Cuando apenas tenía ocho años mis padres me llevaron al casa de mi abuela por primera vez. Estaba emocionada, pues siempre que me juntaba con mi abuela era en el fin restaurante, un parque o en casa para acción de gracias. Nunca,repito nunca había visto su casa por dentro, por afuera tenía el aspecto de una caseta en medio del bosque, aunque ciertamente se encontraba al linde del parque nacional. Cuando entré me dio la sensación de que había entrado en una de esas pelis de brujas que mamá nunca me dejaba ver porque decía que no quería que me traumara. Tenía el aspecto de una casa de brujas de la edad media solo que un poco más modernizada. Fue entonces que sentí miedo, nunca había temido al mi abuela, pero ese aire tan siniestro me puso los pelos de punta. No podía parar de preguntarme que hacía yo allí y cuando me iría. -" En cuanto la abuela nos cuente lo que hemos venido a averiguar, cariño"- me respondió mi madre cuando reuní el suficiente valor para preguntárselo.
Justo entonces mi abuela me indicó que me acerque al ella. La chimenea la deba un aspecto muy frio y misterioso, me acerque muy despacio tratando de serenar mi respiración, cuando llegue al su altura le tendi la mano tal como ella me indicaba. Fue entonces cuando saco un cuchillo con la punta muy fina y lo acerco peligrosamente a mi mano . Al darse cuenta de que estaba temblando me miró suplicante y yo solo cerré los ojos. Un dolor agudo se extendió por la palma de mi mano y justo cuanto la primera gota de sangre iba a caer ella movió mi mano tal cual cayera al fuego de la chimenea. Fue entonces cuñado sus palabras me marcaron durante toda mi vida: "Es ella. Ella es la elegida de la familia del fuego."