Capítulo 34

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Capítulo 34Cenicero de hueso y carne:Día 113 del programa M

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Capítulo 34
Cenicero de hueso y carne:
Día 113 del programa M.E.R: 2 de mayo del 2015

6:00 pm

Lilian Bennett encontraba cierta paz cuando tenía un pincel en la mano. Era impresionante pues, en una vida tan caótica como la se ella, encontraba alivio en detalles insignificantes: observar pegatinas en forma de estrellas, escuchar jazz, juntarse con tres margaritas...

Pero, sin duda, llenar de color un lienzo en blanco estaba al tope de todos aquellos detalles.

Si hablamos metafóricamente, ella estaba hecha de dolor, recuerdos, limón y óleos. Era una Lilian muy diferente a la de su pasado. Pasó de ser aquella a la que compararon con un rayo de sol, una alegría andante, y la niña más feliz que alguien podía conocer, a una escultura de débil figura; un lienzo gris con la garganta destruida. Sin embargo, el brillo en los ojos de la antigua Lilian volvía cuando mezclaba óleos en su paleta de pinturas.

Pudo sentir como las orillas de sus labios se elevaban al llenar la punta del pincel con ese color azul pálido que recién acababa de preparar. Combinaba a la perfección con el color café con el que previamente había delineado la figura presente en el lienzo, así que, al ritmo del jazz que se escuchaba desde su reproductor, plasmó justo lo que quería en su obra maestra. Aquella mariposa azul estaba casi lista.

Tarareó las líricas de la canción que inundaba sus oídos, y trazó con delicadeza los detalles en las alas entreabiertas de aquel bicho de majestuosa presencia. Era costumbre para ella pintar al ritmo de algún Jazz. No podía evitarlo, así como le resultaba imposible no llenarse las manos o la cara de óleos cuando tenía un pincel cerca de ella. La costumbre de escuchar esa clase de música al pintar la había heredado de su abuelo paterno, al que no había visto desde hacía varios años ya. Él se había retirado de su vida un año antes que su padre y siempre se preguntó el porqué de aquello.

Aún recordaba a la perfección el olor a tabaco que solía acompañarlo, y esa vibra de artista que solía hacer presencia en sus ojos azules, delatando que en algún momento fue un gran pianista. El hombre de avanzada edad siempre le dijo a Lilian que debía sentirse orgullosa de sus dotes artísticos, convirtiéndose en el primer admirador de los cuadros de Lili.

Junto a él, Lilian le encontró el sentido a los acordes improvisados del jazz, además de la fascinación por el revolotear de las mariposas y de un mundo artístico del que siempre quiso formar parte. De pequeña, siempre esperaba con ansias las vacaciones de verano, ya que su padre y su madre le permitían irse un mes hasta las afueras de Chicago y pasar varias semanas solo con su abuelo. Para ella, él fue su más grande inspiración cuando era una niña. Y, por más que quería negarlo, aún seguía siéndolo a pesar de que él también se fue. Nunca supo muy bien qué fue lo que alejó a su querido abuelo de su lado, pero supuso que era lo mismo que alejó a su padre un año después: una familia, con integrantes mil veces más perfectas que ella.

Margaritas || P.E #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora