Parte Única

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El aire que escapaba de entre tus labios semi abiertos se transformaba en pequeñas nubes blancas que se perdían entre la inmensidad del cielo.

Tus blanquecina y suaves manos, como la nieve que te rodea, sujetaba con fuerza el micrófono cerca de tus labios.

- Sólo tú... mi rey.... mi Dios.

Nuevas nubes blanquecinas escapan de tus labios, mientras que tu voz emerge como manantial de miel. Dulce y cálida.

Las suaves vibraciones de los parlantes llegan a mis oídos, convertidos en melodías bajas y calmadas.

- Nadie más, sólo tú... Mi vida.. Mi luz.

Tu delicada figura se valanceaba al compás de los acordes, como una hoja en la suave brisa de la tarde.

Tus ojos se abren... y como si mi cuerpo fuese un imán te fijas en mi... me miras y cantas... y yo te sostengo la mirada, avergonzada de que me encontrases absorta en ti. Me sonríes de esa manera que sólo tu puedes logras... mi corazón se remueve.

- Mi fuerza, mi luz... en mi vida nadie ocupa el lugar que tienes tú.

Te gusta torturarme ¿verdad? Mis mejillas enrojecen aún más. Sueltas una leve risa antes de volver a cantar.

- Oh, nadie comprende porqué tú.

Mis pies se movieron por cuenta propia, me acerqué más al escenario, sin importarme el pasar a llevar a quienes estaban adelante.

- No comprenden que en tu sonrisa hallé luz.

Me acerco aún más. Estoy a tus pies, el alto del escenario me impide tomar tu mano y abrazarte, hacerle saber a todos que eres mía.

- En tu imperfección la perfección.

Te agachas hasta estar a mi altura. Me miras y la última estrofa resuena por todo el lugar.

- No comprenden que en ti hallé lo que anhelaba... en ti hallé un amor real.... no superficial.

Las últimas notas resuenan por el parlante mientras la gente grita de emoción. Le entregas el micrófono al encargado, no hay que ser un genio para darse cuenta que está tan emocionado como el resto.

Al no tener nada en tus manos te lanzas a mis brazos, y a pesar de que me sacas varios centímetros de diferencias, no me impide agarrarte con facilidad.

- Lo haz hecho estupendo, preciosa.

Ahora son tus mejillas las que se hallan sonrojadas. Te ocultas en mi hombro y tu corto cabello castaño funciona como una cortina, ocultando tus mejillas.

Te sujeto con suavidad y firmeza para evitar que caigas, y comiendo a andar, a nuestro alrededor más personas nos abren el paso.
Aprovechas que estas aferrada a mi cuello para acariciar mi cabello igual de castaño, pero a diferencia de que el mío es largo hasta la cintura.

- Si viniste -te escucho susurrar mientras te aferras más a mi.

- No me lo perdería.

Había corrido por media ciudad, desde mi trabajo, para llegar hasta donde se presentaría.

- ¿Quieres ir a comer o prefieres ir a casa?

- Vamos a casa -me respondiste.

No necesite más. Camine en dirección a nuestra casa, tranquilamente, sin tomar en cuenta las miradas de las personas.

- Oh, nadie comprende porqué tú, no comprenden que en tu sonrisa hallé luz.

Te escuché reír suavemente. Aún no dejabas de jugar con mi cabello.

- Jejeje...esa era mi frase.

- Lo se.... ¿Qué mejor manera de decirle al mundo lo que siento que con más mismas palabras que hicieron a mi corazón acelerarse?

- En tu imperfección la perfección.
No comprenden que en ti hallé lo que anhelaba, en ti hallé un amor real, no superficial.

Canté con suavidad la última frase cerca de tu oído, antes de besar tu mejilla.

- A mitad de la canción no te vi... pensé que no ibas a venir... Pero luego te vi... casi no te notabas en la multitud.

Resiste con ganas ante tu comentario, mi estatura era un tema de risa para ti, ¿y a mi? Ya no me molestaba, estaba más que acostumbrada, incluso me daba gracia también. Reí igualmente ante la broma.

La caminata continuó de manera tranquila. Tu seguías entre mis brazos, y mi cabello continuaba entre tus dedos.

No importaban las miradas, los murmullos, nada.
Sólo nosotras.

Sing For MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora