11. Parentesco de consanguinidad

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Markel está parado junto a la puerta de mi oficina con un rostro tan terriblemente neutro que no logro descifrar la razón de su visita tan repentina.

A ver, sé que no va a despedirme porque a pesar de que en las últimas semanas he faltado demasiado, todo mi trabajo ha estado a tiempo y en orden, tal como al mayor de los Winship siempre le ha gustado todo.

  ─¿Puedo ayudarte en algo?─pregunto cuando siento que la tensión en el ambiente amenaza con matarme.

El rubio comienza a caminar con su paso elegante y se sienta con gracia en una de las sillas frente a mi, un ruido repetitivo y bastante irritante llega hasta mis oídos y mi ceño se frunce antes de notar que el sonido proviene del bolígrafo en mis manos que estoy golpeando nerviosamente sobre el escritorio.

Detengo el golpeteo dejando la pluma a un lado, mis manos se entrelazan apropósito para evitar que mi inquietud se haga evidente de otra manera.

Pasan muchos minutos antes de que Markel hable dejandome un poco confundida.

  ─Realmente lo lograste, Olivia, no es que me sorprenda, después de todo fui yo el que tomó la decisión final─siento mis labios comenzar a curvarse hacia arriba un poco cuando noto que la frase que se supone era una felicitación para mí termina siendo una palmada en el hombro para mi jefe.

  ─Vale, pues supongo que... ¿gracias?─mi cabeza se ladea ligeramente y hago una mueca bastante rara─, ahora, no quiero sonar mal educada, Markel, pero no comprendo de lo que hablas y de verdad necesito terminar de escribir este prólogo antes de las seis para que tu preciosa editorial siga trabajando como debería.

  ─Ese prólogo estaría terminado si supieras organizar mejor tus tiempos─menciona como quien no quiere la cosa y mi boca se abre con indignación. Eso no es totalmente cierto, siempre he sido una persona bastante organizada, planeo bien cada segundo de cada día para que no tenga que preocuparme por nada después, al menos así era hasta que sucedió lo de Eider─, oh, si, es cierto, ¿cómo sigue tu novio?

Mi mirada se dirige directo a mis manos sin que pueda evitarlo... o disimularlo un poco.

Las cosas con Eider han sido complicadas desde que le dieron el alta en el hospital, hay días en los que está de tan buen humor que nos hace sentir que las cosas están completamente bien─como antes de que desapareciera cual mago y apareciera de nuevo con un montón de heridas─, pero otras veces...

Decir que está alejando a todos de su vida es poco comparado con lo que el mayor de los Sheppard está logrando, incluso yo estoy comenzando a cansarme con su constante juego de "hoy soy un sol, mañana ya veremos".

  ─Recuperándose, algunas heridas... las que eran menos graves, han desaparecido casi por completo, pero hay otras que aun no han cicatrizado del todo, supongo que ahora es tiempo de esperar.

  ─Ya se lo he dicho a Tanner, pero si necesitan algo, lo que sea...─sonrío. Markel, a diferencia de su hermano menor, nunca tuvo problema con Eider, de hecho, varias veces salieron a tomar algunos tragos, aunque después de que Markel comenzara la editorial, ambos se alejaron un poco─, bueno, de lo que venía a hablar es de los señores Wittgenstein y Craig, han llamado esta mañana y han firmado el contrato.

  ─¿Eso significa que...?

Del interior de su chaqueta saca un papel y lo extiende hacia mí.

  ─Las finanzas nos permiten que tu departamento obtenga más dinero─sonríe con suficiencia─, lo hizo bien, señorita Carson─extiende su mano y yo ruedo los ojos, pero aún así respondo a su gesto.

Cuando se marcha deja la puerta abierta para que Tanner pueda entrar, a juzgar por su rostro cansado sé que hoy es uno de esos días malos.

  ─Aquí está la portada que me pediste─sus palabras salen en un tono de voz neutro, sin bromas de por medio, una clara muestra de lo mucho que le afecta la situación con su hermano mayor─, sí necesitas que cambie algo...

CulpableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora