Andrea.
El sábado había llegado dando por finalizado un viernes cargado de tantas emociones diferentes. No sabía muy bien por donde comenzar, había tenido esta increíble cita con un hombre que es más allá que maravilloso, la palabra no alcanza para describirlo. Pasamos la noche juntos y no solo eso, la mañana también porque cuando desperté con los fuertes rayos del sol que se entremezclaban con la cortina color beige de su habitación no solo estaba sola, lo cual fue un tanto decepcionante al principio. Siempre he soñado con despertar junto a la persona a quien le he entregado mi cuerpo y alma una mañana acurrucados y abrazados entre un enredo de sabanas y piernas para decirnos los buenos días con un beso. Por lo que no encontrarlo allí arruinó un poco mis sueños y delirios pero al sentarme en la cama todos mis pensamientos se disolvieron y se convirtieron en una sola emoción: admiración por él. Y sé que es muy pronto para decirlo pero ¿cómo no sentirme así cuando la habitación estaba rodeada de pétalos de rosas? Increíbles y preciosas rosas que variaban en tonos rojos, rosas y blancos no solo se posaban sobre la cama sino también en el suelo a mí alrededor. ¿En que momento lo hizo? No tengo absoluta idea pero me encantó el hecho de que pensara en mí al despertar.
Me levanté colocando mis pies descalzos sobre el suelo y tome la sábana acomodándola alrededor de mi cuerpo mientras caminaba a través de la habitación hacia la puerta. No sabía muy bien lo que encontraría detrás de ella así que tomé una pequeña respiración antes de hacerlo. La abrí y el pasillo se encontraba también adornado con pétalos por todo el suelo hasta llegar a la orilla de las escaleras. Era tan hermoso. Me abrí paso por el pasillo arrastrando la sábana y pisando con cuidado los suaves pétalos de rosas que rodeaban el piso, luego bajé por las escaleras esperando encontrarlo al final de las mismas. Y así fue, más o menos. Al llegar al primer piso no solamente la vista a través de los ventanales era asombrosa, sino también la vista que tenia de él. Se encontraba sentado detrás del piano, y cabe mencionar que solo vestía unos pantalones de mezclilla a la cintura, dejándome una sensual vista de su abdomen desnudo. Al mirarme sonrió. Y fue la sonrisa más perfecta que mis ojos hayan visto en mucho tiempo. Me acerqué hasta él y al llegar a su lado se puso de pie rodeando mi cintura con sus manos mirándome a los ojos.
-Buenos días –murmuró hacia mí y yo sonreí como una tonta.
-Buenos días –susurré y luego me besó.
Así comenzó nuestra mañana juntos, aun cuando no tocó una melodía para mi, si conversamos y desayunamos juntos en su cocina. Me contó cuáles eran sus planes para el día y yo le comenté los míos. Su sorpresa no solo me alegró la mañana sino también mi día entero ya que en la tarde me encontré en un restaurante de la ciudad con una de mis mejores amigas de la universidad tomando un café y no paraba de sonreír como tonta ante el recuerdo de Christian.
-De acuerdo... ¿Cómo se llama? –preguntó Susan hacia mí. Yo estaba sentada frente a ella con mi codo sobre la mesa sosteniendo mi barbilla con mi mano. Observaba por la ventana junto a nosotras pensando en nada y en todo a la vez hasta que ella me atrapó desprevenida.
-¿Q-que? –pregunté distraída. Ella se echo a reír.
-Debes estar así por alguien... ¿Cómo se llama? –me volvió a preguntar. Susan era una de las chicas más dulces y confiables que conozco. Las dos estudiamos juntas en el Instituto de Artes de Seattle, de hecho fuimos compañeras de cuarto por muchos años. Y nos graduamos juntas, y luego de eso nuestras vidas habían tomado rumbos separados pero aun así buscábamos el tiempo para reunirnos y ponernos al día o solo pasar el tiempo de calidad juntas.
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Cincuenta Sombras Renovadas
RomanceChristian Grey ha dejado su pasado atrás. Ha cambiado el rumbo de su vida desde que su relación con Anastasia Steele llegara a su fin. Devastado, Christian se ha dedicado a su trabajo, su familia y sus dos hijos de una relación fallida... Pero todo...