—¿Señor Paddington? —Un sujeto desgarbado y de cabello rojo se detuvo frente a él.
—El mismo —respondió Burt y se levantó de su asiento.
—Soy el comisario Trevor Cassidy. Tengo entendido que usted y su hijo encontraron a una jovencita moribunda en los bosques que rodean el lago Big Bear —Extendió la mano.
Burt se seco el sudor acumulado en la palma de su mano debido a los nervios y a la angustia de la espera, y respondió a su saludo.
—Así es, esta mañana, mi hijo Tommy —Señaló al pequeño, que dormía sobre el regazo de su madre cerca de ellos— Había salido a poner algunas trampas, y fue entonces cuando la encontró. Corrió a alertarnos y me llevó hasta el lugar donde la había visto. Estaba muy mal cuando la encontré. Sin perder tiempo, la trajimos hasta Loma Linda y estamos acá esperando que nos den alguna novedad —explicó.
—Está bien —Le sonrió amable.
Burt Paddington se dejó caer en su asiento, pero se puso de pie al instante.
Un medico atravesaba el pasillo y caminaba raudamente hacia ellos. Burt lo reconoció como uno de los que había atendido a la joven en la sala de emergencias.
—¿Los señores son familiares de la señorita que ha ingresado esta mañana?
—No, doctor —respondió Burt— Nosotros la trajimos, pero ni siquiera sabemos quién es
—Doctor, soy el comisario Cassidy —intervino el policía— Alguien de su hospital nos llamo
—Sí, es evidente que la joven sufrió alguna especie de tortura. Tiene varias laceraciones en las muñecas, presenta también un deterioro general, además de desnutrición y deshidratación aguda —indicó con seriedad— Esta joven recorrió un largo trayecto antes de ser encontrada, sus pies están muy lastimados
—¿Se va a poner bien? —Burt hablaba por él y por el resto de su familia que se había unido a la conversación para ponerse al tanto de las novedades.
—Deberá permanecer un tiempo internada, pero el pronóstico es bastante alentador —Palmeo el hombro de Burt— Si no la hubiesen encontrado, no habría resistido otro día más en aquel bosque — Burt Paddington no era un hombre que se emocionara con facilidad, pero aquellas palabras le provocaron un nudo en la garganta. Asintió y se quedo en silencio mientras apretaba la mano de su esposa.
—¿Podría hablar con la muchacha? —pregunto el comisario Cassidy.
—Me temo que eso deberá esperar. No recupero el conocimiento todavía y, con los sedantes que le dimos, no lo hará hasta mañana
—Está bien, doctor, gracias
—De nada, lo veo mañana — Trevor Cassidy observó una vez más a Burt Paddington
—¿Ha verificado si llevaba alguna identificación, algo que nos indique quién es? — Burt negó con la cabeza.
—Nada, llevaba solamente un vestido sin bolsillos, y no encontré un bolso o algo que se le aparezca junto a ella —Hizo una pausa— Pareciera que tan solo hubiese surgido de la nada
—No, vino de alguna parte y, de acuerdo con lo que dijo el doctor, desde muy lejos. Es muy probable que alguien la esté buscando
—Seguramente —repitió Burt.
—Pobre muchacha —dijo Christine y abrazó a Tommy contra su pecho.
—Les agradecería que pasaran por la comisaría para declarar. Abriremos una investigación, y será necesario contar con su testimonio y el de su hijo —Miró a Tommy, quien habia despertado hacia pocos minutos y todavía parecía estar conmocionado por lo sucedido.
—¿Es necesario que Tommy declare? —Christine no quería que su hijo tuviera que pasar por aquello.
—Me temo que si —alargó la mano y le tocó la frente al niño— Seguro que Tommy estará encantado de visitar la comisaría — Los ojos azules y enormes de Tommy Paddington lo miraron fijamente.
—¿Hay más policías y armas ahí? — Cassidy soltó una carcajada.
—Sí, campeón, sí. Yo mismo me voy a encargar de que conozcas cada rincón de la comisaría —le prometió.
—¡Sí! —gritó y soltó a su madre. Es increíble cómo los nenes pueden, de un momento a otro, cambiar su estado de ánimo, pasar de la tristeza a la euforia en solo un instante.
Segundos antes, estaba abrumado por el hallazgo de la chica moribunda y después, parecía estar contento con la idea que le proponía el comisario Cassidy.
—Los veré más tarde, entonces —Saludó a la familia Paddington y se fue. Debía ponerse a trabajar en aquel caso de inmediato, alguien en alguna parte, seguramente, estaba sufriendo por la ausencia de aquella muchacha.
Jackson Hemsworth se aflojó el cuello de la corbata y lanzó un suspiro de alivio.
Una llamada, una simple llamada telefónica había bastado para poner fin a tres meses de angustia y terror. La había estado esperando durante tanto tiempo que ya creía imposible que, a esas alturas, alguien pudiera devolverle la paz con tan solo un par de palabras. Esa paz que le había sido robada impunemente meses atrás.
«La encontraron» Tres palabras que repicaban en su cabeza sin cesar mientras caminaba por los pasillos de la comisaría de Loma Linda. El clima era agobiante, y una multitud de gente parecía atiborrar cada rincón de la pequeña comisaría. Deseaba llegar a la oficina de Cassidy y ponerse al tanto de las novedades. Había llegado desde Fresno y esperaba marcharse de ahí con las respuestas que había estado buscando.
Sonrió cuando, por fin, una mujer de unos cincuenta años, pequeña y regordeta, se acerco a él.
—Disculpe ¿podría decirme dónde puedo encontrar al comisario Cassidy?
—¿Es usted el teniente Jackson Hemsworth, no? —pregunto mientras estudiaba su apariencia. Jackson frunció el ceño.
—Sí ¿cómo se dio cuenta? — La mujer se acomodo las gafas que insistían en bajar por el puente de su nariz.
—Podría decirle que, después de trabajar acá durante tantos años, fui bendecida con la capacidad de reconocer de inmediato a un policía cuando lo veo, pero la respuesta es más simple. Trevor me dijo que usted vendría, y a leguas se nota que usted no es de acá —respondió y se encogió de hombros.
—Entiendo —Le sonrió y, a pesar de lo que le había dicho, el presintió que lo de su capacidad era más real de lo que ella creía.
—Venga conmigo —La siguió a través del pasillo y, cuando se detuvieron ante una puerta de vidrio con las persianas cerradas, la mujer se dio media vuelta y lo miró.
—Él lo está esperando —le indicó y se alejó por donde había venido.
—Gracias… —Habría querido preguntarle su nombre, pero ella ya había desaparecido de su vista.
—Adelante —La voz de Trevor Cassidy denotaba preocupación.
—Comisario, soy el teniente Jackson Hemsworth de la División de Personas Desaparecidas de la Policía de Fresno —se presentó.
Cassidy extendió la mano y lo invitó a sentarse.
—Me alegra que haya podido venir, Teniente —Apagó su cigarrillo en el cenicero— ¿Fuma?
—No, lo dejé hace algunos años
—Muy bien por usted — Jackson Hemsworth estaba impaciente, deseaba escuchar lo que aquel hombre tenía que decirle.
—Cuando buscamos en la base de datos de personas desaparecidas en California en los últimos meses y dimos con su caso, no creímos obtener resultados tan pronto —explicó mientras se apoyaba contra el respaldo de la silla.
—¿Están seguros de que se trata de la misma persona? —No quería pensar que su viaje hasta ahí había sido en vano.
—Por supuesto, vimos las fotografías y, aunque la muchacha está bastante desmejorada, sin duda es la misma — Jackson Hemsworth respiró hondo. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro, después de tanto tiempo había comenzado a reír nuevamente.
—Quisiera verla
—Podemos ir ahora mismo, si quiere. Acabo de llamar al hospital, y el doctor me informó de que ya despertó — Ambos se pusieron de pie y abandonaron la oficina con rumbo al hospital. Jackson sintió, entonces, que una luz blanca, radiante y poderosa se abría ante él después de haber estado caminando a través de un túnel oscuro y desolador.