2013

26 3 5
                                    


El amor más imposible de todos. No porque no supiera de mi existencia o porque no me sintiera lo suficiente mujer como para merecer un hombre como él... justamente por eso fue imposible. Porque era un hombre, y yo apenas una niña que salía a conocer el mundo.

Cumplía con el primer requisito: hermosa sonrisa, que me conquistó el primer día que la vi sin poder evitarlo. También cumplió otro requisito: ser alto. Sí, sí. Me enloquecen los hombres altos, así me dé tortícolis. Me encanta que sean altos porque cuando los abrazas puedes sentir los latidos de su corazón en el oído.

Nunca escuché el suyo. Sólo el mío cada vez que lo veía y me dedicaba una sonrisa fugaz; conservé cada una como un tesoro.

No rompió mi corazón de manera directa... fueron circunstancias; el darme cuenta que también era mujeriego... (en serio, parece que tengo un imán para que me atraigan sólo los mujeriegos) y que no podía cumplir ninguna expectativa porque apenas tenía experiencia en el amor... me sentí demasiado niña otra vez, demasiado ingenua, de esas que viven leyendo novelas rosas y cree en los finales felices y las segundas oportunidades cuando ya no las hay.

Supe que se casó, y dejé de creerme especial por cada sonrisa fugaz que me había dedicado. Siempre lo recuerdo con ternura en mi corazón, porque en él, era como el hombre perfecto: el atento, consciente de mi existencia, conocedor de todos mis demonios y los aceptaba...

Luego caigo en la realidad, y entiendo que nunca habló conmigo, no como dos adultos, no le dí el tiempo de conocerme, ni yo tampoco me dí el tiempo para conocerlo. 

A todos los que rompieron mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora