D i e c i s i e t e

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"Me enamore de él como cuando te estas quedando dormido. Primero lentamente y de repente de golpe".

 Primero lentamente y de repente de golpe"

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...

— ¿Dormiste lo suficiente? — dijo una voz un tanto burlesca. Entre bostezos y los ojos entrecerrados intente despertar bien. —  ¿Perdona? - me talle los ojos adormilada

— Te quedaste dormida, vaya atardecer. — río Finn jugando con mi cabello. Mi cabeza se encontraba en su estomago y me encontraba tapada con una sudadera. No sabía como había pasado, de veras que no.

—  ¿Por qué no me despertaste para irnos? Mamá me va a matar. —  tapé mis ojos mortificada

— Observaba como dormías. — se puso serio —  Además.. tu madre esta con mi madre, y piensa que estamos en tu casa. — me "aventó un beso" y guiñó el ojo con una enorme sonrisa adornada en sus labios.

"Observaba como dormías". Sentí vergüenza, por qué cuando duermo mi cara no es para nada tierna, mi boca se abre y mis cachetes lucen más grandes. - levanté las cejas y abrí los ojos como platos. Seguido me levanté y quité la arena de mi cuerpo.

—  Deberíamos irnos. — tragué saliva y me paré enfrente del ruloso. — ¿Tu madre y mi madre? —  miré a todos lados confundida —  ¿Se hicieron amigas?

—  Tu madre no te odia por ser mi amiga. Al contrario, se alegra de que seas más social, y Carolina, ella no debe molestar. —  este cerró los ojos acostado en la arena.

— Vámonos. — repetí con firmeza.

—  Mejor aún. — abrió los ojos y se paró. - quedémonos. — soltó una risita y tomó mi mano, este me jaló caminando.

—  ¿Que? ¿Donde? —  aún sujetaba mi mano, nos dirigimos al mar, que lucía aún más lindo a la luz de la luna.

— Ven aquí, cosita. — dijo esto ultimo y me sujetó de la cintura, seguido me cargó y corrió.

— ¡Bájame! Skata no me hagas golpearte. — supliqué pataleando

—  Entonces seré golpeado.

Sus pies estaban dentro del mar, aún mojando su ropa siguió caminando hasta que el agua sobrepasaba su pecho. Una vez ahí me bajó con delicadeza y tomó mis manos, seguido las posó en sus hombros. —  si no sabes nadar, apóyate en mi. — me miró y regreso su vista al agua. Un cosquilleo en el estomago me atacó y mi corazón se derritió sin mi consentimiento.

—  ¿Caminamos más? — sujeto mi cintura, me sobresalté al sentir sus enormes manos sujetandome, fulmine a este con la mirada y tragué saliva. — El agua esta muy helada, nos vamos a enfermar. — hablé nerviosa.

—  Diversión, cosita. — me acercó a él con delicadeza. — Diversión. Si no te quieres morir de frío, entonces deberías cortar esa distancia. Parece que me tienes miedo. —  abrió los brazos y con una mano palmeó su pecho.

No sentía mis piernas, se habían desvanecido por completo, mi ropa estaba mojada al igual que la del ruloso. Temblaba y temblaba, mi corazón latía a mil por hora.

Ahí estaba él, parado con una mirada orgullosa y una sonrisa capaz de hacerme caer. Capaz de desvanecer mis piernas por completo, ese loco cosquilleo en el estomago no desaparecía, nunca lo hizo, a decir verdad. Lo quería mal, ni siquiera sabía cuando pasó, como, ni en donde. Quizá en aquel concierto, esa noche de Calpurnia, en la que el chico de ojos lindos saltaba y sacudía su cabello con tanta pasión. Quizá aquellas veces en las que se recostó en mi cama, cuando me fulminó con la mirada o incluso cuando sentí la suavidad de sus manos acariciando las mías, jamás habían encajado, pero moría por qué llegara la hora.

— Uy. — suspiró cuando me aventé a su pecho. Era mucho más baja que él, mi cabeza quedaba en su pecho.

Por abajo del agua abracé su cintura con fuerza, tenía miedo, quizá por la noche y por qué el mar estaba hondo. Pero una seguridad me invadió por completo cuando lo abracé, cuando sentí su barbilla en mi cabeza y sus brazos abrazándome con seguridad. Como si me estuviese cuidando.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó el ruloso un tanto en voz ronca. Que sonaba tan bien, haciendo que mi piel se pusiera chinita.

— ¿Tú te encuentras bien? — pregunté aún escondida en su pecho.

— Teniéndote tan cerca de mi ni siquiera deberías preguntar. Creo que es más que obvio. — soltó una risita dentro de él. —  Me siento bien contigo, cosita. — una sonrisa se formó en mis labios haciendo que apretara con más fuerza su cintura.

"ςυαиdσ тє мιяé" -fιии ωσℓfнαяdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora