Epilogo

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Un año y medio después.


-Aun no me acostumbro.- dijo jugando con mi cabello que ahora llegaba más arriba de mis hombros.- creo que me gustaba más cuando lo tenías largo y con trenzas.

Solté una carcajada mientras trazaba sobre lienzo un paisaje boscoso.

-Dijiste lo mismo cuando me viste con los mechones azules Hoseok.

Se encogió de hombros con una sonrisa para después besarme el cuello.

-Es que en serio amo como te quedan las trenzas.- se levantó para llevar el plato donde antes habían fresas con chocolate.- y con el cabello largo puedo jalarlo mientras lo hacemos.

Levante la ceja mientras lo veía salir cual niño que ha hecho una travesura. Grite su nombre en forma de regaño para que me escuchara en la cocina.

-Sí, anda que los vecinos escuchen mi nombre.

Solté el pincel que había tenido por horas al entender el juego de Hoseok, no le había prestado mucha atención en toda la tarde. Fui a la cocina y lo encontré lavando algunos platos, eso me hizo morderme el labio, es decir solo tenía puesto unos boxers holgados, dejando al descubierto su espalda. Podía ver como los músculos de los brazos se le contraían por cada movimiento. Lo abrace por la espalda.

-¿Así quieres conseguir mi atención?

Me mojo un poco los brazos y las manos para quitar algunas manchas de pintura.

-¿Funciono?

Negué soltándolo.

-Sigue intentando.

Antes de poder llegar a la sala de nuevo sentí como me giraba y me cargaba sobre su hombro. Ambos estábamos jugando, riéndonos, amándonos como sabíamos que nos gustaba. Desde el momento que volví las cosas solo mejoraban entre nosotros, me sentía segura al igual que él, con el conocimiento que ninguno se iría otra vez.

Con mi familia era otra historia, solo hablaba seguido con mi madre, en cuanto a mi padre y mi hermano seguían sin aprobar mis decisiones desde que conocí a Hoseok, por lo tanto solo hablábamos lo justo y lo necesario. Incluso Hoseok ha intentado hablar con Daniel durante las practicas, pero este lo ignora o deja muy en claro su descontento porque él sea mi novio.

Fue una larga charla con Hoseok al respecto, ya que él se sentía mal por ello, pero ahora yo era quien estaba decidida a no dejarme mandar por nadie, ni siquiera por mi novio y aunque suene descabellado, eso ha hecho que nuestra vida sexual fuera más excitante. A Hoseok le gustaba lo difícil y a mi jugar con él.

-¿Sabes? Nunca lo hemos hecho en la sala.- me lanzo en el mueble donde podían sentarse unas cuatros personas y se sentó a horcajadas sobre mi sujetando mis muñecas.- ¿Probamos?

Intente ocultar una sonrisa y me negué a la idea.

-Debo terminar la pintura para poder tener el resto del día solo para cuidar a Dong-yul.- hizo una mueca de fastidio y solté la carcajada que tanto había estado reprimiendo.- ¿Se te había olvidado que venía hoy?

Había comenzado una nueva carrera, Psicología, esta si me gustaba y había investigado sobre ella cuando estuve por Irlanda. Me había matriculado justo al mes siguiente de llegar de nuevo a Corea y para poder pagar la carrera vendía pinturas y esculturas, que también lo había aprendido a lo largo de mi viaje por varios países alrededor del mundo.

-Enano hijo de la reencarnación del fastidio. Hasta su hijo me jode la vida.

-Pensé que Jungkook era quien te fastidiaba más.- dije mientras nos sentábamos frente a frente.

A tu ritmo (Saga Pure Love #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora