En el metro

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Otro día más, las siete de la mañana, Metro de Madrid, el tumultuoso testigo de nuestros encuentros. Al llegar, miradas de complicidad y enseguida nos escondemos en nuestros libros. A mitad de viaje, nuestro primer cruce de miradas y de nuevo vuelta a la lectura. Pero hoy algo es diferente, el vagón va extrañamente vacío. Esto nos sorprende, al menos a mí. Nos miramos y nos sonreímos con complicidad. Estación a estación nos hemos quedado solos y aún falta camino hasta nuestros destinos. De repente te levantas y te sientas a mi lado. Tus dedos acarician mi mejilla, esto hace que me estremezca. Acercas tu rostro al mío y lentamente me besas. Todo mi cuerpo se tensa. No te conozco, no sé quién eres, pero me dejo llevar por las sensaciones que tus caricias producen en mi cuerpo y me dejo llevar. Tus labios besan mi cuello, después bajan hasta mis senos. Todo mi cuerpo se estremece de placer. Una de tus manos se desliza debajo de mi falda y se cuela dentro de mis braguitas. Con tu dedo corazón comienzas a trazar círculos en mi clítoris. Cierro los ojos y un suspiro sale de mi garganta y todo mi cuerpo se tensa de placer. De repente te detienes, al igual que el Metro, abro los ojos. Estás de pie, frente a mí, te miro, me sonríes.

-Hasta mañana –me dices mientras sales del vagón.

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