-Oye Marina, Mike me dijo que ayer tuvisteis una pelea.-dijo Matt persiguiéndome por el pasillo.
Era la hora del desayuno y quería estar con los campistas, hablando sobre las cosas de la vida.
-¿Cómo?-le pregunté girándome.-En ningún momento me he peleado con él.
¡Increíble! Ahora iba contando por allí que nos habíamos enfadado/peleado... lo que quiera.
-Le cerraste la puerta en sus narices. Si eso no es pelear, dime lo que es.
¿Pelear? ¡Más quisiera él! Era consciente de que no tenía fuerza, y si lo era, ¿cómo me iba a pegar con alguien?
-Te lo digo. Estaba cansada y no quería enfadarme.
-¿Por qué os ibais a enfadar?
Resoplé.
-Oye, tengo que ir al comedor a desayunar. ¿Podemos hablar de esto otro día?
-No.-contestó.
Mi hermano. ¡Ojalá lo cogieran como actor, porque el drama lo tenía ensayado a cien por cien!
-Mira, tu dramatismo déjalo para clases de teatros. ¡No paso nada, ni me pelee, ni le pegué, NADA!-cambié el peso de un pie a otro.-Simplemente le dije que no hagáis actividades de repostería, porque eso no les va a ayudar a aumentar su autoestima.
-¿Eso ya no lo hablamos?
¡Anda, por lo menos él si se acordaba!
-Sí, lo hablamos, pero aún así habéis pasado de mi cara. ¡Qué sea la última vez!
Y dicho aquello, me fui. Ya me había enfadado nada más comenzar mi día.
Antes de entrar al comedor, intenté relajarme y sonreír.
-¡Buenos días chicos!-les saludé entrando en la sala.
Estaban todos hablando entre ellos por lo que no se escuchó lo que les dije. Por un lado me sentí un poco tonta, ya que parecía que había hablado con la pared, pero por otro contenta. Estaban ya entablando amistad y eso era bueno.
Me metí en la cocina y saludé a Ángel.
-Hola Marina.-contestó.
Cogí una manzana y me apoyé en la encimera.
-Huele muy bien. ¿Qué es?-le pregunté.
-Un estofado.
Puse mala cara. No me gustaban los estofados y desde que me independicé no probé ninguno. Aunque Ángel de vez en cuando me obligaba a comer aunque fuera un plato.
-¿Hay huevos?-le pregunté acercándome al frigorífico.
-Sí, pero no te vas a librar de tomar aunque sea un poco de este riquísimo estofado.
Le saqué la lengua. Él era como mi segundo padre, me cuidaba mucho y yo eso lo apreciaba.
-Oye, ¿qué ha pasado entre Mike y tú?
¡Otro que se había enterado! ¿Cómo lo hacían?
-Nada importante.-dije mirando lentamente el frigorífico.-¿Oye hay lechuga?
-No, no, no...
Me di la vuelta. Arrugué el entrecejo.
-No me cambies de tema señorita.
Puse cara de no saber a que se refería, aunque lo sabía perfectamente. ¿Cómo no?
-Eh... lo siento Ángel, pero ¿de qué tema hablas? ¿Era lo del estofado?
-Sabes perfectamente que no.-levantó las cejas esperando a que le respondiera.
Tenía que hablar con mi hermano para que me diese clases de teatro o algo, siempre me pillaban cuando mentía.
Me hice la pensativa. Cuanto más lo alargase mejor, así podía poner como excusa que tenía que ir con los campistas. ¡Estaba todo pensado!
-Si fueras un poco más específico podría responderte.-le dije cruzándome de brazos.
-Mike. Tú.-me señaló.-¿Qué ha pasado en el paraíso de los novios?
Él era una de las pocas personas que sabía que me gustaba Mike, fue el primero que se dio cuenta.
-No somos novios, te lo recuerdo.
-¿Es por eso?
Ja Ja. ¡Más quisiera yo que fuera por eso!
-No. Ya es agua pasada.
-Si, claro. Y yo soy tonto.
Definitivamente tenía que ir a clases de teatro. ¿Cómo podían saber cuándo les mentía?
Me subí a la encimera y tragué la saliva.
-El problema es que pasan de mi cara. Me toman como una amiga más y las órdenes que les doy no las cumplen.
Era verdad. Mi hermano, como era el mayor, decía que confiase en él que sabría llevar las actividades. ¿Se le olvidaba quién era la jefa de todo eso y quién podría despedirle en un abrir y cerrar de ojos? Sí, yo, su hermana pequeña.
Después estaba Mike, que me veía como su amiga de la vida, y se creía que su opinión estaba por encima de la mía. Que gracia cuando de repente le llegase a su casa una carta de despedida. ¿Quién se reiría en aquel momento? Sí, yo, su amiga de la vida.
-Diles quien manda aquí.-dijo dejando de vigilar la olla.-Tú has sacado esto para delante y eres tú la que controlas todo esto. Ahora mismo, tu hermano y su amigo son empleados, nada más.
Volvió a donde estaba la olla.
-Eso también se lo deberías dejar claro a los dos.
-¿Qué cuándo estén aquí me traten como su jefa?-pregunté dando un salto para volver al suelo.
-Efectivamente.
Le sonreí. Era un buen consejo y lo pondría en practica nada más verles.
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Si, en algún momento, hay algo que no os gusta, que cambiaríais, que quitaríais... ¡Decírmelo!
¡Un beso! <3
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1,2,3... ¡Quiérete!
Roman pour AdolescentsDesde bien pequeña me gustaba ayudar a las personas, sobretodo dándoles consejos para quererse a uno mismo. Sabía que de mayor quería trabajar haciendo esto y decidí abrir un campamento. No es un campamento normal, en el cual haces actividades todos...