p ro l ogo pt➁

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El corazón del pequeño rubio bombeaba con fuerza, había despertado dentro de sus pesadillas y lo único que veía era una puerta en la distancia. Estaba seguro tan solo con verla desde kilómetros de que rechinaría agudamente al ser abierta.

El niño de tan solo siete años, comenzó a llorar en la ardua oscuridad mientras caminaba paso a paso como si lo estuviera haciendo sobre carbón caliente. Sollozaba y lloriqueaba pidiendo ayuda por no poder despertar. Se dirigía jadeante hasta la puerta, la única cosa que sus rasgados ojitos podían apreciar.

Entonces fue cuando sintió un pequeño toque en el hombro. Aterrado: se giró; pero se encontró con la completa nada y comenzó a pensar que solo sería su imaginación por estar asustado.
Así que siguió, caminó y caminó hasta sentir nuevamente los desesperantes toques en el hombro.

Ahora sí, enfadado volvió a mirar sobre su hombro, pero no encontró nada. Bufó, muy pero muy enfadado y reincorporándose casi olvidadizo del terror que llevaba encima.— ¡Aquí arriba, caramelo!. — Rápidamente al sentir una divertida y ronca voz proveniente del cielo, levantó su cabeza para encontrarse con un joven de hebras negras, aproximadamente de la misma edad que Jimin o de unos años más grande, no tantos. Tenía cuernos grandes y una cola larga y enroscada como la de un gatito, pero sin pelo rodeando esta. Sus rasgados ojos oscuros con forma felina delataron su picardía y se podía ver en la horrible oscuridad gracias a su pálida piel, era casi nívea e increíblemente bella.

Era extraño, un niño como Jimin podría haberlo confundido con el gato sonriente de Alicia en el país de las maravillas, pero el extraño niño no lo dejó salir corriendo, y para cuando Jimin se quiso dar cuenta, no se había fijado en que el joven estaba de cabeza, sí; sus piernas estaban enroscadas en el tronco de un árbol negro del que Jimin no se había percatado y los brazos de "Blancanieves" «así apodó al azabache bien verlo» estaban cruzados. Inclusive, su aura demoniaca se podía ver transformada en un humo morado como una llama ardiendo en sus hombros. —¿Q-Quien es usted?. — consultó Park, tapando su boca con sus delicados deditos y notando como sus mejillas coloradas ardían.

De repente, el adverso sonrió, y el rubio pudo ver sus leves colmillos tal cual vampiro a cada lado de su dentadura. También se fijó en su ropa: unos pantalones cortos que dejaban ver sus piernas y una camisa blanca arremangada con un moño algo zafado.

No se molestó en ver más, esto solo era una pesadilla y seguramente no volvería a ver a ese niño de nuevo. Pero si lo era, ¿por qué podía moverse?, ¿por qué sentía cada uno de sus músculos en movimiento?, ¿por qué se sentía vivo dentro del sueño?, ¿acaso se trataba de algún sueño lucido, una parálisis del sueño?; no lo sabía.

—Me dicen Suga. — sentenció luego de un rato.

Y esa fue la primera vez que conoció a YoonGi. Y lo que el joven rubio pensaba como una pesadilla o una sola noche, se convirtieron en numerosos viajes al “otro mundo”. Incluso los médicos que Jimin visitó con su hermano les dijeron que solo se trataría de tonterías del niño.

Pero no fue así. Por qué un día en plena adolescencia de Park, una visita lo obliga a poner de cabeza su vida entera y cambiar las cosas.

ángel entre demonios ❍ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora