Capítulo 11

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La canción de That's my name de Akcent me envolvía, mientras que trabajaba en un nuevo proyecto de marketing y producción para los clientes de España, que iría a ver en la próxima semana tras mi nombramiento a directora.

Escuché mientras que terminaba de pasar un documento escrito a mano a un archivo Word, que alguien estaba tocando la puerta y le hice pasar, mientras que continuaba trabajando en ese archivo.

―¡Lista para irnos! ―escuché.

Miré hacia arriba y observé a Darío terminando de entrar en mi despacho.

―¡Ya son las cuatro y media de la tarde!

―Sí. Parece ser que a ti se te ha pasado el tiempo más rápido.

―En realidad sí. He tenido una reunión y después de ir a comer con Daniel e Ignacio, me puse con la redacción de un trabajo de marketing para presentarlo al cliente de España en la próxima semana.

―¡Te empeñas en ir a España!

―No lo haría si no fuera por trabajo. Pero si lo que quieres saber es si voy a ver a Estefan, puedes venir. No me importa que vengas a España, si es lo que te interesa saber.

―Eso no hace falta que me lo digas querida. Claro que voy a viajar contigo. Pero no porque no confié en ti, si no, porque tengo una sorpresa que darte.

―Viniendo de ti esa sorpresa, que puedo esperar. Pero, en fin. Si me dejas cinco minutos más para acabar esto, podremos irnos a ver la historia de la familia Medici.

―De acuerdo. Termina de hacer eso. Voy a ver a Daniel para hablar un asunto con él. Cuando estés lista, díselo a Ignacio para que me lo comunique.

―Sí, señor ―respondí.

Darío volvió a marcharse y terminé de pasar el archivo al ordenador en cuanto mi marido cerró la puerta del despacho muy suavemente. Necesitaba respirar y no pensé en llamarle aún. Pues necesitaba estar un rato a solas y esa era la única manera que tenía de hacerlo hasta el momento. Pues Darío lograba intimidarme tanto como lo hacía otros amigos suyos que habían logrado su gran objetivo. Poseerme con sus manos en Artemisa.

Pensé en el sueño que tuve por la madrugada y en como comencé a perderlo todo. Pero aun no logro recordar eso que no me permite enamorarme de nadie más que no sea Estefan.

Dejé de hacerlo en unos diez minutos y llamé por el telefonillo a Ignacio.

Cuando este me respondió en breve, sentí un breve escalofrió que me recorrió la espalda. Entonces, Ignacio me dijo al fin:

―Dime, cara.

―Puedes decirle a mi marito que estoy lista para marcharnos. Está en el despacho del tuo marito.

―De acuerdo, hermosa.

Después Ignacio dejó la línea del telefonillo libre y volví a respirar muy profundamente.

Me levanté de mi asiento y en breve comencé a coger mis cosas. Y cuando lo hice, salí del despacho.

Esperé solo dos minutos a mi marido. Ya que él había sido rápido en salir del despacho de Daniel.

En breve, él y yo nos marchamos de la empresa para ir a conocer cada lugar de la familia Medici.

El lugar en donde nos encontrábamos era un lugar antiguo, hermoso e histórico. Más que la vida que Dios me quiso dar a mí, en cuanto me salvaron de ese médico del psiquiátrico. El que estuvo antes que Darío. Digamos que el Palazzo Medici Riccardi me estaba dejando bastante asombrada para ser la primera vez que la visitaba en mi estancia en la ciudad.

Para Ti Es Mi Voluntad (Química Entre Nosotros I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora