once.

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[POV Ana]

Estuvimos más o menos una semana para hacer toda la limpieza de la casa y llenar cajas y cajas de cosas que eran de Amaia.

Estábamos a jueves y Alfred, Miriam y yo recogíamos las últimas cosas.

En mis manos sostuve una bandana.
Alfred me miró y después se fijó en lo que mis manos sostenía, se quedó paralizado, sin embargo Miriam estaba sentada en el sofá, simplemente frunció el ceño, miró la bandana y le restó importancia.

Iba a meterla en la caja hasta que Alfred llegó rápidamente a mi y me la quitó de las manos.

— Este, es un recuerdo muy especial con Amaia... – La acariciaba con sus pulgares. – Recuerdo perfectamente cuando se la di, estábamos en un concierto, en la playa en agosto, creo... – Decía haciendo memoria. – Vino un grupo de música indie en un festival que a ambos nos gustaba y decidimos ir juntos, el caso es que ese día... – El empezó a reírse. – Ese día íbamos muy borrachos, ya sabes como se ponía ella borracha... – Miró a Miriam, ella le respondió con una sonrisa. – El caso es que creo un conflicto con un par de chicos y nos pegamos, ella sabía pegar mejor que yo, os lo aseguro. – Dijo muy animado. – El caso es que de una le quité la bandana a uno de los chicos, no sabía bien por qué lo hice, solo sé que después de eso salimos corriendo por toda la playa hasta casi llegar al muelle, los perdimos de vista y ella descojonandose por lo que había pasado dijo que la bandana era nuestro premio, nuestra corona. – Negó con una sonrisa. – Le dije que las coronas solo la llevan las grandes reinas así que sin más dilación le puse la bandana y ese día no paraba de sacarse fotos con ella puesta.

Yo le sonreí mientras pasaba mi mano por su hombro reconfortándolo.
El decidido se puso la bandana negra y Miriam y yo nos reímos.

— Ahora eres la reina. – Dijo Miriam.

Alfred posó con orgullo y aprovechando ese momento le saqué una foto. Después de eso me persiguió por todo el salón intentando quitarme el móvil para que no subiese la foto a Instagram.

Pero al final la publiqué.

Miriam estaba ese día tan vaga que ni se quiso levantar a ayudarnos a ninguno de los dos. Ni a Alfred a quitarme el móvil ni a mi para parar a Alfred.

Después de eso seguimos ordenando un poco más me concentré en una foto que había de Miriam adolescente, una risa nerviosa apareció en mi, aunque todavía ella seguía pareciéndome muy atractiva.

Unas manos se posaron en mis caderas. Sentí el olor de su cabello.
Sentía algo raro en mi cada vez que me tocaba.

— Menuda pintas de bollera. – Dijo con voz ronca. – Dios estaba horrible.

— Calla tonta, estabas preciosa

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— Calla tonta, estabas preciosa... – respondí dulcemente. Sentí su mirada y le miré yo también, sus mejillas estaban algo sonrojadas. – Y lo sigues estando.

Poco a poco fuimos acortando la  distancia. Tenía muchas ganas de probar esos labios, pero ella volvió a separarse con el ceño fruncido.

Y pensativa se fue del salón dejándome sola, a los minutos apareció Alfred y el y yo terminamos de empaquetar todo.

Cuando Miriam se dignó a aparecer cogimos las cajas y las metíamos dentro del coche de Alfred para que el se las hiciera llegar a la familia de Amaia ya que se había puesto en contacto con ellos y querían las cosas de Amaia. Algunas cosas se las quedarían y otras las llevarían a una ONG o algo parecido. Alfred nos dijo que seguramente es lo que Amaia hubiese querido.

Mientras Miriam metía la última caja vi a lo lejos como un taxi llegaba a la puerta de mi casa.

[ POV Miriam]

Mientras intentaba meter la última caja en el coche de Alfred noté como Ana miraba en dirección a su casa.
Le resté importancia puesto que aún Amaia me rondaba por la cabeza.
Me daba algo de pena deshacerme de sus cosas, sentiría un vacío en la casa que ahora Alfred rellenaría, y espero que mi querida Ana también.

Al dejar bien la caja noté como un taxi acababa de aparcar enfrente de la casa de los padres de Ana.
Los tres nos quedamos mirando junto al coche.

Una rubia despampanante salió corriendo del taxi, del cual casi se cae, y empezó a llamar al timbre.

Miré a Ana. Tenía cara de sorprendida, se fue acercando hacia su casa.

— ¿Quien es ella? – Le pregunté a Alfred.

— Me da a mi que es Mimi. – Fruncí el ceño.

— ¿Mimi? – Dije yo a la vez que oí como Ana se lo preguntaba a esa chica. Volví mi mirada a ellas.

Noté como la rubia se lanzó a los brazos de Ana y ella le correspondió.

— Oh si, esa es Mimi. – Dijo Alfred. Sentí algo arder dentro de mi. – Presiento que va a haber un giro dramático de los acontecimientos.

— ¡Hola Miriam! – Oí como Agoney me saludó poniéndose a mi lado. – Ya hemos comprado lo que nos pediste para arreglar tu estudio. – No le prestaba ni un mínimo de atención, lo notaba como una vocecilla muy lejos de mi.

— Hola Alfred. – Dijo Raoul de fondo hasta que llegó a donde estábamos. – ¿Qué es lo que pasa?

Yo seguía sin apartar la mirada de ambas.

— Buah, amiga esa es la ex de mi hermana. – Dijo Agoney también sorprendido.

Sin poder verlo más corrí hasta llegar al interior de mi casa.

the reason [wariam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora