Cotton Candy

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¡No entiendo porque quieres ir a la feria!— Dice el pelirosa con los brazos cruzados. —El invierno se esta acercando cada vez mas, deberíamos estar acostados con una manta y tomando chocolate caliente. No en la mugrosa feria del pueblo que hacen todos los malditos años.

Vamos Jaemin, sera divertido. No puedes pasarte toda tu vida en la casa solo porque odias interactuar con la gente.— Musita su amigo DongHyuck, que literalmente lo había arrastrado al carro. —Se que eres amargado natural pero debes salir de vez en cuando.—

—Si qii iris imirgidi nitiril.— Repite infantilmente. —No es que sea amargado, solo evito el contacto con la gente hipócrita de este maldito pueblo. Aparte, tu solo querías venir porque Mark te dijo que vendría.—

El moreno se queda callado y estaciona el carro enfrente del lugar repleto de gente. —Ya llegamos, espero que pongas tu mejor sonrisa... Así como si estuvieras fingiendo en una cena familiar— Le sonríe a su amigo burlonamente y baja del vehículo.

Jaemin baja del carro y se acomoda la bufanda. Ve como su amigo se le pierde de vista, maldice internamente por el hecho de que acepto acompañar a su amigo aún sabiendo que iba a dejarlo abandonado en cuanto llegaran.

Se detiene en un puesto de comida que se encontraba un poco alejado de los demás. —¿Hola?— Murmura un poco bajo anhelando que le contestaran. Se sobresalta al escuchar un golpe debajo de la mesa, seguido de un quejido.

—H-hola... Perdone, estaba arreglando la máquina de algodón.— Puede escuchar la voz de una persona que se levante sobándose la cabeza.

¿Estas bien? Se escuchó como un golpe bastante duro.— Suelta una pequeña risa y cubre su boca.

—Estoy bien... No escondas tu sonrisa, es bellísima.— Se tapa los labios cuando se da cuenta de lo que acababa de decir. —P-perdón... M-me llamo JeNo, ¿y tú?

—JaeMin, mucho gusto.— Le regala una sonrisa y baja su mirada avergonzado. —Entonces... ¿Ya sirve la máquina?

—Sí, ya sirve. ¿Vas a querer uno?— Lo mira a los ojos y comienza a prepararlo cuando lo ve asentir con su cabeza. —Aquí tienes. Espero que los disfrutes.

Gracias Jeno.— Toma el dulce en sus manos y toma un bocado con sus labios.

¿No regresaras a la feria?— Escucha la voz del castaño y voltea a verlo negando la cabeza. —¿Por qué?

No quería venir... un amigo me obligo y luego me dejo abandonado.—Crea un puchero en sus labios y se apoya en la mesa. —¿Qué hay de ti? ¿Por qué estas tan alejado de todo?

Mi padres son los que se encargan del puesto, pero mi madre esta en labor de parto por lo que mi padre decidió irse y dejarme a cargo.— Murmura un poco despacio y bajo. —Tendré que encargarme hasta que acabe la feria y digamos que no soy fanático del ruido.—

Estaba apunto de hablar cuando siente su celular vibrar. —E-espera un momento.— Hace una reverencia disculpándose y contesta su celular.

—¿Qué es lo que quieres?

—No, no quiero ir contigo y tu novio.

—¿Cómo que no son novios? Si se la pasan tragándose cada cinco segundos.

No quiero que me consigas una cita. ¿No tienes suficiente con traerme hasta aquí?

—¿Cómo que ya nos vamos? Si acabamos de llegar.

¡Esta bien, pero no me grites! Nos vemos en el carro.

Cuelga el celular y mira a su nuevo amigo con culpa reflejada en sus ojos. —Tengo que irme... Hasta luego, Jeno.— Deposita el dinero del algodón de azúcar en la mano del contrario y corre hacia la salida.

Adiós JaeMin...— Musita por lo bajo cuando ya se había ido.

———

Cuando JaeMin regresó a su casa, se metió a bañar y cuando había puesto su pijama se quedo dormido pensando en el encargado de aquel puesto. Se levantó irradiando felicidad, como si hubiera tenido un gran sueño. Saludó a su madre con un beso en la mejilla y le pidió que si por favor le preparaba un lonche para dos, poniendo la excusa de que era para su amigo de piel morena.

Eran las 12 del medio día, se dirigió al lugar al que había ido una noche anterior y pudo divisar a DongHyuck haciendo fila en la montaña rusa con su "amigo." Se escabulló hasta llegar al puesto del castaño, cruzando sus dedos para que no pudieran verlo.

Buenas tardes, Señor JeNo. Le traje un lonche por tener que retirarme tan temprano la noche de ayer.— Dijo burlonamente con una sonrisa en sus labios.

Buenas tardes, Señor JaeMin. Se le aprecia el acto, no debió molestarse.— El castaño le siguió el juego sin problema.

Comieron la comida que el pelirosa había traído, le ayudo a atender a los clientes que iban a comprar comida y comenzaron a conocerse más entre ellos. Las 11 de la noche habían llegado y era momento de regresar a casa. Se despidieron con una cálida sonrisa y prometieron verse el día siguiente.

Había pasado una semana de la misma rutina, JaeMin se encargaba de llevarle comida al mayor y atendían juntos el puesto. Se quedaba hasta que se terminaba el día y volvía a su casa sonriendo ignorando el hecho de haber estado trabajando toda la tarde. Su madre había notado un cambio en su actitud y hasta el mismo DongHyuck tenía sus ojos puestos en el. Realmente no le importaba, le gustaba estar junto al castaño, se sentía cómodo... se sentía en casa.

Finalmente la feria se encontraba en su fin, los niños aprovechaban a subirse a las atracciones por ultima vez y los padres iban detrás de ellos. Cuando llegó al puesto, la figura de JeNo no se encontraba por ningún lado. Lo busco con la mirada y se topo con la vista de un hombre que lo interrogaba con la mirada. —U-usted no es J-JeNo...—Murmuró un poco asustado, pues la mirada de aquel hombre era un tanto aterradora.

¿Conoces a Jeno? ¡Es mi hijo!— Los ojos del pelirosa se abrieron cuando vio al hombre sonreírle. Entonces la hermosa sonrisa que JeNo poseía había sido debido a su padre... —Se lastimo el tobillo ayer, tuve que amarrarlo para que se quedara en casa. No se porque tenía tantas ganas de trabajar, es muy raro de su parte.—

Después de hablar e interrogar al padre de su amigo sin que se diera cuenta, consiguió la dirección de este. No estaba muy lejos, era una casa no muy grande pero tampoco muy pequeña. Tocó el timbre un poco nervioso y una señora le abrió la puerta con un pequeño bulto en sus brazos. —Buenas tardes, soy Na JaeMin y soy amigo de su hijo.— Musitó con una reverencia mostrando su respeto hacía la bella dama.

Todos en la familia de JeNo eran realmente dulces y encantadores, justo como él. Le hizo pasar y le indico la habitación de su hijo mayor. Se adentro a la habitación silenciosamente y lo pudo ver acostado con su rostro volteado hacía la pared.

—Mamá, ya te dije que no quiero que me molestes.— Su tono era de molestia, como si le hubieran hecho algo. Se acercó, se acostó junto con el y lo abrazo por la cintura.

No soy tu madre, JeNo.— Musitó en su oído, sintió como se tensaba en sus brazos.

¡J-JaeMin! ¿Pero que haces aquí?— El mayor se incrusto de la cama y volteo a verlo.

No tienes que enojarte con tus padres por no dejarte ir a trabajar, ellos solo quieren que te recuperes.— Le dio una sonrisa de las que sabía que tanto le gustaban al mayor.

Quería ir porque hoy es el ultimo día de feria y tenía miedo de no volverte a ver...— El castaño había confesado aquello, sus mejillas se encontraban rojas y jugaba con sus dedos. JaeMin no sabe como termino en aquella situación pero sus labios se encontraban estampados con los de JeNo formando un dulce beso.

—Tus labios saben justo como algodón de azúcar.— Musitó Lee, antes de volver a saborear los labios del contrario.

———


Cotton candy || NoMinWhere stories live. Discover now