Capítulo 13
— P-por favor — susurré —aléjate de ellos.
— Shh — dice llevándose el dedo índice a la boca— no hables tan fuerte— tomó el cigarrillo y lo puso entre sus dientes— no querrás despertarlos— eso fue lo que dijo, pero ellos estaban totalmente despiertos.
Se puso de pie para luego tomar una manta de la cama, vi como los tres niños me miraban con terror. No estaban en el baño como yo los había dejado, estaban en la cama y el chico de ojos negros ahora estaba cubriéndolos con una frazada.
— Eres una mentirosa— se sentó en el pequeño sillón que estaba junto la cama de nuevo. — Decirles a los niños que íbamos a jugar a las escondidas en vez de decirles que veníamos por los Alfas a matarlos— niega con su dedo índice. Mi mirada se dirige a los chiquillos espantados y comprendo el porqué de su mirada asustadiza. — ¿Dónde estabas? — me preguntó, tragué saliva para poder siquiera pronunciar una mentira, pero sabía con toda seguridad que no me creería ninguna palabra que dijera de ahora en adelante. — y ¿bien? ¿No piensas hablar o qué?
— Para que hablar si ya sabes la respuesta.
Sonrió sin decir más.
De la puerta entraron dos jóvenes, uno de ellos tenía cicatrices por toda su cara y él fue rápido a donde el chico de ojos negros.
—Así que los futuros Alfas han llegado— no soporté la mirada que me fue dirigida, en cambio busqué el alfeizar de la ventana con la esperanza de alertar a Trent — ¿piensas huir?
El que se mantuvo en la puerta avanzó hacia mí y fue cuando mi corazón paró.
—No, no intenté huir— me hizo a un lado sin esfuerzo y miró hacia abajo.
—No hay nadie— pronunció para alivio mío.
— ¿Sabes qué es lo que le hacen a los solitarios traidores? — Cada palabra que salía de su boca era un paso que daba — Los solitarios somos eso, solitarios lobos que vagan en la nada, sin nadie por quien luchar. Eso no es del todo mentira, pero ¿qué pasa si tenemos a alguien a nuestro alrededor? Contéstame.
—No lo sé.
—Nos hacen verlos morir.
— Por favor— lágrimas se asomaban en mis ojos.
— Oh no, no llores — su preocupación no es más que hipocresía, puesto que puedo ver que sus ojos me observan burlones. — a ti no te pasará nada, absolutamente nada, no tienes por qué preocuparte, no soy el líder que toma esas decisiones— toma con delicadeza mi mano, no obstante, yo la intento apartar, pero la aprieta con más fuerza.
— Ven conmigo— me jala y solo puedo ver las caritas de los niños bañadas en lágrimas silenciosas.
Pasamos por un lado del chico quien comienza a agitarse a respirar con mayor rapidez y frecuencia.
— No, no, no— me detengo y me suelto con fuerza de las manos del chico, que sonríe como es costumbre, pero esta vez es diferente, no hay ninguna pizca de burla, ni diversión en ella, hay maldad, una media sonrisa acompañada de unos ojos apagados, sin ninguna expresión.
— No querrás estar en el gran desenlace ¿o sí? — la desesperación se manifestaba en lágrimas y mi respiración agitada.
— Por favor, no lo hagas.
Afuera de estas cuatro paredes, se escuchaban los gruñidos, golpes, llanto. Era el peor día que había vivido en toda mi existencia.
Hasta ahora.
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Mi Luna Azul
VârcolaciEl Renacer de Illazki. "El pelaje negro resurgirá entre las cenizas ciñéndose en el delicado cuerpo de una mujer, sus ojos rojos por la furia, grises por el dolor, azules por la felicidad y cafés por la tranquilidad. Los cuatro elementos a su m...