las rodillas le fallaron, y sonrió emitiendo un mensaje que sólo SeungCheol entendería, como habían hecho tantas veces antes.
Años atrás, durante un verano más corto y más frío Jihoon quiso olvidarse de SeungCheol y creyó haberlo logrado. Ese día quiso ignorar su mirada persistente quemando en su piel, y concentrarse en la ceremonia de sus amigos y creyó haber hecho un buen trabajo.
Falló. En ambas cosas.
—Deja de ser tan obvio, todos aquí podemos sentir la tensión entre los dos —le dijo Soonyoung durante la fiesta, un murmullo que apenas y había alcanzado a oír mientras el fotógrafo disparaba su cámara hacia ellos—. No ha dejado de mirarte, y tú... No vayas a hacer algo de lo que puedas arrepentirte
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Our Night is hotter than Day ➳ JiCheol
RomanceCuando mis manos están entre las tuyas Mi cielo se llena de estrellas Pero solo hasta el amanecer ➳ Woozi x S.Coups ➳ SEVENTEEN ➳ «Late late thoughts and weird ideas» series pt. 3. Copyright © 2018 por Danny_Ig. Esta es una obra de ficción...