Capitulo 2

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Pov Zafiro

Érase una vez una guerra cruel. Un conflicto que dejaba tras de sí ríos de sangre y familias destruidas por la necedad de los reyes. Batallas nacidas para acabar con los reinos sometidos a ellas, para consumirlos por entero y dejarlos en ruinas. Una confrontación entre humanos y feéricos que parecía nunca tendría fin.

Érase una vez una reina malvada. Una bruja desalmada que soñaba, como solo sueñan los mortales, con tener el mundo en la palma de su mano. Le hubiera gustado contemplarlo con una sonrisa y, cuando le deje de gustar lo que veía, cerraría el puño y construiría uno nuevo a partir de las ruinas que han quedado. Érase una vez un apuesto príncipe convertido en marioneta por su madre.

Érase una vez dos princesas: una debía casarse con el príncipe para que su reino estuviera a salvo de la reina malvada. La otra... bueno no sé con exactitud cuál es su papel en esta historia, pero el futuro nos lo dirá. Érase una vez un encantador trovador que sabía contar las historias más maravillosas del mundo. Hablaba de magia y cantaba con la voz solemne que solo los hechiceros saben controlar. Las notas de su laúd tomaban forma en el aire y se convertían en caricias en el rostro y vendajes en el corazón. Decían que su música podía hacer llorar a las piedras y dormir al insomne. Que su música milagrosa traía el sol a la tormenta y calmaba el oleaje y el viento furioso del norte.

Ese trovador, por supuesto soy yo, Zafiro de Astrea, aunque eso tú ya lo sabes. Lo conoces todo sobre mi y sobre mi país, que es la isla más hermosa que el mar bañará nunca. Astrea es la nación más próspera y justa, gobernada desde tiempos inmemoriales por reyes y reina justos y puros de corazón. Tú estás al tanto de todos sus secretos, como yo, y sabes cómo se formó, pues todos los reinos tienen un nacimiento. También eres lo suficiente capaz para saber que cuando digo que mi país es el más justo no es del todo cierto. Aunque hace años lo era, la oscura sombra de la guerra manchó de sangre nuestras manos y de lamentos nuestros rostros. Cuando nos dimos cuenta, y por el egoísmo de un hombre que deseaba usurpar el trono, la lucha se desencadenó y dos grupos de enfrentaron, sin darse cuenta de la insensatez que cometían.

En esa batalla murieron varios hechiceros a manos de sus propios hijos. El legítimo rey murió, la princesa heredera, por lazos de sangre, desapareció de la nada. Muchos fuimos encarcelados, el usurpador se hizo con el trono y Astrea, todavía maravillosa pero ya para siempre triste, se sumió en un largo y profundo sueño. Me gustaría relatarte el modo en el que yo solo... no, de acuerdo: el modo en que Nosotros, tú y yo, encontramos a la princesa y la salvamos de las garras del poderoso dragón, me gustaría decir que recuperamos el trono para ella, pero no es así. Quizá lo hagamos en un futuro, más por el momento solo soy un trovador y tú, mi inseparable acompañante.

Por eso estamos aquí ¿recuerdas? No camino estás calle del reino solo, no observo las nubes esponjosas y siento el viento que me arrulla con su suave sonido. Creo que me gusta este lugar, aunque a ti no te guste del todo, sí, claro que sé que no te gusta, lo siento cada vez que te tensas cuando te sujeto entre mis brazos. Está presente en la forma que te aprietas en mi espalda buscando protección. Supongo que intentas advertirme de lo terrible que sería dejarme dominar por un hechizo. Que no todo es maravilloso como parece, al fin y al cabo, ella es quién manda aquí.

Ella.  Su nombre se niega a materializarse sobre mi lengua, como si temiera que escuchara mi llamada. Hoy la veremos al fin, después de tanto tiempo. ¿No estás impaciente? Yo siento que mi estómago se revuelve al pensar en que al fin la veremos. Dicen que es hermosa, dicen que es malvada, dicen que tiene los ojos escarlata teñidos de toda la sangre que se ha derramado en esta guerra, pero a nosotros no nos bastan esas palabras, tenemos que separar las mentiras de la verdad. Tengo que verla para saber qué oculta de verdad, aunque tú no estes de acuerdo en acercarnos tanto. Me abro paso entre la gente, sujetándote con fuerza para que no nos separen.

Secretos de luna llena: AlianzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora