Capítulo 23

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―¿Cómo te has sentido durante nuestra terapia en estos últimos meses? ―me preguntó el doctor Palmieri.

Me tomaba cada terapia en serio desde que este doctor está aquí y desde que me prometió traerme a mi madre. Y notaba cada vez más rápido mi recuperación. Y se lo agradecería eternamente.

―Bien, doctor Palmieri ―respondí.

―Eso me gusta. Si veo que tu mente mejora en unas semanas, podrás irte a casa.

―Desearía recuperar mi vida, pero sé que Manuel volverá a quebrarme la mente con lo que pasó.

―No sé preocupe, señorita Barquero. No voy a dejar que ese hombre le toque de nuevo.

―Me gustaría ir a Italia cuando salga de este lugar. Tengo algunos ahorros en casa de Isa y voy a usarlos como si fuera mi último día en la tierra.

―Eso me demuestra que tienes objetivos.

―Los tengo y entre ellos esta ese objetivo de recuperar mi vida. Pero también lo que mis hermanos me quitaron.

―Voy a hacerte una proposizione ―dijo el doctor Palmieri.

―¿Qué cosa?

―Hablaré con un amigo para que cuando vayas te haga una entrevista de trabajo en Italia, si me permites verte cada semana para cerciorarme que estas bien. Quiero continuar ayudándote.

―Eso debo de pensarlo. Estoy muy lejos de salir aun de aquí. Y más con eso de que mi hermanastro ha venido a verme... no... creo que debo de pensarlo.

―Pero recuerda que yo no le dejé pasar.

―Agradezco a Dios porque usted sea mi médico y no el otro que Manuel contrató para hacerme daño.

―Mis padres me han ensañado, señorita Barquero a que hay que hacer el bien todo lo posible. No les veo desde hace casi un año y siempre tengo en mente las palabras de mi madre.

―Su madre debe ser una mujer sabía.

―Lo es.

Hicimos una pausa, por que tocaron en la puerta:

―Doctor Palmieri, está aquí el señor Medellín. Quiere ver a la señorita Barquero.

Darío me miró y después me preguntó en un susurro:

―¿Quieres verle?

Entonces mis palabras fueron muy sinceras:

―No.

―Dígale que estoy con ella en una sesión y que no es posible...

Desperté de pronto. Pero lo hice un poco mareada.

Miré el reloj y eran las siete de la mañana. La hora justa para ir a trabajar.

Miré hacía mi esposo y observé que aún estaba dormido. No me extrañaba nada después de dos orgasmos.

Me levanté de la cama y fui al cuarto de baño para darme una ducha.

Cuando entré y comencé a notar a caer el agua sobre mí, comencé a saber por qué tomé la decisión de investigar a Estefan. Y ya tenía el motivo por el cual debía de denunciarle junto a mis hermanos. Guadalupe.

Noté el calor en mis hombros y supe que no estaba sola. Que Darío había entrado en la ducha conmigo. Puso mi mano sobre la suya y me giré.

De pronto él me besó y recibí ese beso con la misma fuerza que lo hacía en el pasado con Estefan.

Para Ti Es Mi Voluntad (Química Entre Nosotros I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora