8D - Cae la noche en Villa OT

773 69 33
                                    


La melodía de aquella canción de los 90 empezó a resonar en la amplia sala.
Una figura menuda con el pelo rubio y los ojos enormes miraba a sus amigos mientras estos daban vueltas y se cantaban el uno al otro.


-Chicos, voy al box a ensayar. -Comentó a los pocos minutos Nerea, al terminar el tema y quedar estos uno frente al otro, mirándose fijamente.


La chica sabía qué pasaba cuando aquellos dos se miraban, así que no le dio más importancia y subió los grandes escalones para después encerrarse detrás de la puerta de cristal más cercana.

Era ya habitual, desde hacía días, quizá semanas, que el mundo desapareciese para ellos cuando entraban en contacto con el otro. Intentaban disimular, sin demasiado éxito si le preguntaban a la pelirrubia, que cada vez se sentían más ligados al otro. Incapaces de separarse más de media hora, ni si quiera para dormir, pues lo hacían en la misma litera y aquél metro entre un colchón y otro era lo máximo que ocupaba el vacío entre sus cuerpos. A la hora de la comida se sentaban siempre juntos o, de no ser posible, cara a cara. Orbitaban uno alrededor del otro, sin llegar a tocarse nunca, por algún motivo.

Estaba casi segura de que aquello era cuestión de tiempo: que se tocasen, colisionaran, y algo explotara.


Ellos cantaban, sin a penas voz, tarareando si a caso, para no cansar la garganta aún sensible de Agoney.

Lo intentaron un par de veces más, pero ya sabían la coreografía perfectamente, pues eran cuatro directrices simples, sin más. Así que lo mejor sería pulir el final.


Raoul había decidido jugar con su amigo, hacerle ver que a él tampoco le hacía falta, que no le atraía tanto... Y mantuvo la calma, varias veces, cuando en las escaleras, con el final de fondo, después del "me da la vida", este le cogía la nuca y se acercaba a él.


Querían encajar bien sus caras, que quedase bonito para quien lo viese, por si al final decidían no besarse ni si quiera en el pase de micros del día siguiente.
Pero lo cierto era que se asustaba. El pequeño de los dos no podía evitar pensar que el otro iba a besarle delante de cámaras a la mínima.


-Oye, que no voy a besarte. -explicaba el canario- Ni que me apeteciera vaya...


Los mejillas hasta ese momento sonrosadas de su compañero perdieron el color, un poco enfadado por aquél comentario.


-Va vamos al centro y así hacemos todos los pasos y vemos como queda el final delante de donde estarán los profesores mirándonos mañana. -Puntualizó el rubio.


Pensaba que aquello sería más fácil, pues se sentían más expuestos, pero al llegar las notas finales... No podían apartar la vista. Simplemente, uno era incapaz de no acortar la distancia de sus caras demasiado rápido y el otro se congelaba. Cerraba los ojos y soltaba todo el aire de sus pulmones solo al notar la nariz de su amigo apoyada en sus labios.

Al moreno le costaba demasiado esfuerzo no besar los labios de su compañero teniéndolos tan cerca. Sentía que sus perfiles tenían un imán por el cual se acoplaban perfectamente, cuadrando cada poro, cada peca de sus caras.


Después de un rato, estaban demasiado exhaustos mentalmente como para seguir compartiendo el mismo aire.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 16, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Make me (cry) [RAGONEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora