Capítulo 31

286 20 0
                                    

―Madre, padre ―dijo el doctor Palmieri―, Vi presento Katherine Smith. La donna che teneva occupato il mio tempo in Spagna.

―Encantada, señorita Smith ―dijo la mujer con acento español-italiano. Que vestía con una falda y una camisa muy fina. Y la bisutería era de la más cara que había.

―Es usted hermosa, señorita ―dijo el hombre en ese acento español―. Espero que hagas feliz a mi hijo.

―¡Padre!

―Bueno su hijo señor Palmieri, me ha acogido en su casa.

Intentaré no darle problemas.

―No lo haces, cara.

―¿Y qué le trae por la ciudad? ―me peguntó el hombre que no se parecía en nada al doctor Palmieri.

―Unas vacaciones. Necesita relajarme.

―¿Cómo os conocisteis? ―preguntó su madre.

―Katherine es hermana de uno de mis pacientes en España. O lo era. Ya le di de alta.

―Pero tiene nombre británico.

―Mi madre es española. Mi padre era un hombre apoderado británico ―dije―. Al nacer, me puso un nombre británico por mi padre. Katherine era mi abuela paterna, que en paz este.

―Lo que importa es que os améis. Hicimos una breve pausa:

―Debemos irnos ―dijo el hombre.

―Vale.

―Encantado de conocerte hija ―dijo de nuevo―. Esperemos volver a verte.

―Grazie, señor Palmieri.

Los padres del doctor Palmieri se marcharon.

Cuando me senté en breve en el sofá y Darío sintió la puerta de su departamento cerrarse, soltó el poco aire de sus pulmones.

―¿Por qué me ha presentado a sus padres, doctor Palmieri?

Y más con un hombre falso.

―Porque quería hacerlo, Inés. No me pidas explicaciones, porque no voy a dártelas. Y si estás muerta, debes de tener otro nombre en la sociedad y con otra personalidad.

―Vale.

Hice una pausa:

Para Ti Es Mi Voluntad (Química Entre Nosotros I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora